La debilidad de Sumar limita a Sánchez para lanzarse a unas nuevas elecciones generales
El PSOE necesita que el espacio a su izquierda se recomponga electoralmente, acaben las guerras y piensen en una única candidatura. Ya está en marcha la reflexión para cimentar un nuevo proyecto político de cara a un adelanto
Septiembre, el mes de los buenos propósitos, ha empezado para el Ejecutivo con un único objetivo: seguir adelante, alargar la legislatura, pese a las evidencias de una mayoría parlamentaria quebradiza, que depende en todas las votaciones de la voluntad de Junts. Con o sin presupuestos, con o sin el respaldo del Congreso. La "determinación" de Pedro Sánchez es aguantar para coger oxígeno, ganar tiempo y tratar de exhibir ante los españoles un proyecto de Gobierno, volcado sobre todo en medidas sociales. Visualizar que el botón nuclear de unas nuevas elecciones generales le pertenece a él y no a Carles Puigdemont.
La motivación es fundamental en la vida, pero la realidad es que al presidente no le queda más remedio que resistir porque no le dan los números. Aunque quisiera, no podría convocar por el altísimo riesgo de que llegue a la Moncloa la derecha. La aritmética para un Gobierno progresista fallaría por la debilidad electoral de Sumar. Un dato fundamental que se orilla cada vez que se agita el espantajo del adelanto electoral. Y que cargos del PSOE esgrimen cuando se les interpela por la decisión de continuar, sin poder aprobar ni unos nuevos presupuestos.
El PSOE necesita que se recupere el espacio a su izquierda para que el bloque progresista sea competitivo en unas nuevas elecciones. Sumar salvó la papeleta del 23J y logró un 12,31%, 31 diputados. En 2019 Unidas Podemos había conseguido 35, un 12,97%. Pero entonces toda la izquierda no se presentaba junta y Más País, diluido ahora en la plataforma de Yolanda Díaz, obtuvo tres parlamentarios. Ahora, con Sumar roto por la salida de Podemos de su grupo parlamentario, el valor de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo es, según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 7,8% en el mercado electoral.
El problema es que a esta merma de escaños se añade que Podemos retiene un porcentaje de votos (3,66%). La presentación de dos candidaturas aún haría más daño y sería prácticamente imposible reeditar el Gobierno de coalición. Sánchez ya forzó la fusión en 2023, cuando el enfrentamiento entre Díaz y los morados era un hecho. Pero el acuerdo fue un espejismo y Podemos, tras quedarse sin un solo cargo en el nuevo Ejecutivo, se independizó. Su supervivencia quedó confirmada en las elecciones europeas con dos eurodiputados y tres para Sumar.
Durante estos meses el PSOE ha cambiado su opinión sobre el liderazgo de Yolanda Díaz. De ayudarla en la anterior legislatura en la guerra con Pablo Iglesias, Irene Montero y Ione Belarra, a desentenderse de ella tras constatar su deterioro en las elecciones gallegas, vascas, catalanas y europeas y competir por los votos.
Ahora, sin un horizonte electoral a corto plazo, las piezas se han vuelto a recolocar. En el Gobierno dan otra vez aire a Sumar ante la necesidad de que se reordene ese espacio y se llegue otra vez a una convergencia con Podemos. Se asume la obligación de visibilizar que en el Ejecutivo haya dos partidos, aunque eso produzca fricciones.
El equilibrio no es fácil porque se necesita que Díaz se fortalezca, pero al bloque socialista del Gobierno le irritan las discrepancias. Sumar está tratando de tener iniciativa propia a través del grupo parlamentario y de marcar perfil de cara a la elaboración de los presupuestos. En parte para dar bola a todos los partidos de la plataforma, Compromís, Más País o los Comunes, entre otros.
Pero de manera paralela todo este compendio de formaciones han abierto una reflexión sobre el futuro, que incluye el regreso a una convergencia con Podemos. La ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego, que pertenece a IU, aseguró esta misma semana que "hay que hablar con todo el mundo". Algo que públicamente también ha defendido el coordinador general, Antonio Maíllo. De hecho, Andalucía podría ser el ensayo de ese nuevo proyecto.
Desde la izquierda piden tiempo para volver a llenar el "vacío", acompasar su discurso a los cambios sociales y no limitarse a armar un pacto. Y el presidente del Gobierno concede ese margen, casi por pura necesidad, a pesar de que algunas voces en la Moncloa sostienen que el PSOE podría subir a costa de Sumar hasta alcanzar el 35% del voto.
Son análisis auspiciados por un hecho incontestable: en las europeas casi un 25% del apoyo de Sumar migró al PSOE. Pero que obvia un precedente más realista. En mayo de 2023, los socialistas perdieron seis gobiernos autonómicos y muchos ayuntamientos por la caída de los partidos a su izquierda, que les permitían la gobernanza. El PSOE resistió, aunque no fue capaz de crecer a costa del resto de formaciones progresistas. Hay una bolsa de votantes de izquierdas que nunca votará a los socialistas.
Por eso, la reflexión más extendida es que primero es fundamental que la izquierda a la izquierda del PSOE se organice de nuevo en torno a una única candidatura. Ahí está el ejemplo francés del Nuevo Frente Popular, que consiguió frenar un gobierno de ultraderecha. Y el pragmatismo exhibido en la segunda vuelta con la retirada de candidaturas para beneficiar a otro partido del bloque y que los votos no se perdieran, algo que podría suceder en España entre el PSOE y el próximo Sumar en las provincias menos pobladas.
Para la recomposición hay unos meses por delante. El presidente lleva semanas insistiendo en que hay Gobierno para largo, pero hasta en su propio partido apuntan que sin presupuestos la legislatura está tocada. No porque sea un problema económico una nueva prórroga, sino porque queda en evidencia que Sánchez carece de una mayoría parlamentaria sólida. Se puede aguantar hasta que haya una rendija de oportunidad y adelantar las elecciones. Pero para hacerlo es fundamental que Sumar o la plataforma política que le suceda tenga músculo electoral.
Septiembre, el mes de los buenos propósitos, ha empezado para el Ejecutivo con un único objetivo: seguir adelante, alargar la legislatura, pese a las evidencias de una mayoría parlamentaria quebradiza, que depende en todas las votaciones de la voluntad de Junts. Con o sin presupuestos, con o sin el respaldo del Congreso. La "determinación" de Pedro Sánchez es aguantar para coger oxígeno, ganar tiempo y tratar de exhibir ante los españoles un proyecto de Gobierno, volcado sobre todo en medidas sociales. Visualizar que el botón nuclear de unas nuevas elecciones generales le pertenece a él y no a Carles Puigdemont.
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