Juan Carlos I usa el avión de su dentista, pero nadie sabe cómo lo paga (Hacienda tampoco)
El rey emérito se desplaza por la Península Ibérica en un Cessna 560XL de tres millones de euros, que pertenece al odontólogo Eduardo Anitua, pero su residencia fiscal en Abu Dabi le exime de declarar el origen de este dinero
Juan Carlos I está utilizando el avión privado de su médico y amigo Eduardo Anitua para moverse por la península. El monarca está aprovechando su residencia fiscal en Emiratos Árabes para no tener que declarar a la Agencia Tributaria el origen de los fondos que utiliza para sufragar sus desplazamientos en el jet del odontólogo, un Cessna 560XL construido en 2004 y valorado en unos tres millones de euros. Tampoco está obligado a revelar cómo abona sus facturas en la clínica de Anitua en Vitoria, a pesar de que, oficialmente, carece de ingresos desde hace tres años.
Como reveló El Confidencial, el rey emérito ha constituido una fundación opaca en Abu Dabi con las infantas Elena y Cristina. El antiguo jefe del Estado exprimió el avión del dentista el pasado lunes. La aeronave, matrícula EC-ISQ, despegó a las 8.30 horas de Vitoria y aterrizó en el aeródromo de Cascais (Portugal) una hora y 14 minutos después. Juan Carlos I había llegado días antes a Lisboa para disfrutar de la capital portuguesa, como adelantó El Periódico. El Cessna 560XL despegó de Cascais, ya con el monarca a bordo, a las 10.17 hora española y regresó a Vitoria a las 11.24.
Nada más bajarse del avión, Juan Carlos I se dirigió directamente a la clínica del doctor Anitua, situada en una zona residencial a las afueras de la capital vasca. El padre de Felipe VI lleva meses sometiéndose a un revolucionario tratamiento regenerativo de tejidos en este centro y ha pasado por sus instalaciones en sus últimas visitas a España, aunque Anitua también viaja periódicamente a Abu Dabi para examinarlo.
Después de la comida, el monarca volvió al aeródromo de Vitoria y se subió otra vez al EC-ISQ para poner rumbo a Vigo a las 17.23 horas. A pie de pista lo esperaba 57 minutos después su amigo Pedro Campos, armador del Bribón, con quien pasará dos semanas navegando por aguas de las Rías Baixas. El avión privado emprendió a continuación el regreso a su base en Vitoria.
Fuentes cercanas a Juan Carlos I aseguran que Anitua "le está dejando el avión sin cobrarle nada". Pero aún así tendría que declarar la cesión
La aeronave es propiedad de Nordjet Airlines SL, una compañía controlada desde 2012 por el dentista de Juan Carlos I a través de la sociedad Gac Medicale SL. Según fuentes de la propia compañía chárter, su flota se reduce actualmente al Cessna 560XL. La empresa facturó el año pasado 2,2 millones de euros y cerró el ejercicio con un resultado positivo de 85.436 euros.
Fuentes próximas al antiguo jefe del Estado aseguran a El Confidencial que Anitua es "extremadamente rico y le está dejando el avión sin cobrarle nada". Pero incluso en ese caso, Juan Carlos I tendría que declarar la cesión de la aeronave como una donación, igual que hizo en su segunda regularización fiscal, en febrero de 2021, cuando tuvo que pagar a Hacienda 4,4 millones de euros por ocultar que su primo Álvaro de Orleans le había regalado vuelos privados por importe de más de 8 millones.
Su condición de residente en Abu Dabi le otorga ahora otro estatus. Ocurre lo mismo con sus visitas a la clínica de Anitua. El pago de esas consultas constituye otra incógnita en la biografía reciente de Juan Carlos I.
El Juzgado de Instrucción número 29 de Barcelona está investigando al médico de cabecera del rey emérito, Manuel Sánchez Sánchez, por una ampliación de capital presuntamente falsa que habría servido para saldar la deuda contraída por el monarca tras años de tratamientos de cirugía estética y rejuvenecimiento. Uno de los supuestos testaferros del monarca, el empresario mexicano Allen Sanginés-Krause, inyectó 1,3 millones de euros en la clínica del doctor Sánchez entre 2016 y 2018. Sin embargo, Sanginés-Krause se desentendió de la gestión de la sociedad, aceptó una participación minoritaria y ni siquiera reclamó dividendos.
Su empadronamiento fiscal en la exclusiva isla de Nuray le permite ahora extender otro velo sobre las facturas de la clínica de su amigo Anitua. En marzo de 2020 dejó de recibir una asignación de los Presupuestos Generales del Estado y, para costear su segunda regularización fiscal de febrero de 2021, utilizó dinero prestado por algunos de sus amigos. En esta última ocasión, además, manifestó a la Agencia Tributaria que no tenía más patrimonio oculto.
Su última visita a España abre una grieta en esa versión. Este diario desveló hace unos días que el monarca ha creado una fundación en una zona franca de Abu Dabi para centralizar todos sus activos y poder dejárselos en herencia a las infantas Elena y Cristina cuando fallezca. Emiratos es uno de los territorios más favorables para la creación de entramados offshore. Es imposible conocer el patrimonio que oculta la fundación.
Juan Carlos I está utilizando el avión privado de su médico y amigo Eduardo Anitua para moverse por la península. El monarca está aprovechando su residencia fiscal en Emiratos Árabes para no tener que declarar a la Agencia Tributaria el origen de los fondos que utiliza para sufragar sus desplazamientos en el jet del odontólogo, un Cessna 560XL construido en 2004 y valorado en unos tres millones de euros. Tampoco está obligado a revelar cómo abona sus facturas en la clínica de Anitua en Vitoria, a pesar de que, oficialmente, carece de ingresos desde hace tres años.
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