Sánchez sustituirá a Escrivá y espera a Ribera para la baza de la crisis de Gobierno
El presidente abre un primer hueco con la salida del ministro al Banco de España pero se da un tiempo para hacer más cambios con la marcha de la vicepresidenta a Bruselas y el congreso del PSOE
Si se deja al margen el deleite de las guerras internas, nada entretiene más a un partido que los nombramientos. Los socialistas llevan meses acunando una posible crisis de Gobierno este otoño, coincidiendo precisamente con el congreso del PSOE, cuya convocatoria muchos daban por segura. Este calendario se mantiene vivo en el partido pero el empeño de Pedro Sánchez por colocar a José Luis Escrivá al frente del Banco de España le concede la primera oportunidad de refrescar el Ejecutivo.
El ministro de Transformación Digital será nombrado oficialmente este miércoles nuevo gobernador, y el presidente debe buscarle un sustituto casi de inmediato. Aunque en unas semanas hay otro relevo cantado por la marcha a Bruselas de la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, los cambios no han podido acompasarse. La previsión, según aseguran fuentes gubernamentales, es nombrar al relevo de Escrivá y esperar a que sea oficial la designación de Ribera como vicepresidenta y comisaria de Energía o Clima.
Es en ese momento cuando los socialistas prevén que Sánchez pueda hacer una remodelación de Gobierno. Públicamente él ha defendido que será una "crisis puntual" pero sin llegar a descartar su alcance. Sobre quién ocupará el puesto de Ribera, el presidente ya dijo en junio que tiene "una ligera idea". Y la propia ministra reveló en la Ser que estaba madurando "un perfil más político pero con proyección internacional y capacidad técnica potente", En cambio no hay un solo pronunciamiento sobre a quién puede dar la cartera de Escrivá, aunque su nombre lleva sonando semanas. En el partido ven factible el ascenso de María González Veracruz, la actual secretaria de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales
Todas las fuentes consultadas asumen que nadie tiene ni idea de sus intenciones, pero sí se ha extendido la sensación de que Sánchez prepara muchos movimientos. "Es la ocasión para renovar", sostiene un alto cargo. En los grupos parlamentarios está absolutamente interiorizado que la legislatura se encuentra en dique seco y que Junts no dará su voto a unos nuevos presupuestos. El estado anímico de los socialistas es muy volátil y tienden al pesimismo o al entusiasmo, en función de la coyuntura.
Ahora mismo la sensación es que el Gobierno vive una situación de bloqueo por la dificultad para poder aprobar las cuentas del año que viene y que superarla depende del congreso que Junts tiene en octubre, del posible retiro de Carles Puigdemont de la vida pública y su sustitución por una nueva cúpula más moderada. Y entienden que en esta tesitura el presidente ha querido ocupar el espacio y "tener iniciativa política". "Hacer que hace", resume un parlamentario.
En el PSOE muchos dirigentes ya daban por supuesto que Sánchez convocaría el congreso porque, con presupuestos o sin ellos, está falto de aliento político y necesita renovar las estructuras territoriales. Primero para tener candidatos competitivos pero también para ordenar y preparar la organización por si en algún momento opta por adelantar las elecciones generales. Aunque es una posibilidad remota, mientras la izquierda a la izquierda del PSOE, Sumar, Podemos o una nueva plataforma que los aglutine a ambos, no puedan obtener un resultado similar al de los últimos comicios, el difícil horizonte del Ejecutivo, si persiste la inestabilidad de su mayoría parlamentaria, obliga a plantear este escenario. Y, de hecho, dentro del partido se contempla.
Pero, mientras, creen que la voluntad del presidente es "jugar con el Gobierno" y "mover gente", con la baza de una crisis, cuando se produzca la salida de Ribera. Los tiempos, en este caso, sí coinciden. Su marcha se producirá casi en paralelo al congreso federal que se celebrará del 29 de noviembre al 1 de diciembre. La previsión es que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, dé a conocer en solo unos días su propuesta para el colegio de comisarios. A partir de ese momento se fijarán las fechas para los 'hearing', la evaluación previa a la que deben someterse en el Parlamento. Este proceso conlleva que Ribera podría no empezar su mandato hasta finales de noviembre o principios de diciembre. Y si Sánchez sigue el precedente de Josep Borrell, la vicepresidenta seguirá hasta ese momento en el Ejecutivo.
Su marcha le ofrece una nueva oportunidad de renovar el Gobierno, situar el foco político sobre esos cambios y, a la vez, vender la idea de que la legislatura tiene durabilidad, aunque pueda ser un espejismo. Por eso dentro del PSOE hay una corriente muy fuerte que contempla una remodelación. O que la espera. Quienes abonan este escenario consideran que podría hacerlo antes o después del congreso. Y que la crisis estaría vinculada también con el nuevo impulso que dé al partido, tanto a la dirección de Ferraz como a las organizaciones territoriales sin un candidato claro.
Si se deja al margen el deleite de las guerras internas, nada entretiene más a un partido que los nombramientos. Los socialistas llevan meses acunando una posible crisis de Gobierno este otoño, coincidiendo precisamente con el congreso del PSOE, cuya convocatoria muchos daban por segura. Este calendario se mantiene vivo en el partido pero el empeño de Pedro Sánchez por colocar a José Luis Escrivá al frente del Banco de España le concede la primera oportunidad de refrescar el Ejecutivo.
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