Ferraz respira tras taponar el trasvase de voto socialista al PP
La fuga de votantes, que fue una preocupación antes del 23-J, no es ahora una amenaza. El PSOE le ha perdido miedo a Feijóo porque la sociedad española y parte de sus votantes no le percibe como presidente tan sólidamente
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El día a día en la Moncloa y en Ferraz consiste en resolver un problema tras otro. Apenas hay periodos valle. Con una mayoría parlamentaria tan exigua como la actual y en manos de Junts, todo es una sucesión de conflictos. La legislatura es muy compleja y así lo atestiguan las encuestas. La derecha suma pese a los temores de Vox por la entrada en escena de Alvise. Mientras que al bloque progresista no le dan los números por el declive electoral de Sumar.
Populares y socialistas se mantienen estables en los porcentajes de voto cosechados en las generales, pero el PSOE ha logrado taponar la fuga de votos al PP. El boquete existe, nunca se cierra del todo. La diferencia es que ahora no es una amenaza por el discurso "duro" de Alberto Núñez Feijóo. Este trasvase, que antes del 23-J llegó a alcanzar los 800.000 votos, decanta el resultado de unas elecciones. En Génova lo saben porque en la última semana de campaña al PP se le esfumó la mitad de ese montante por una acumulación de fallos propios y un error estratégico de base: pensar en el electorado central pesaba más el desgaste de la figura de Pedro Sánchez que el miedo a Vox.
El 23-J o las recientes elecciones en Francia son la prueba más cercana de que no se puede dar nada por sentado. Los sondeos son la imagen solo de un momento concreto que, repetido, supone una tendencia. La fotografía que arrojan ahora, de manera tozuda desde el comienzo de este año, es que el número de votantes socialistas que migran al PP son unos 200.000 de media. Si se añaden a los alrededor de 350.000, que ya hicieron el viaje en las generales, la adición entra dentro de parámetros normales.
El agujero es controlable en un periodo, además, de mucha dificultad para el PSOE, con la amnistía como gran asunto de la legislatura, sustituido ahora por otro no menos polémico como la financiación singular para Cataluña o concierto fiscal solidario.
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Esto no cambia que las circunstancias electorales para la izquierda, a día de hoy, son malas porque Sumar está caído y las encuestas estiman que lograría solo la mitad de los diputados. Ni influye en la la pujanza de la derecha, sobre todo gracias a la fortaleza pétra de Vox, en un contexto internacional que le resulta muy favorable. Pero en Ferraz respiran porque sus electores ya no se echan en brazos de Feijóo y por otro dato de los sondeos al que conceden una gran importancia: la bajada de popularidad del líder del PP entre sus propios votantes.
El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, José Félix Tezanos, lo citó en su última comparecencia en el Congreso y es un argumento al que Moncloa recurre frecuentemente. Según el último CIS, el 24,8% de los españoles quieren a Sánchez en la presidencia del Gobierno, frente al 12,1% que escogen a Feijóo. Y entre los que le prefieren, solo un 49,2% declaran haber votado al PP.
En el momento más álgido del dirigente gallego, unos tres meses después de llegar a Génova y de que Juanma Moreno arrasara en las andaluzas, Feijóo llegó a estar muy cerca de Sánchez, 20,8% frente a 22,1% y con un apoyo del 71,3% de los electores populares.
El candidato popular inquietó mucho a Moncloa al principio cuando mostró una gran fuerza por su halo de líder moderado. Por eso impulsaron una potente campaña contra él, con el propósito de desmontar esta imagen. Poco a poco dio sus frutos, pero cuando llegó a cuajar fue tras las elecciones autonómicas y municipales. El PP valenciano tumbó la estrategia de dilatar los pactos con Vox. Génova no lo paró, ni Feijóo fue capaz de transmitir al electorado más tibio que no gobernaría con la ultraderecha. Aun así, el PP ganó las elecciones y estuvo muy cerca de poder gobernar.
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En estos momentos las encuestas reflejan la suma de la derecha pero en la dirección socialista se agarran a que Feijóo "está en su peor momento de valoración". Ha bajado 20 puntos, destacan, como futuro presidente entre sus propios votantes. Y eso, defienden, "cuestiona que esté en condiciones de hacer realidad los números de algunos sondeos". "Un candidato con esa valoración entre los suyos es un candidato fallido".
"Vemos como intentan de todo, sin dar en la tecla", aseguran en Ferraz, ahora que el PP pone el acento en temas menos ideológicos y con mayor permeabilidad social como las dificultades de conciliar trabajo y crianza o la reducción de la jornada laboral. "Todo es una huida hacia adelante", sentencian los socialistas respecto a la tarde que los populares llegan a estos temas. "No pueden estar siete años sin convocar un congreso para debatir ideas".
Dure lo que dure la legislatura, en la cúpula socialista y en Moncloa tienen bastante claro que la discusión central volverá a ser la misma que el 23J e idéntica a la que recorre Europa: abrir las compuertas y dejar o no que gobierne la ultraderecha. Y "nadie que pacte con Vox", sostienen en el PSOE, podrá seducir "al número indeterminado de votantes que hay en el espacio central". En definitiva, que no habrá migraciones en masa mientras el partido de Santiago Abascal siga presente en la ecuación.
El día a día en la Moncloa y en Ferraz consiste en resolver un problema tras otro. Apenas hay periodos valle. Con una mayoría parlamentaria tan exigua como la actual y en manos de Junts, todo es una sucesión de conflictos. La legislatura es muy compleja y así lo atestiguan las encuestas. La derecha suma pese a los temores de Vox por la entrada en escena de Alvise. Mientras que al bloque progresista no le dan los números por el declive electoral de Sumar.