Génova evita poner fecha al congreso de Cataluña pese a la presión de algunos sectores del PP
Distintas voces del partido en Cataluña instan a Feijóo a aprovechar el barbecho electoral para acelerar el congreso, "reforzar" una estructura caducada y ratificar a Alejandro Fernández como líder: "Nadie entendería que se le apartara"
Alberto Núñez Feijóo consiguió desactivar todas las bombas territoriales que Pablo Casado le dejó en herencia. Apagó, en primer lugar, el fuego del congreso de Madrid con Isabel Díaz Ayuso al frente, y solventó con diligencia otros polvorines territoriales con guerras intestinas, como Extremadura, Murcia o Navarra. Solo se le ha resistido un frente en los dos años y medio que lleva al frente de Génova. El PP de Cataluña sigue esperando una renovación que no llega. Y Génova no tiene prisa por mover ficha y activar la convocatoria, aprovechando el período de barbecho electoral.
"Los que tienen que celebrar congresos son los que tienen líos internos. No es nuestro caso", responde una fuente autorizada de Génova, en alusión al otoño congresual que se espera en Cataluña con el cónclave de Junts, previsto para finales de octubre; y el de ERC, agendado el 30 de noviembre. La pasividad de la dirección nacional, de la que depende activar el mecanismo interno, inquieta a sectores del partido en Cataluña que piden poner fin al período extraordinario y atajar una situación que se ha enquistado durante demasiado tiempo. "Hay un líder consolidado y al partido le hace falta reforzar su estructura. Si las cosas se tienen claras, ¿para qué esperar?", comentan estas fuentes.
El resultado del PP en las elecciones catalanas de mayo dio una bocanada de aire a una organización que se declaraba "bajo mínimos", con una dirección caducada y que había caído en la irrelevancia por unos resultados electorales paupérrimos. Pero esta vez la organización, capitaneada por Alejandro Fernández, consiguió darle la vuelta y quintuplicar los resultados: de tres a quince escaños. De última a cuarta fuerza.
No fue fácil llegar hasta ahí. El partido amagó con fracturarse por las reticencias de Feijóo de nombrar a Fernández como candidato a la Generalitat. El adelanto electoral les pilló con el pie cambiado, sin la estructura renovada y con un conflicto soterrado que terminó saliendo a la superficie. El líder del PP exploró candidatos alternativos, pero se encontró con varias puertas cerradas. Finalmente, decidió no asumir el riesgo de abrir un cisma interno en plena carrera electoral, y apostó por un Alejandro Fernández incombustible y dispuesto a dar la batalla.
El indiscutible resultado del candidato, que en Génova atribuyeron a un trabajo colectivo, no ha servido por el momento para reafirmarle como líder en un congreso regional. En la dirección del PP sí hay voces que ratifican que Fernández ahora "es intocable" y que el apoyo a su figura "es total". "Con Alejandro nunca ha existido un problema político, sino de feeling personal con Feijóo", analizan otros sectores populares. "Las cosas se hacen con sentido común y con coherencia. A día de hoy, nadie entendería que se le apartara", refrendan.
Pero Feijóo sigue sin dar el paso y sin despejar sus planes para Alejandro Fernández. "Aquí no se moverá nada hasta que lo diga Madrid", ratifican en Cataluña. En Génova priorizan la "estabilidad" a los debates internos, más en un momento tan delicado para la política catalana, y evitan poner fecha al cónclave. Tras los comicios catalanes, se limitaron a afirmar que el congreso se aplazaría, como mínimo, hasta después de las elecciones europeas.
El PP estaba esperando también a que se despejara la incógnita de la investidura de Salvador Illa, ya resuelta gracias al pacto con ERC. Y tampoco hay horizonte electoral alguno en el resto del territorio nacional. Por eso hay sectores del partido que instan a Feijóo a aprovechar el momento y sacar una espina clavada desde hace más de dos años.
El congreso nacional, también paralizado
Lo que también ha congelado la dirección de Génova es su propio congreso nacional. Feijóo llegó a la presidencia del PP a través de un cónclave extraordinario convocado de forma urgente por la herida abierta de la crisis entre Casado y Ayuso. El último congreso ordinario, con debate ideológico y actualización de ponencias, fue el que encumbró a Mariano Rajoy en 2017. Pero no es una circunstancia que incomode precisamente al líder del PP.
En su equipo aseguran que el congreso no se celebrará "hasta que toque", es decir, hasta abril de 2026, cuatro años después de la convención que encumbró a Feijóo en Sevilla en la primavera de 2022. Una de las órdenes que el mandatario gallego decretó a sus cargos fue que lo orgánico no puede ser noticia. Y abrir las tripas del partido, aunque sea para actualizar la ponencia política y no para cuestionar su liderazgo, es de todo menos prioritario para Génova, desde donde instan a no desviar el foco de Sánchez y de su debilidad política. "No es momento de peleas internas", sostenían en la cúpula.
Alberto Núñez Feijóo consiguió desactivar todas las bombas territoriales que Pablo Casado le dejó en herencia. Apagó, en primer lugar, el fuego del congreso de Madrid con Isabel Díaz Ayuso al frente, y solventó con diligencia otros polvorines territoriales con guerras intestinas, como Extremadura, Murcia o Navarra. Solo se le ha resistido un frente en los dos años y medio que lleva al frente de Génova. El PP de Cataluña sigue esperando una renovación que no llega. Y Génova no tiene prisa por mover ficha y activar la convocatoria, aprovechando el período de barbecho electoral.