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Diario del primer guardia civil en la 'zona cero' del desastre: "La gente nos para cada 10 metros"
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Diario del primer guardia civil en la 'zona cero' del desastre: "La gente nos para cada 10 metros"

El comandante Gans es uno de los antidisturbios desplegados desde el inicio. Hacen turnos de 12 horas y salvaron a un anciano que llevaba tres días encerrado en casa sin comer ni beber

Foto: El comanddante de la Guardia Civil, Francisco Javier Gans, en uno de sus servicios. (Cedida)
El comanddante de la Guardia Civil, Francisco Javier Gans, en uno de sus servicios. (Cedida)
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“Las primeras horas eran una locura. Te requerían para cualquier cosa y lo peor era la noche. Imagina un lugar sin luz, ni agua, ni teléfono, una zona postapocalíptica”, dice el comandante de la Guardia Civil Francisco Javier Gans. Es uno de los primeros que llegó a la zona cero de la DANA en Valencia como integrante del GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), los antidisturbios del Instituto Armado. “Nos paran cada diez metros”, cuenta desde el puesto de mando avanzado.

Poco a poco van notando la llegada de refuerzos, pero dice haber vivido, junto a sus compañeros, escenas de auténtica desesperación tras las riadas que arrasaron las localidades de L'Horta Sud valenciana. Estaban prácticamente solos con sus vehículos 4x4. Su trabajo consistía en salir a patrullar y esperar a que alguien les solicitase ayuda. “Nosotros vamos a requerimiento. Nos encuadramos en los pelotones, pero como tenemos mucha movilidad con nuestros vehículos, podemos desplazarnos a zonas comprometidas dentro de la zona cero, que es una zona muy compleja”.

Independientemente de los cometidos que nos envían por emisora –añade el comandante Gans–, vamos a requerimiento del ciudadano. Cada diez metros te van parando y te dicen que necesitan algo, necesidades básicas o te avisan de alguna incidencia”. Así es como les avisaron de la situación de Juan Salvador, un señor de ochenta años que llevaba días sin emitir señales en una vivienda de Catarroja, otro de los pueblos devastados.

“Nos pararon unos ciudadanos y nos dijeron que en una casa vivía un señor que llevaba varios días sin salir”, narra este guardia civil, que además es enfermero. Acudieron al lugar, de difícil acceso, en compañía de voluntarios de la Cruz Roja. Según dice, “era un hombre de movilidad reducida, de edad avanzada, paciente crónico, con patologías… la solución era darle salida. Estaba en situación vulnerable. No tenía recursos, ni luz, ni agua, no tenía nada y llevaba tres días ahí”.

Foto: El subcomisario García a su regreso a casa este sábado tras una jornada de limpieza en Benetúser. (Cedida)

Entre todos, tomaron la decisión de llevarse al señor a un lugar seguro: “Era reacio porque era su casa, estaba en la segunda planta, lo que le había dado la posibilidad de sobrevivir. La parte de abajo era un infierno”. La Cruz Roja recomendó llevarle, de momento, a un alberge. “Se lo comentamos, el hombre no quería abandonar su casa, pero vio que era la mejor solución. Entre todos hicimos una cadena, le evacuamos, bajamos por una escalera que era resbaladiza y estrecha. Fue necesario asegurar la evacuación por una zona embarrada”, comenta.

La muerte de su compañero

El comandante Gans está destinado desde 2001 en el GRS de Valencia y, además, es valenciano, por lo que dice tener a “la ‘terreta’ en el corazón”. Admite que están siendo días dolorosos. Fue especialmente difícil asumir la muerte en las riadas de un compañero guardia civil del acuartelamiento de Paiporta, otra de las localidades afectadas. “Tuve la circunstancia de que me requirieron porque conocía a sus familiares próximos y estuve con ellos en un momento delicado, a la madre le dieron la comunicación del fallecimiento de su hijo… delicado”.

Foto: Iván García, Policía Nacional.

“Estamos desplegados desde el momento cero, prestando servicio. No tenemos horas, el reloj se nos queda corto”, detalla. Hacen turnos de 12 horas, dese las 19 horas hasta las 7 de la mañana sin parar. “Hemos montado dispositivos en las localidades afectadas, desde volcar coches a distribuir recursos o evitar saqueos y hurtos, que se vea la sensación de seguridad. Nos viene gente que nos dice que tiene un camión de víveres y que dónde puede dirigirlo y al final es darle salida a estas inquietudes de la gente, que tiene una solidaridad extraordinaria”, explica.

“Es muy duro, por mucho que veas imágenes no te haces a la idea. La gente veía la patrulla de la Guardia Civil y se lanzaba”, comenta el comandante en su turno de guardia del domingo, justo cuando volvía a llover con fuerza sobre Valencia. Preguntado acerca de las críticas por la falta de reflejos de las instituciones y la carencia de recursos, él, que estuvo desde el primer día, alude a la dificultad de la situación.

“Yo soy un eslabón de la cadena, lo importante es sumar y aportar. A toro pasado todo se hace muy bien, pero el problema es estar aquí en zona. Yo creo que han tomado las mejores decisiones posibles en su conocimiento y capacidad para intentar afrontar una situación harto complicada”, concluye.

“Las primeras horas eran una locura. Te requerían para cualquier cosa y lo peor era la noche. Imagina un lugar sin luz, ni agua, ni teléfono, una zona postapocalíptica”, dice el comandante de la Guardia Civil Francisco Javier Gans. Es uno de los primeros que llegó a la zona cero de la DANA en Valencia como integrante del GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), los antidisturbios del Instituto Armado. “Nos paran cada diez metros”, cuenta desde el puesto de mando avanzado.

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