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Albares se erige en la única voz del Gobierno sobre Venezuela para intentar frenar la crisis
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Tensión diplomática

Albares se erige en la única voz del Gobierno sobre Venezuela para intentar frenar la crisis

El conflicto estalla por Robles, después de responsabilizar al PP, y el Ejecutivo pone orden. El Gobierno se aferra a que Albares mantiene abiertas las vías diplomáticas. La titular de Defensa ratifica su condición de verso suelto

Foto: José Manuel Albares y Margarita Robles, junto a otros ministros. (EFE/Mariscal)
José Manuel Albares y Margarita Robles, junto a otros ministros. (EFE/Mariscal)
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Es obvio que la política exterior la marca el presidente del Gobierno y el ministro de Exteriores. Pero el Ejecutivo se ha visto obligado a imponer esta realidad por la fuerza de los hechos para contener la crisis diplomática abierta con Venezuela. El responsable de Exteriores venezolano, Yván Gil, llamó a consultas a la embajadora venezolana en Madrid, Gladys Gutiérrez, y convocó al embajador español en Caracas, Ramón Santos Martínez, para una amonestación formal, después de que la titular de Defensa, Margarita Robles, calificara de "dictadura" el régimen de Nicolás Maduro, durante su intervención en la presentación de un libro.

Este desliz ha acabado por detonar un conflicto entre los dos países, que se arrastra desde el momento en que el Gobierno atendió la petición del líder opositor, Edmundo González, de concederle asilo político. Y que se ha avivado con la decisión del Congreso de exigir al Ejecutivo que lo reconozca como presidente electo y las propias declaraciones de Robles, una vez más, un verso suelto en el Gobierno.

Esta vez de manera un poco involuntaria porque aunque todo el mundo entiende que, efectivamente, piensa que en Venezuela hay una dictadura y no ve problemas en expresarlo, no ha sido su intención poner todo más difícil a su propio Gobierno. Pero la consecuencia de este resbalón es que escala la crisis y eso ha provocado irritación en el Ministerio de Exteriores, donde durante toda la semana se han afanado en contenerla. El malestar ha quedado muy encapsulado —el Ejecutivo tampoco está para muchos tiros en el pie— pero inmediatamente se ha puesto orden y el único competente para hacer declaraciones es el ministro José Manuel Albares.

Aunque no se le pueda restar importancia a la llamada a consultas, en el Ejecutivo se aferran a que los canales de comunicación con Venezuela permanecen abiertos y Albares mantiene la interlocución con su homólogo. El pronunciamiento, en cualquier caso, esgrimen, no lo realizó el ministro de Exteriores y Robles no tiene responsabilidad en relaciones internacionales. La situación en el país es muy difícil tras las sospechas de fraude electoral de Maduro y su persecución a la oposición, pero existen conversaciones con los dos bloques en busca de una salida.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. (Europa Press/Eduardo Parra)

Sobre estas premisas, el ministro comenzó ayer mismo con el control de daños y en una entrevista a primera hora de la mañana en RNE esquivó calificar a este país caribeño como una dictadura, minimizó el movimiento diplomático y lanzó mensajes de conciliación. Y después de un día en el que varios miembros del Gobierno habían opinado sobre las relaciones con Venezuela, a cuentas precisamente de la aprobación en el Congreso la iniciativa del PP, que contó con el respaldo del PNV, Exteriores zanjó la catarata de declaraciones. Solo hablaría el ministro. Y poco, para tratar de frenar la crisis por cauces más discretos.

La sensación durante esta semana es que Venezuela estaba esperando la ocasión para actuar contra España. Ya hubo un conato de conflicto entre Albares y la vicepresidenta, Delsy Rodríguez, sobre supuestas negociaciones para sacar al líder opositor del país, y el presidente de la Asamblea, Jorge Rodríguez, había reclamado dar una respuesta a la iniciativa Congreso español y romper relaciones diplomáticas, económicas y comerciales. En ese contexto, Robles dijo "dictadura" y Venezuela llamó a consultas a su embajadora.

Borrell también dijo "dictadura"

Casi era inevitable, pero eso no obsta para que también entre altos cargos del Ejecutivo se opine que Robles "debería ser menos entrometida y dejar la diplomacia para los que entienden". Considerada de nuevo como una heroína por el PP, la ministra de Defensa ha conseguido romper el discurso de la Moncloa contra Alberto Núñez Feijóo.

Desde el miércoles, el Ejecutivo no ha parado de afear a los populares su impulso a la declaración del Congreso. Los argumentos han sido que pone en jaque a las empresas españolas que tienen relaciones comerciales con Venezuela y se sale del guion de la UE. Ambas consideraciones podrían ser aplicables a Robles, con la salvedad de que no es la primera ministra que se refiere a este país como una dictadura. Antes que ella también lo dijo Josep Borrell, en su etapa al frente del Ministerio de Exteriores. El ahora Alto Representante de Política Exterior de la UE eludió ayer citar esta palabra, pero precisó que "es evidente que estas elecciones han demostrado que la calidad democrática de Venezuela, que ya conocíamos antes, no ha mejorado".

Foto: El presidente venezolano, Nicolás Maduro, en una imagen de archivo. (Reuters/Fausto Torrealba)

La ministra de Defensa, para bien y para mal, va por libre. En la anterior legislatura fue quien más enérgicamente combatió con Podemos, aunque eso pusiera en aprietos a la coalición de Gobierno. Ha tenido fricciones con algunos de sus compañeros. Con Albares más de uno porque Defensa y Exteriores colisionan o compiten en las cuestiones de seguridad en los asuntos internacionales (la salida de Afganistán, la participación de España en la operación de EEUU en el mar Rojo). Con Félix Bolaños por la responsabilidad del móvil del presidente, infectado por el software Pegasus.

Pero desde su llegada al Ejecutivo en 2018 es una de las ministras más valoradas del Gobierno y un elemento de atracción del voto moderado. Para ella eso supone un salvoconducto. Sánchez ha tratado varias veces de que sea la candidata en Madrid, tanto en la comunidad como en el ayuntamiento. Sin éxito.

Es obvio que la política exterior la marca el presidente del Gobierno y el ministro de Exteriores. Pero el Ejecutivo se ha visto obligado a imponer esta realidad por la fuerza de los hechos para contener la crisis diplomática abierta con Venezuela. El responsable de Exteriores venezolano, Yván Gil, llamó a consultas a la embajadora venezolana en Madrid, Gladys Gutiérrez, y convocó al embajador español en Caracas, Ramón Santos Martínez, para una amonestación formal, después de que la titular de Defensa, Margarita Robles, calificara de "dictadura" el régimen de Nicolás Maduro, durante su intervención en la presentación de un libro.

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