Sánchez mantiene que sólo cambiará a Ribera en el Gobierno pero anuncia renovación en el PSOE
El presidente asegura que su "idea" es suplir solo a la nueva comisaria europea pero sí apunta a nuevas caras en el partido y a una revitalización del discurso tras el congreso
Pedro Sánchez se prepara para una nueva etapa política, que comenzará a visualizarse en el congreso del PSOE a finales de noviembre en Sevilla. El Gobierno y el partido están ahora anegados por el escándalo de los trapicheos del exministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, que fue este sábado la comidilla en la recepción de la Fiesta Nacional en el Palacio Real. Pero el presidente, en conversación informal con periodistas, adelantó que su intención es realizar una renovación discursiva y de equipos en ese cónclave, que permita refrescar al Ejecutivo con nuevas ideas.
El congreso se celebrará prácticamente a la vez que Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, tenga que abandonar el Gobierno para ocupar en la nueva Comisión Europea la cartera de Competencia y Transición Verde. Los socialistas llevan meses especulando que el presidente podría aprovechar ese momento para realizar una remodelación más profunda. Y aunque no tendría ningún sentido anunciarla, Sánchez sí ha ratificado este sábado que su "idea" es que "sólo sea Teresa".
Si el presidente mantiene esta decisión, los cambios se circunscribirían al partido. Internamente sí se da por hecho que modificará de manera sustancial la composición de la Ejecutiva, pero en Ferraz los dos puestos relevantes son la vicesecretaria general que ocupa la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la secretaría de Organización de Santos Cerdán, que es el verdadero jefe del partido. En el PSOE hay ya una discusión abierta sobre si seguirá o no, a la que el propio Sánchez ha dado hoy fuelle. Pero hasta ahora la impresión en el entorno de la dirección era que el puesto de Cerdán estaba garantizado.
Los socialistas atraviesan esos días un momento de intenso bajón tras conocerse más detalles de la trama de comisiones vinculada a su número tres. Pese a los intentos de blindaje de la Moncloa porque hace ocho meses, cuando se detuvo a su asesor, Koldo García, echaron a Ábalos del grupo parlamentario. El jefe del Ejecutivo se agarra a esta circunstancia como una tabla de salvación y la contrapuso hoy a la actuación en otros tiempos del PP ante los casos de corrupción. Antes se "escondían", defendió, y nadie "asumía responsabilidades" y ahora se ha respondido "con contundencia, prontitud y transparencia".
Por eso dijo sorprenderse de ver a Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, que han pedido su dimisión, como "Torquemadas de la corrupción". El presidente del Gobierno y el dirigente del PP ni siquiera se han saludado.
Por segunda vez, el jefe del Ejecutivo eludió referirse al impacto que ha tenido para él las revelaciones sobre el caso Ábalos, que fue durante años una persona de su núcleo duro, y reiteró que "lo personal me lo quedo para mí". Pero, toda la información conocida ahora, revela un fallo general del sistema para detectar las corruptelas en la Administración General del Estado, donde un personaje como el comisionista Víctor de Aldama, ahora en prisión, se movía a sus anchas. Y algunos puntos ciegos en el relato sobre la visita a España de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez.
Si como ahora mantiene el Gobierno, el viaje, organizado por Aldama con el apoyo también de Ábalos, se canceló al darse cuenta de que había sanciones de la UE contra ella y no podía pisar suelo europeo, no se comprende la cobertura política que todo el Ejecutivo le dio al exministro.
La situación es difícil para el PSOE, pese al cortafuegos puesto con Ábalos. A la espera de las próximas encuestas, Sánchez insistió en que hay opciones de sacar adelante los presupuestos, que dependen de ERC y de Junts, y que su propósito es agotar la legislatura.
El presidente confía en superar también esta crisis y recuerda que, contra todo pronóstico, se frenó a la ultraderecha en las elecciones generales del año pasado y el PSOE, como se decía, no se estrelló en las europeas. Y ahora, según informa EFE, percibe "una conexión importante" entre las políticas del Gobierno y lo que piensa una parte del electorado "muy relevante".
Pedro Sánchez se prepara para una nueva etapa política, que comenzará a visualizarse en el congreso del PSOE a finales de noviembre en Sevilla. El Gobierno y el partido están ahora anegados por el escándalo de los trapicheos del exministro de Transportes y ex secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, que fue este sábado la comidilla en la recepción de la Fiesta Nacional en el Palacio Real. Pero el presidente, en conversación informal con periodistas, adelantó que su intención es realizar una renovación discursiva y de equipos en ese cónclave, que permita refrescar al Ejecutivo con nuevas ideas.
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