La "Ibiza del norte" que lucha contra el turismo masivo: se plantea cobrar una tasa para proteger sus espacios naturales
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El aumento del turismo en Cantabria ha puesto sobre la mesa un tema candente: la implementación de una tasa turística para mitigar los efectos de la afluencia masiva de visitantes en zonas clave como el bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal o el Faro del Caballo en Santoña. Estas áreas naturales han experimentado una gran presión, con más de 800 personas diariamente visitando el bosque de secuoyas el pasado verano, y largas colas para descender los 763 escalones del emblemático faro.
El Partido Socialista Cántabro (PSC-PSOE) ha propuesto que los municipios puedan aplicar una ecotasa, siguiendo el ejemplo de regiones como Cataluña o Baleares, con el objetivo de proteger el medio ambiente y mejorar los servicios públicos. Sin embargo, el debate ha generado posturas enfrentadas entre los diferentes grupos políticos.
Pablo Zuloaga, líder de la formación, destacó la necesidad de regular el turismo para evitar que Cantabria se vea afectada por la saturación que ya sufren otros destinos. Según el portavoz socialista, este impuesto permitiría a los visitantes "contribuir al mantenimiento del entorno".
¿La medida más efectiva?
Mientras el PSOE insiste en la urgencia de establecer un marco legal que permita a los ayuntamientos aplicar este impuesto, partidos como el PP y Vox han rechazado la propuesta, argumentando que la comunidad aún no enfrenta un serio problema de sobresaturación turística. Según estos grupos, la medida tiene un fin meramente recaudatorio y podría perjudicar al sector turístico local.
🏖️ El turismo masificado está generando un aumento de precios (vivienda, hostelería, productos culturales) que va en detrimento de la gente que vivimos aquí todo el año, condenada al empleo temporal y precario.
— Cantabristas (@cantabristas_) August 11, 2022
😡 Y Cantabria no es un resort turístico. Es el lugar donde vivimos. pic.twitter.com/TblCIkZQey
Por su parte, el consejero de Turismo, Luis Martínez Abad, ha reconocido la necesidad de trabajar hacia un turismo sostenible, pero descarta de momento la aplicación de la ecotasa. Mientras tanto, algunas zonas ya están tomando medidas. En Cabezón de la Sal, se ha anunciado que para el próximo verano se instalarán tornos de acceso en el bosque de secuoyas, limitando la entrada diaria a entre 300 y 350 personas para preservar el entorno.
También se están implementando pruebas piloto de control de acceso en el Faro del Caballo, con la intención de limitar la entrada a 100 personas cada dos horas durante los meses de verano. Mientras tanto, la región continúa implementando medidas para gestionar el turismo de manera más sostenible.
🌊💚 Hay sitios tan espectaculares en Cantabria, que si no existiesen, habría que crearlos 💚 🌊
— Postureo Cántabro 💢 Presume de Cantabria (@Postureo_CANT) February 24, 2022
📍 Faro del Caballo (Santoña)
📷 IG ken4photo pic.twitter.com/UGcXHGPz5Q
La protección del entorno natural, la regulación de los accesos y el fomento de un turismo responsable son ahora las principales prioridades de las autoridades cántabras. La tasa turística podría convertirse en una herramienta clave para alcanzar estos objetivos, aunque su futuro en la comunidad sigue siendo incierto.
El turismo en Cantabria sigue creciendo, con un aumento del 3,7% en agosto de 2023 en comparación con el año anterior, lo que ha reavivado la preocupación por el impacto ambiental. La pregunta que queda en el aire es si la comunidad podrá encontrar un equilibrio entre aprovechar el auge turístico y proteger sus tesoros naturales. La discusión sobre la tasa turística está lejos de cerrarse, y parece que el debate sobre cómo gestionar el turismo de manera sostenible no ha hecho más que empezar.
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El aumento del turismo en Cantabria ha puesto sobre la mesa un tema candente: la implementación de una tasa turística para mitigar los efectos de la afluencia masiva de visitantes en zonas clave como el bosque de secuoyas de Cabezón de la Sal o el Faro del Caballo en Santoña. Estas áreas naturales han experimentado una gran presión, con más de 800 personas diariamente visitando el bosque de secuoyas el pasado verano, y largas colas para descender los 763 escalones del emblemático faro.
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