Los barrios españoles que están volviendo a los 80: "Nos hemos tenido que marchar de Madrid"
Ciudades como la capital, Sevilla o A Coruña tienen zonas donde la presencia de toxicómanos y el aumento de la delincuencia generan inseguridad entre los vecinos. Algunos barrios ya se están organizando para frenar el fenómeno
"No vivimos en Madrid ahora porque nos han amenazado las bandas y los toxicómanos", dice bajo condición de anonimato a El Confidencial una vecina del barrio de San Blas que ha tenido que trasladarse a Guadalajara. Ella y su pareja evitan pasar mucho tiempo en uno de los barrios españoles con mayor afluencia de adictos. "No quiero más problemas de los que tenemos", enfatiza. "Cuando vamos a San Blas nos vigilan gente de las bandas porque con nuestras denuncias y manifestaciones les hacemos mucho daño. Hace cinco días cerraron otro narcopiso. Nos han dicho directamente que nos van a quemar, que tendremos represalias y que nos conocen". El caso de Sandra, así nos ha pedido ser nombrada, no es aislado y muchos vecinos lo saben. Hace tiempo que San Blas no es una zona de paz.
La presencia de indigentes, algunos vinculados al consumo de drogas, tensiona la convivencia en barrios españoles de origen obrero donde eso no era común años atrás. Casos como el de San Blas derivan en un aumento de la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Si bien existen barrios históricamente permeados por la criminalidad, como el de las 3.000 viviendas de Sevilla, en algunos de los que ahora resuenan mediáticamente jamás se había extendido tanto este fenómeno. El aumento de estos sucesos aparejado a los toxicómanos remite ineludiblemente a la España de los años 80, cuando la heroína y la violencia se apoderaron de las calles de muchas ciudades. Algunas zonas que habían dejado en el pasado esas olas de criminalidad, ahora vuelven a experimentar ambientes inseguros con difíciles perspectivas de resolución.
"Preferimos salir unos días e ir al barrio lo justo para no tener más problemas", dice Sandra sobre el abandono de su casa. Ella encabeza el movimiento de vecinos que desde inicios de septiembre de 2024 ha enfrentado a los toxicómanos y narcos que pululan por el barrio. El "frente de combate", como lo denominan los residentes, suele ser el parque El Paraíso. Allí se aglomeran los adictos para consumir, ellos lo llaman "el punto". Todo se complicó cuando en febrero de este año comenzaron a desplazarse hacia casas del vecindario porque "el punto" quedó cerrado por unas obras en el parque. "Toda esa gente se juntó con otros de Villaverde y San Cristóbal afectados por el cierre de narcopisos, y llegaron a ser un centenar deambulando por el barrio", explica Sandra.
Al salir del parque, el grupo cruzó la calle Alberique y se asentó en un aparcamiento ubicado a pocos metros. "Allí hay viviendas y es donde yo vivo", detalla Sandra. "Desde mayo, cuando empezó a hacer buen tiempo, estaban día y noche consumiendo y peleándose entre ellos". Los adictos ocuparon el espacio y los vecinos tuvieron que dejar de aparcar allí, a pesar de sus 300 metros de largo. Los autos eran vandalizados de forma indiscriminada y en su lugar llegaron a incendiarse cubos de basura. Esa situación se mantuvo invariable hasta el 2 de septiembre, cuando los residentes se movilizaron y comenzaron a protestar. "Estábamos histéricas", recuerda Sandra. "No aguantábamos una noche más sin poder dormir y decidimos salir a la calle para hacer algo".
Los vecinos de San Blas se han reunido con el delegado de Gobierno y una concejal. "Nosotros incluso hablamos con los toxicómanos, y nos han transmitido que no tienen medios o ayudas, porque las listas de espera para ser atendidos demoran hasta tres meses", explica la citada vecina. De esos encuentros han surgido unas 40 propuestas que llegaron a manos de las autoridades. Exigen desde más limpieza del barrio, hasta una mayor presencia policial. Esto último es de las pocas cosas que se han cumplido, según pudo comprobar El Confidencial en un recorrido por el parque junto a Raquel Camacho, otra residente afectada.
"Los impuestos que pagamos los obreros y los pequeños comercios se van para beneficiar a los empresarios y a la gente rica", opina Camacho. "Para nosotros queda basura, drogadicción y delincuencia a mansalva. Como estamos en un barrio obrero no pasa nada, si esto ocurriera en el barrio Salamanca allí los políticos sí moverían el culo. Nos prometieron que habría más presencia policial y hasta ahora están cumpliendo. Quien no cumple es el Ayuntamiento con más limpieza o recursos para ellos (los adictos)".
"Están aquí otra vez durmiendo en esos colchones que tienen tirados en el suelo"
Camacho teme que se repita la pelea que conmocionó a San Blas en febrero de 2024. Ocurrió en el vestuario de la cancha de fútbol pública, un sitio que los niños no podían emplear porque había sido ocupado por los toxicómanos. "Los yonkis se liaron a puñaladas delante de los niños durante un partido de fútbol" —recuerda Camacho mientras señala los menesteres de los adictos—. Ellos habían destrozado las cerraduras para ocupar el vestuario y "ahora están aquí otra vez durmiendo en esos colchones que tienen tirados en el suelo".
Uno de los elementos que impide la resolución de esta problemática en los barrios españoles, es que a veces los cuerpos de seguridad deben esperar a que los toxicómanos cometan algún delito para poder desalojarlos. Y por lo general esas personas suelen regresar a los sitios en cuanto las autoridades disminuyen la vigilancia.
Camacho explica cómo San Blas ha padecido este fenómeno y detalla lo difícil que ha sido el pulso con las autoridades: "Nosotros tuvimos que echarlos del parking porque la policía no puede hacer mucho. Si solo están en la calle no cometen prácticamente ningún delito. Pueden acumular muchas multas, pero poco más se puede hacer con ellos. Aquí llegan los políticos de turno y nos dicen que van a solucionarlo, pero al final son unos embusteros que solo saben mentir. Hemos pedido que pongan cámaras, sobre todo en las entradas y salidas de los colegios, para que no le vendan drogas a los críos. Entonces, "los políticos contestan que lo van a estudiar, pero no se concreta nada".
Sobre las incidencias en estos barrios es difícil encontrar datos publicados, porque el Ministerio del Interior segmenta por distritos sus estadísticas delictivas de las grandes ciudades. Esta redacción solicitó información a dicho ministerio, pero no hemos recibido respuesta. Más allá de las noticias que trascienden sobre los hechos extraordinarios relacionados con la presencia de toxicómanos en estos sitios, muchos sucesos no se registran porque los vecinos prefieren no denunciar.
"Hay robos de ropa o en los coches que la gente no denuncia porque no quieren pasar dos o tres horas en una comisaría", explica Sandra. "Entonces los datos no son reales, porque hay muchos más problemas de los que se registran. Hace poco le robaron a una chica la ropa que usaba su hija para ir al colegio. Al día siguiente pilló a una pava con la ropa y la desnudó en mitad de la calle. Al final hasta que no pasan cosas graves no se toman medidas. La gente está muy crispada".
"A una vecina la asaltaron con un cúter y la apuñalaron en el cuello"
A un costado del parque El Paraíso está la boca de metro Simancas, un bar con su terraza y un quiosco de prensa. Por esa zona se murmuran los últimos acontecimientos: a quién le han rayado el coche o en qué edificio han roto una ventana. Sandra está harta de recopilar sucesos y se atropella mientras los rememora: "Una vecina mía fue a tomar su coche para ir a trabajar en la mañana y al abrirlo vio que había un toxicómano durmiendo dentro. Hace dos meses hubo una pelea entre ellos y las dos bandas que están allí para venderles drogas: acabaron a machetazos y uno fue herido. A varios vecinos les han robado los móviles; a una vecina la asaltaron con un cúter y la apuñalaron en el cuello. Hace 20 días, un señor estaba sentado en la parada del autobús y una toxicómana le abrió la cartera y le robó 20 euros".
San Cristóbal o la "Cañada Real 2"
San Cristóbal es otro barrio obrero madrileño donde las cosas se están saliendo de control. Sus residentes realizaron una cacerolada en la tarde del martes 29 de octubre para exigir la eliminación de los narcopisos, que no haya toxicómanos en el barrio y la realización de un plan integral de intervención por parte de las instituciones.
El Confidencial asistió a la manifestación para conversar con Prado de la Mata, la presidenta saliente de la Asociación de Vecinos de San Cristóbal. Ella vive en el barrio desde los diez años y a sus 72 nunca había presenciado una situación similar: "Ahora mismo San Cristóbal se ha convertido en la segunda parte de la Cañada Real. Con el desmantelamiento de la Cañada ha aumentado la presencia de toxicómanos drogándose en nuestras calles. Como ha aumentado la venta de droga, hay narcopisos. Mientras tanto, sufrimos un abandono de todas las instituciones".
"Había una chica drogándose, se fue y a los pocos minutos aparecieron otras dos"
En la protesta había muchas personas mayores, pero también mujeres y niños. Cynthia Martín, una madre de dos pequeños, se manifestaba porque no pudo llevarlos a la escuela el día anterior: "Ayer fui a coger mi coche y tenía una rueda desinflada. Alguien había rajado la rueda, y claro, solo podía ser eso porque estaba nueva. Le hicieron una gran rajadura y he tenido que tirarla. No sé quién ha sido, pero antes no pasaban estas cosas en el vecindario".
Martín cree que pudieron ser los toxicómanos, pues ella suele echarlos de las inmediaciones de su casa cuando comienzan a drogarse allí: "Se ponen en cualquier sitio. Antes había uno o dos, pero ahora vienen de todas partes y los puedes encontrar durmiendo dentro de los portales. Hace un rato había una cerca de la ventana de casa cambiándose y tirando las cosas. Se fue y a los pocos minutos aparecieron otras dos chicas para drogarse. Aquí te puede pasar de todo. A la gente mayor les roban y a veces les hacen daño. Cuando esas personas necesitan dinero o drogas les da igual lo que tengan que hacer para obtenerlo".
De la Mata, una de las vecinas que organizó la cacerolada, insiste en la desatención institucional: "Se están construyendo asentamientos alrededor del barrio. Tenemos detectadas entre 14 y 15 chabolas. Justo a la entrada de San Cristóbal hay 11, pero no las quitan. En el mes de mayo propusimos crear una mesa de trabajo con la Delegación de Gobierno y el Ayuntamiento, porque la Comunidad de Madrid no quiere participar. Hemos pedido reuniones para intentar que nos atiendan, pero no hay manera. Esa mesa se aprobó por mayoría en mayo, pero no se ha convocado aún".
"San Cristóbal fue un barrio obrero y sigue siendo un barrio obrero con un alto porcentaje de población migrante que no genera problemas de convivencia", concluye De la Torre. "Esta situación ha generado mucho miedo a salir. Si ves a dos yonkis pinchándose, tienes miedo de que te puedan hacer algo. Curiosamente, llama mucho la atención que sean chicas en su mayoría, algunas menores de edad y hasta embarazadas que luego se van a ejercer la prostitución al polígono industrial cerca de aquí".
A Coruña o Sevilla, igual
El problema de los toxicómanos y la delincuencia se extiende por otros barrios de grandes ciudades españolas. A mediados de junio de 2024, cinco asociaciones de vecinos del distrito Macarena cuestionaron la inacción del Ayuntamiento de Sevilla ante el aumento de estas problemáticas. El Confidencial conversó con Santiago, un miembro de la Asociación de Vecinos de La Carrasca que considera imprescindible una actuación pronta para frenar la creciente inseguridad.
"Es una zona que se está deteriorando cada día por los botellones en la calle, los robos y la vandalización de coches. Es un barrio colindante con una zona históricamente conflictiva de Sevilla, y los toxicómanos pasan por aquí buscando más sustancias. Los problemas también están relacionados con personas que se dedican a beber en la calle. Como imagen todo este tema deteriora mucho", detalló Santiago, quien intenta promover el acceso a la cultura en La Carrasca.
"Suelen romper cosas, vandalizar coches y entrar a los garajes o bares a robar"
En Monte Alto, un barrio coruñés que no se caracterizaba por presentar este tipo de problemáticas, se vivieron momentos de tensión a mediados de enero. Varios vecinos que se manifestaban para exigir una intervención contra los narcopisos, se enfrentaron en plena calle a un toxicómano que habría entrado a un establecimiento comercial con la intención de robar.
El presidente de la asociación de comerciantes de Monte Alto, José Luis Boado, detalla a El Confidencial: "Algunos dueños de pequeños negocios ya se han visto afectados por estas personas. Aunque no hay una presencia excesiva, son casi los mismos de siempre. Lo que más está aumentando son los delitos de robo y hurto, incluso con violencia. Suelen romper cosas, vandalizar coches y entrar a los garajes o bares a robar. Sospechamos que pueden ser los drogadictos porque esos hechos no parecen ser hechos por una banda organizada. Por ejemplo, aquí en la calle de la Torre, había un narcopiso que hace poco se cerró y se tapió, pero aún se puede ver a algunos subir y bajar".
"No vivimos en Madrid ahora porque nos han amenazado las bandas y los toxicómanos", dice bajo condición de anonimato a El Confidencial una vecina del barrio de San Blas que ha tenido que trasladarse a Guadalajara. Ella y su pareja evitan pasar mucho tiempo en uno de los barrios españoles con mayor afluencia de adictos. "No quiero más problemas de los que tenemos", enfatiza. "Cuando vamos a San Blas nos vigilan gente de las bandas porque con nuestras denuncias y manifestaciones les hacemos mucho daño. Hace cinco días cerraron otro narcopiso. Nos han dicho directamente que nos van a quemar, que tendremos represalias y que nos conocen". El caso de Sandra, así nos ha pedido ser nombrada, no es aislado y muchos vecinos lo saben. Hace tiempo que San Blas no es una zona de paz.
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