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La familia tradicional ya es minoritaria en España
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La familia tradicional ya es minoritaria en España

Los núcleos familiares formados por dos progenitores y uno o más hijos llevan décadas en descenso. El último Censo muestra que ya ni siquiera son el 50%

Foto: Una niña abraza a su madre a las puertas de un colegio (EFE/Raquel Manzanares)
Una niña abraza a su madre a las puertas de un colegio (EFE/Raquel Manzanares)
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En 1997, el economista estadounidense Lester C. Thurow publicaba en El País que “la familia tradicional” estaba en proceso de extinción. “El ‘individualismo competitivo’ crece a expensas de la ‘solidaridad familiar’. El ideal es ‘elección’, no ‘ataduras’. En el lenguaje del capitalismo, los niños han dejado de ser ‘centros de beneficios’ y han pasado a ser ‘centros de coste’, resumía.

Thurow murió en 2016 sin llegar a ver cumplida del todo su profecía, que predecía el fin de un modelo de familia que todavía hoy tiene un peso considerable. Pero sí le dio tiempo a observar cómo las tendencias le iban dando la razón. ‘Families are changing’ es el título que la OCDE escogió ya en 2011 para un artículo sobre el fenómeno. Y con datos de España, el organismo publicó hace dos años un extenso informe que refleja cómo las familias son cada vez más diversas.

Una madre, un padre y uno o varios hijos. Es la imagen que casi por defecto se genera en la mente de buena parte de la sociedad española cuando se piensa en la familia clásica o tradicional. Pero en realidad, hace décadas que empezamos a acostumbrarnos a otros modelos. En los últimos años, este proceso de cambio en las familias muestra signos de aceleración. En 2022, el porcentaje de población casada dejó de ser mayoritario en España. En julio de este año conocíamos que la custodia compartida se imponía en nuestro país.

Los últimos datos del Censo marcan un nuevo hito en estas tendencias. Por primera vez, la proporción de familias formadas por dos progenitores y uno o más hijos, las ‘familias tradicionales’, han dejado de ser la mayoría. La suma de las parejas sin hijos o los núcleos familiares formados por un solo progenitor y uno o más hijos ya son más.

Los núcleos familiares pueden estar formados bien por un matrimonio o pareja que convive con o sin hijos, o bien por uno de los dos progenitores que convive con algún hijo, según la definición del Instituto Nacional de Estadística (INE). “Por ejemplo, dos hermanos que vivan juntos no son un núcleo familiar”, aclara Cristina Casaseca, subdirectora general de estadísticas demográficas del INE. Así, cuando un hijo se va a vivir con su pareja, pasa a considerarse parte de un nuevo núcleo.

Foto: Niños turistas caminan en una calle de Ronda (España). (Reuters/Jon Nazca)
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“Comparado con otros países de nuestro entorno, España es el país donde la transformación familiar ha sido más rápida”, afirma Luis Ayuso, catedrático de Sociología en la Universidad de Málaga y experto en familias, parejas y sociedad digital. Para el experto, aunque la tendencia ha sido similar a la de otros países, aquí se han acometido cambios de forma más rápida, profunda y, al mismo tiempo, tolerante. “Tenemos tasas de aceptación del divorcio similares a las de Suecia, en un país donde eso era pecado mortal hace 40 años”, pone como ejemplo.

Pero a pesar de la rapidez de los cambios, “sigue manteniéndose la estructura familiar, y eso no ocurre en Suecia”, dice Ayuso. “La comida de los domingos, las vacaciones en familia, celebrar los cumpleaños… son imágenes de la vida cotidiana que refuerzan las redes familiares”, añade. Este familiarismo español, además, está aceptado de forma general, más allá de la ideología o la religión. Según datos de la OCDE, entre el 78% y el 87% de los españoles mantienen un contacto a la semana con sus padres o hijos, frente al 61% y 67% de media internacional.

El cambio en la evolución de la estructura de las familias se ha visto en todo el país, aunque no en todas partes con la misma intensidad. De hecho, en 13 provincias y las dos ciudades autónomas, todavía son más las familias formadas por dos progenitores y uno o más hijos.

Murcia, Sevilla y Jaén son las zonas donde este modelo resiste con más fuerza, mientras que en Ourense, Asturias y León la distancia entre la familia tradicional y el resto es más amplia. Los datos permiten también ver las provincias con más proporción de núcleos monoparentales. Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y de nuevo Ourense se sitúan a la cabeza en mayor porcentaje de familias formadas por un progenitor y uno o varios hijos.

El tipo de familia que más ha crecido, de hecho, es el de aquellas formadas por un solo progenitor y uno o varios hijos. Si en los 90 este era el caso del 11% de los núcleos familiares, ahora son uno de cada cuatro. Y solo en la última década, este grupo ha crecido ocho puntos porcentuales. La comparativa, no obstante, se puede ver afectada por la propia forma de hacer cada Censo. Solo en el último, el de 2021, esta información se ha recopilado de registros administrativos, mientras que antes provenía principalmente de encuestas.

Para Ayuso, es importante además interpretar bien el incremento de hogares monoparentales en un contexto de descenso de natalidad. “Habría que ver qué edades tienen los hijos de esos hogares”, considera ante la posibilidad de que en muchas de ellas los hijos ya no sean niños sino que tengan más de 30 o incluso de 60 años.

En ese sentido, la Encuesta de Características Esenciales de la Población (Ecepov) realizada también por el INE, rebaja la proporción de los núcleos monoparentales a un 18% de las familias. Además, la mayor parte de ellos, están formados por un progenitor y uno o más hijos mayores de 25 años según estos datos, que sí permiten ver el cruce por edad.

"Hay formas de convivencia que los registros no van a medir, como las parejas que no están inscritas en ningún registro"

La disparidad entre ambas fuentes se debe a que la información del Censo viene de registros administrativos. Esto, aunque permite ser mucho más exhaustivo que una encuesta, refleja peor, en ocasiones, algunas realidades. “Hay formas de convivencia que los registros no van a medir, como las parejas que no están inscritas en ningún registro”, cuenta Casaseca. Para la subdirectora del INE, este es precisamente uno de los retos que las estadísticas demográficas tienen por delante: “Hay un interés muy grande en medir formas de convivencia, porque no hay una fuente específica que mida este fenómeno”, advierte.

Pero pese a la discrepancia entre el peso de los distintos tipos de familia, la Ecepov sí confirma el mismo hito que marca el Censo: los núcleos familiares formados por un padre, una madre y uno o más hijos ya son menos de la mitad de las familias. Según esta encuesta, este tipo de núcleos son el 49%, mientras que las parejas sin hijos son un 33% y las familias monoparentales un 18%. Estos porcentajes se calculan sobre el total de núcleos familiares, aunque en el hogar donde convivan haya otras personas. Desde el INE apuntan que, si se toman solo los núcleos familiares en hogares sin otras personas, algo más cercano al concepto de "familia tradicional", el porcentaje de parejas con uno o más hijos es del 51% y los núcleos monoparentales un 16%.

El futuro de los cuidados, en riesgo

En 2008, la oficina de estadísticas europeas, Eurostat, elaboró un reglamento para que los censos fuesen comparables entre países y en el tiempo. Hasta entonces, la forma de categorizar los tipos de hogar cambiaba de un Censo a otro en un intento de adaptar la estadística a la realidad cambiante. A cambio, esto impide poder comparar los hogares de hoy con los de hace 20 años a partir de los censos, que se consideran la principal fuente de información demográfica.

Al final, los datos más estables para ver la evolución de las familias son los del tamaño del hogar. En el censo de 1970, había de media cerca de 4 personas por casa en España, mientras que esa cifra ahora no llega a 3, una evolución en consonancia con la de la natalidad en nuestro país.

La inmigración es otro de los factores que hablan del cambio social en España. Como sucede con el divorcio, la aceptación de las familias con miembros migrantes es muy amplia. En 2016, con datos del Centro de Investigaciones Sociológicas, el 88% de los españoles aprobaban que dos personas de distinto origen racial tuvieran hijos.

El único freno a la caída de la natalidad y al descenso del tamaño de los hogares está siendo, de hecho, la población extranjera. Tanto es así que incluso los hogares con cinco o más habitantes han crecido, en contra de la tendencia general hacia que las casas cuenten cada vez con menos integrantes. “Donde hay más extranjeros, el tamaño del hogar es más alto, mientras que donde la población está más envejecida, tienes más hogares unipersonales”, resume Casaseca.

Para Ayuso, la cultura familiarista de España no deja de ser un “antídoto” contra “una de las grandes enfermedades de este siglo, como va a ser la soledad”. El experto retoma de nuevo el ejemplo de otros países donde el Estado ha “desfamiliarizado” los servicios pero, al mismo tiempo, a su juicio, los ha “deshumanizado”. “Tenemos a muchas personas libres pero solas", confiesa.

Pero ese antídoto Español podría agotarse. El hecho de que cada vez sea menos habitual formar parejas, pone en riesgo el mantenimiento de la red familiarista. “Tenemos un sistema de bienestar invisible que se apoya sobre las redes familiares, los padres, hermanos, los tíos o los primos”, opina Ayuso. “Cada vez hay menos parejas estables y tenemos menos hermanos. Cuando eso se proyecte en el tiempo, no se podrá cumplir la función que cumple ahora la familia”, dice el sociólogo.

En 1997, el economista estadounidense Lester C. Thurow publicaba en El País que “la familia tradicional” estaba en proceso de extinción. “El ‘individualismo competitivo’ crece a expensas de la ‘solidaridad familiar’. El ideal es ‘elección’, no ‘ataduras’. En el lenguaje del capitalismo, los niños han dejado de ser ‘centros de beneficios’ y han pasado a ser ‘centros de coste’, resumía.

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