Perelló toma posesión como presidenta del CGPJ arropada por Robles y Bolaños
Una grieta en Sumar, discreción en las negociaciones y sentencias que ella misma redactó contra Moncloa han facilitado que el bloque conservador apoye su candidatura
Hace una semana nadie daba un duro por que el Consejo General del Poder Judicial lograra superar el pulso entre sus dos mitades para elegir presidente. La operación Perelló se desarrollaba ya, con absoluto sigilo y a impulso del sector conservador, que comenzaba por entonces a asumir que tendría que renunciar a su respaldo cerrado hacia el magistrado Pablo Lucas. Las prioridades en ese punto eran dos. Por una parte, evitar a toda costa el nombramiento de las candidatas Pilar Teso o Ana Ferrer, etiquetadas por estos vocales como aquellas que el ministro Félix Bolaños deseaba para el cargo. Por otra, impedir que la parálisis se alargara hasta el infinito e intentar presentar, coincidiendo con la apertura del año judicial, una imagen de cintura, capacidad de negociación y consenso.
Perelló tomó posesión a las 13:00 de este miércoles en un acto al que acudieron el propio Bolaños y la ministra Margarita Robles, con la que mantiene amistad por los años que coincidieron en la Sala de lo Contencioso del Supremo. "Hay que superar una etapa de desprestigio, de desidia, de paralización, de bloqueo y ahora tocan cinco años de trabajo", advirtió Bolaños a su llegada al acto. "Estoy muy contento de que por primera vez en la historia de nuestro país tengamos una presidenta". También acudieron a su toma de posesión el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, pero a los verdaderos artífices del nombramiento había que buscarlos entre los considerados conservadores de la sala.
El padre de la idea fue el vocal José Antonio Montero. Para activarla era necesario, en primer lugar, ampliar el listado de candidatos iniciales. Esta barrera se superó hace 24 horas escasas, con la admisión por parte del Pleno este lunes de la propuesta de incluir más opciones, promovida también por los conservadores. Fueron horas de muchos nervios. Hasta entrada la noche, los equipos negociadores se reunieron varias veces en grupo o con el contrincante. Un tira y afloja que puso ya en la rampa de salida la candidatura ganadora.
Montero fue el primero en pensar en su compañera Isabel Perelló. Es magistrado del Tribunal Supremo desde 2009, la misma fecha en la que la ya flamante presidenta entró en la Sala Tercera, a la que ambos han pertenecido durante más de 15 años. Los diez vocales designados a propuesta del PP buscaban un perfil femenino. Progresista (con el sello de JpD), pero independiente y que tuviera la capacidad de atraer apoyos del otro sector. Habían constatado que no moverían al bloque de la izquierda de su exigencia de acabar con las presidencias masculinas. La línea roja exigía escoger a una mujer, una magistrada.
Según explican distintas fuentes conocedoras de las negociaciones, el sector más cercano a la derecha sabía que para lograrlo era necesaria una opción imposible de rechazar. Fue Montero quien se ocupó de activar los contactos con los progresistas. Comentó esta opción con el vocal Carlos Hugo Preciado, uno de los dos nombrados con el apoyo del Sumar de Yolanda Díaz. El magistrado de Tarragona vio la propuesta con buenos ojos. "Mujer y progresista eran dos condiciones inamovibles y ella cumplía las dos", lo resume un vocal.
Preciado actuó como rompehielos. El especialista en derechos humanos, relaciones laborales y derecho penal abrió el camino. La fiscal Inés Herreros, una de la más firmes defensoras de que la presidencia quedara en manos de una mujer, fue también clave. Hicieron la labor de convencer a una parte de sus compañeros de grupo. Pese a ello, este martes cuatro vocales (José María Fernández Seijo, Argelia Queralt, Bernardo Fernández y Ricardo Bodas) mantuvieron hasta el final firme su apoyo a Ferrer.
Hubo un gesto determinante. La magistrada Pilar Teso se retiró de la pugna por deseo personal en la tarde del lunes. Con su movimiento, aquellos que la respaldaban desde un inicio quedaron liberados para depositar su voto a favor de otra candidata. Lo que parecía misión imposible estaba a punto de desencallar. Las asociaciones de jueces también remaron para ello, en un segundo plano callado.
La consigna: discreción
Aunque durante la noche del lunes todo parecía bien colocado para que la opción de Perelló triunfara, la mayor consigna en el grupo conservador fue la de proteger la identidad de su candidata. Discreción. La magistrada se ve por los conservadores como un perfil alejado por completo de los automatismos que ha evidenciado en su última etapa el Tribunal Constitucional y su sempiterno siete a cuatro. "No votará teledirigida. Unas veces apoyará a un lado y otras al otro", indica una de las fuentes consultadas.
Como sello de independencia, la magistrada cuenta con sus sentencias. Por ejemplo, fue la ponente del auto por el que el Tribunal Supremo rechazó hace un año la petición del PSOE de revisar los votos nulos de las elecciones generales del 23 de julio en la provincia de Madrid. Defendió entonces que "la mera diferencia numérica en los resultados" que se aducían en este caso (1.200 votos) no era "base suficiente" para la revisión y tumbó las expectativas socialistas de arañar un escaño.
De carácter discreto y moderado, ha vivido con indignación junto a sus compañeros del Supremo los crecientes ataques al alto tribunal y al Supremo y las acusaciones de guerra sucia judicial acuñadas primero por los partidos independentistas, pero alentadas después también desde el propio ejecutivo. No era, desde luego, la opción de Moncloa y tendrá ahora que demostrar con sus actos la libertad ideológica que se le presume.
Mientras todo esto sucedía, los partidos -tanto el PSOE como el PP- han sido ajenos a la ecuación final. Algunas fuentes consultadas apuntan que la presión ejercida (desde Moncloa en general y desde Presidencia y Justicia en particular) sobre algunos miembros de los progresistas para salvaguardar las opciones de Teso y Ferrer era patente: En la última fase, incluso llegó a sobrevolar la amenaza de una nueva reforma legislativa que inclinara la balanza a su favor. Acaba una batalla pero comienza otra. En juego, nombramientos clave para el Supremo.
Hace una semana nadie daba un duro por que el Consejo General del Poder Judicial lograra superar el pulso entre sus dos mitades para elegir presidente. La operación Perelló se desarrollaba ya, con absoluto sigilo y a impulso del sector conservador, que comenzaba por entonces a asumir que tendría que renunciar a su respaldo cerrado hacia el magistrado Pablo Lucas. Las prioridades en ese punto eran dos. Por una parte, evitar a toda costa el nombramiento de las candidatas Pilar Teso o Ana Ferrer, etiquetadas por estos vocales como aquellas que el ministro Félix Bolaños deseaba para el cargo. Por otra, impedir que la parálisis se alargara hasta el infinito e intentar presentar, coincidiendo con la apertura del año judicial, una imagen de cintura, capacidad de negociación y consenso.
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