La envolvente de Vox al PP con la "mayoría venezolana"
Los cambios en Europa, que se esperaban únicamente si Trump llegaba al poder, se han acelerado esta semana. La aparición de un nuevo equilibrio de fuerzas perturbará también la política nacional
Los próximos meses de la Unión Europea serán muy movidos, en distintos sentidos, y arrojarán consecuencias políticas en el interior de los países. El cambio de eje ideológico está tomando cuerpo y las difíciles decisiones que se deberán tomar en el seno de las instituciones europeas en los próximos meses pueden verse definitivamente marcadas por él.
El giro a la derecha es apreciable ya en un conjunto de políticas, como las referidas a la inmigración o a la reconversión verde. Uno de los objetivos de las extremas derechas en las últimas elecciones europeas era modificar el reparto de fuerzas, de manera que hubiese posibilidades de una mayoría diferente. Lo consiguieron, y ahora el Partido Popular Europeo puede acordar medidas votando con liberales y socialdemócratas u optar por los acuerdos con las derechas soberanistas. Es cierto que esa posibilidad pareció quedar diluida, en la medida en que a la derecha del PPE se conformaron varios grupos, desde ECR hasta Patriots for Europe, que dificultaban las posturas comunes entre ellos. Además, la heterogeneidad dentro de cada grupo, nacida de los distintos intereses nacionales, complicaba aún más las cosas: dado que se trata de fuerzas soberanistas defendían distintos intereses: en la UE, la geografía continúa siendo determinante; húngaros, polacos, daneses o españoles tienen perspectivas muy alejadas respecto de una amplia variedad de asuntos.
Tras las elecciones, además, la configuración de la Comisión decidida por Von der Leyen, parecía dejar claro que el eje tradicional, la alianza entre el PPE, los liberales y los socialdemócratas, no iba a verse afectado. El nuevo vínculo del PPE con Meloni reforzaba esa creencia, a pesar de que la concesión para Italia de un comisario en un terreno menor no dejó contenta a la líder de Fratelli d’Italia, lo que introducía una fricción adicional. En todo caso, el mensaje había sido enviado: el PPE se apoyaría en las fuerzas tradicionales para dirigir la Unión Europea. La posibilidad de una mayoría alternativa estaba sobre la mesa, pero no iba a ser tomada en consideración.
La "mayoría venezolana"
Sin embargo, esta época es distinta de la inmediatamente anterior, y la rapidez con la que se suceden los acontecimientos lo demuestra. Ese nuevo equilibrio ideológico, que parecía desechado hace un par de meses, asoma ya por el horizonte. El primer ejemplo fue la llamada "mayoría venezolana", la resolución sobre Edmundo González aprobada por el Parlamento Europeo, que fue conseguida con los votos de los populares y los de los grupos a su derecha. Se trataba de un asunto puntual, sobre política exterior y sin valor jurídico, pero la mayoría de las derechas aparecía por primera vez.
Hubo en ella elementos significativos. A última hora, los populares intentaron introducir dos enmiendas orales que, si bien reconocían a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela, demoraban ese reconocimiento hasta el 10 de enero de 2025. Era una puntualización con carga política porque el objetivo era sumar a la mayoría a Renew, el grupo liberal, de manera que la aprobación no fuera únicamente con los votos del PPE y el resto de las derechas. Las enmiendas no fueron aprobadas y Renew se quedó fuera. Vox jugó un papel significativo, no solo a la hora de impulsar el acuerdo, también en cuanto a su contenido. La formación española es muy influyente entre las derechas extremas y populistas europeas en lo que se refiere a Hispanoamérica, y además tiene buenas relaciones con Meloni. Pero también por sus buenas relaciones con Meloni, lo que facilita los acuerdos entre Patriots y ECR.
El plan para el futuro
Consolidar esa "mayoría venezolana" es el objetivo para el futuro próximo de las fuerzas de derecha en el Europarlamento, una tarea a priori difícil y lenta, en la que esperan que las elecciones del 5 de noviembre en EEUU jueguen un papel de refuerzo. Sin embargo, las cosas parecen ir más rápido de lo esperado. Esta misma semana se han aprobado tres enmiendas en las que esa mayoría se ha repetido: una sobre la defensa de las exportaciones de productos europeos agrícolas y alcohólicos (como vino, coñac o brandy) ante las represalias que les puedan afectar en el nuevo contexto de tensiones comerciales con terceros países. La segunda fue sobre la financiación de la reserva agrícola para mitigar el impacto económico de los fenómenos meteorológicos; la tercera, sobre una financiación adecuada para la construcción de barreras físicas a lo largo de las fronteras exteriores de la Unión.
Las enmiendas son significativas, no solo porque liberales y socialdemócratas votasen en contra y perdieran, sino por el contenido de las mismas, que afectan a ámbitos relevantes para las derechas: sectores agrícolas, exportación y seguridad en las fronteras, relacionada con la inmigración. Y lo son porque demuestran que existe un ámbito de encuentro ideológico cada vez mayor entre los populares europeos y los partidos que están a su derecha.
Las consecuencias para España
Los distintos cortafuegos que se habían establecido frente a las extremas derechas están debilitándose en muchos países europeos, pero también en el seno de la Unión. Uno de los propósitos de Patriotas, declarado por Orbán, consistía forzar esos límites: "No queremos que el PPE siga atrayendo a los votantes de derecha para engañarlos y cooperar después con la izquierda".
En este sentido, se ha producido un paso adelante. La configuración del Parlamento tras las elecciones permitía al PPE llegar a acuerdos con socialdemócratas y liberales o hacerlo con las soberanistas. Si el primer impulso fue mantener el eje anterior, ahora no parece tan claro. Los populares están jugando al posibilismo y se está demostrando en aquellos temas en los que los puntos de vista son semejantes, en general por desplazamiento hacia la derecha de los populares, como política exterior, inmigración, agricultura y freno a la reconversión verde. El paso siguiente es que esa mayoría entre las distintas derechas se convierta en lo habitual en lugar de lo ocasional. Eso daría pie a una UE muy diferente. Las fuerzas de derecha creen que una hipotética victoria de Trump ayudaría en ese sentido, pero tampoco la entienden como imprescindible: la nueva relación de fuerzas está ahí, y los movimientos de partidos populares europeos, como el alemán, hacia su derecha son muy evidentes. En España, las consecuencias pasarían por una alianza entre PP y Vox, no solo bien vista, sino instigada por Europa. Por un camino o por otro, por la vía de las coaliciones o de la influencia, las nuevas derechas están llevando a las tradicionales hacia su objetivo.
Los próximos meses de la Unión Europea serán muy movidos, en distintos sentidos, y arrojarán consecuencias políticas en el interior de los países. El cambio de eje ideológico está tomando cuerpo y las difíciles decisiones que se deberán tomar en el seno de las instituciones europeas en los próximos meses pueden verse definitivamente marcadas por él.
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