Juan Carlos I monta una fundación con sus hijas para centralizar su patrimonio y dejárselo en herencia
El Rey emérito ha creado un vehículo societario, con la ayuda de un abogado español de un importante bufete internacional, para asegurar a las infantas Elena y Cristina una fuente de ingresos permanente cuando fallezca
Juan Carlos I ha creado una fundación en Abu Dabi para centralizar su fortuna en el extranjero y dejársela en herencia a las infantas Elena y Cristina cuando fallezca. El propio Rey emérito preside la nueva entidad y sus hijas ocupan asientos en el patronato, según han revelado a El Confidencial fuentes cercanas al monarca. Financieros del entorno de Juan Carlos I también participan en la gestión de la sociedad.
Felipe VI no ha participado en la operación ni figura como futuro beneficiario de la mercantil. Un abogado español de un bufete internacional con oficina en Madrid ha dirigido la constitución de la entidad y se ha desplazado en varias ocasiones a Abu Dabi para tratar en persona los aspectos más delicados con el monarca. Los trámites se han realizado con discreción para evitar otro escándalo, tras el archivo de las investigaciones contra el Rey emérito de la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía del Cantón de Ginebra (Suiza).
La creación de la entidad responde a la inquietud de Juan Carlos I, que cumplirá 87 años en enero, por la situación en la que podrían quedar sus dos hijas tras su muerte. Ninguna de ellas recibe asignación económica de los Presupuestos Generales del Estado desde que dejaron de formar parte de la Casa Real en 2014. La infanta Elena trabaja en la Fundación Mapfre y percibe un salario de unos 300.000 euros anuales. Por su parte, su hermana menor ingresa unos 400.000 euros de la Fundación Aga Khan, con sede en Ginebra.
Se trata de sueldos considerables, pero Juan Carlos I teme que pierdan esos empleos cuando él falte. Además, tanto Elena como Cristina se han nutrido tradicionalmente de los fondos sin declarar que su progenitor guardaba en el extranjero y que periódicamente le entregaban sus asesores en efectivo en el Palacio de la Zarzuela. El tren de vida de ambas y los gastos familiares que afrontan actualmente exceden con mucho el volumen de sus nóminas. El objetivo del Rey es que la fundación garantice a las infantas ingresos suficientes y permanentes.
Juan Carlos I también quiere usar el nuevo instrumento societario para rescatar los activos que todavía controla fuera de España y, posteriormente, transmitírselos a las infantas. Oficialmente, el monarca no tiene un solo euro. En diciembre de 2020 abonó a Hacienda 678.393 euros para eludir una condena por delito fiscal por no declarar las aportaciones que recibió del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause. Y en febrero de 2021, pagó otros 4,4 millones para regularizar los vuelos privados que supuestamente le regaló su primo Álvaro de Orleans. Para saldar esta última deuda, pidió dinero prestado a amigos. El Rey emérito logró convencer a la Agencia Tributaria de que ya había legalizado todo su patrimonio.
Sin embargo, fuentes próximas al antiguo jefe del Estado aseguran que sigue disponiendo de fondos y quiere dejarlo todo listo para que puedan ser administrados en el futuro por sus hijas. En 2016, como reveló este diario, Juan Carlos I intervino en la venta de un ático de lujo frente a Hyde Park, en Londres, valorado en 62,7 millones de euros. En la operación se desviaron en torno a 20 millones, por ejemplo. En la actualidad, recibe una importante ayuda económica de la familia real de Emiratos, que sufraga los gastos de su estancia, seguridad, asistentes y vuelos privados, entre otras partidas.
La fundación hará más sencillo el traspaso de esos activos a sus descendientes, con la excepción de Felipe VI, que renunció a la herencia de Juan Carlos I en marzo de 2020 tras difundirse la existencia de una mercantil, Lucum Foundation, que estaba precisamente destinada a cederle la titularidad de 100 millones de dólares que habían sido regalados por Arabia Saudí a su padre en 2008.
La legislación de Emiratos Árabes convierte las fundaciones en una fórmula ventajosa para el trasvase de activos en caso de fallecimiento. A su casi nula fiscalidad se une el secreto en torno a las normas o estatutos que regulan su funcionamiento interno y, también, diluye la verdadera titularidad de los bienes amparados por su estructura. Los herederos pasan a controlar todo el patrimonio de la sociedad en cuanto fallecen sus progenitores sin que llegue a desvelarse la identidad de ninguna de ellos.
De puertas hacia afuera, la fundación se encargará de poner en valor los casi 40 años de reinado de Juan Carlos I y financiará actividades educativas y culturales vinculadas a su figura, a semejanza de las fundaciones creadas por los expresidentes de Estados Unidos para difundir su legado.
Juan Carlos I ha creado una fundación en Abu Dabi para centralizar su fortuna en el extranjero y dejársela en herencia a las infantas Elena y Cristina cuando fallezca. El propio Rey emérito preside la nueva entidad y sus hijas ocupan asientos en el patronato, según han revelado a El Confidencial fuentes cercanas al monarca. Financieros del entorno de Juan Carlos I también participan en la gestión de la sociedad.