Un viaje al pasado: este es el misterio que se esconde debajo de la catedral de Santander y que poca gente conoce

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La antigua abadía de San Emeterio es lo que hoy conocemos como la catedral de Santander, uno de los edificios más antiguos y emblemáticos de la capital de Cantabria. Construida sobre un pequeño cerro que vigilaba la entrada de barcos en la bahía, esta edificación ha sufrido varias reconstrucciones a lo largo del tiempo. Su renovada arquitectura dio paso a un diseño más austero que recuerda a una fortaleza militar.

El incendio que arrasó gran parte del casco histórico de la ciudad dejó a la vista una extensa galería de cicatrices externas que obligaron a cambiar por completo su estructura. Un fuerte vendaval azotó las calles de Santander un 15 de febrero de 1941 en una estampa invernal que redujo a cenizas las mejores joyas arquitectónicas de la ciudad.

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Agua desbordada, barcos a la deriva, y árboles centenarios que ya no eran el anclaje, sino el reflejo del desastre. Sus raíces se resquebrajaron y el fuerte temporal sumió en oscuridad y llamas a esta ciudad que triunfa entre los turistas europeos y es una de las más bonitas de la costa norte de España. Fue uno de los peores desastres naturales que se recuerdan, dejando más de 10.000 damnificados y 400 edificios en ruinas.

De abadía a catedral: lo que se esconde debajo

El complejo monumental y arquitectónico lo forman tres naves de distinta altura y el acceso es a través de un majestuoso claustro gótico. La catedral tiene un marcado aire medieval por sus robustos muros y una sobria torre campanario que recuerda a una época pasada. En esta última se encuentra el Centro de Interpretación de la Historia de Santander.

Este templo divino, ubicado en la calle Somorrostro, está formado por dos iglesias superpuestas de estilo gótico, la Capilla del Cristo (una de las partes más interesantes de la catedral), en la parte inferior, y la iglesia alta, que se corresponde con el templo actual, dedicado a Nuestra Señora de la Asunción.

El pavimento acristalado de la capilla permite ver uno de sus misterios ocultos: las termas romanas de Portus Victoriae. Entre 1982 y 1983 se realizaron unas excavaciones arqueológicas que revelaron los vestigios del asentamiento romano del Puerto de la Victoria, un promontorio rodeado por mar casi en su totalidad.

Los restos de estas instalaciones están compuestas por un hipocausto con al menos nueve calles y un praefurnium de sillería. Uno de sus elementos más destacados es el horno donde se guardaron durante la Edad Media las cabezas de los mártires San Emeterio y Celedonio, sacrificados en Calahorra en el siglo III. La Iglesia del Santísimo Cristo fue construida a principios del siglo XIII y es la perfecta transición del románico al gótico que, gracias a su luz tenue y ambiente sereno, crea un espacio idóneo para la oración. En su interior reposan los restos de Menéndez Pelayo que fueron trasladados desde el camposanto santanderino.