Ceuta padece una presión migratoria con menores de edad que duplica a la de Canarias

Más de la mitad (55%) de los marroquíes entre 18 y 29 años se plantean emigrar y gran parte de ellos están dispuestos a hacerlo sin disponer de la documentación requerida, según el último Barómetro Árabe, publicado en junio. El 35,8% de entre 15 y 24 años están en paro, un porcentaje en auge estos últimos años, según el Alto Comisionado para el Plan, una institución vinculada al palacio real que elabora estadísticas. El paro se mide en Marruecos con criterios menos rigurosos que en la UE.

Ceuta ha padecido estos días las ansias por emigrar de los marroquíes. Desde el sábado hasta el lunes, unos 600 marroquíes han intentado entrar en la ciudad, la mayoría a nado desde la playa de Castillejos (Fnideq, para los marroquíes), sorteando el espigón del Tarajal, según un cómputo aproximado de la Guardia Civil. La gran mayoría fueron devueltos y, esta vez sí, las fuerzas de seguridad de Marruecos aceptaron su repatriación exprés a la vez que impidieron que otros cuantos se echaran al agua.

Los que, obviamente, se quedaron en Ceuta, fueron los que se declararon menores no acompañados, 76 entre el sábado y el martes a mediodía. “Es como un cupo diario de una veintena”, señala un funcionario ceutí. “Parece organizado”, añade. En lo que va de año, el número de menores que entraron en la ciudad sextuplica al del mismo periodo de 2023.

"Es toda una crisis"

“Es toda una crisis”, constata Alberto Gaitán, consejero de Presidencia ceutí, entre cuyas competencias están los menores. Es, desde luego, la peor crisis desde la entrada masiva de inmigrantes en mayo de 2021, cuando la tensión entre España y Marruecos alcanzó su punto álgido tras la hospitalización en Logroño de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, enfermo de covid.

La ciudad tutelaba el martes a mediodía a 414 menores y tenía, con relación a sus capacidades, una sobreocupación del 319%. Además de La Esperanza, su principal centro de acogida, el Gobierno local se ha visto obligado a alquilar pisos y, en los primeros días del mes, naves en el polígono del Tarajal para alojar a los chavales.

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“Ya nos gustaría disponer de los medios de la Legión”, comenta envidiosa una trabajadora social. Esa centenaria fuerza militar instaló en marzo 208 literas en el pabellón Antonio Campoamor para alojar a los participantes en la Cuna de la Legión, la carrera pedestre anual que organiza en Ceuta.

La presión migratoria en Ceuta, en lo concerniente a los menores, duplica a la de Canarias. En la ciudad hay ahora un menor tutelado por cada 210 habitantes; en el archipiélago hay uno por cada 400. El Gobierno de Canarias tenía, el 1 de agosto, 5.500 menores extranjeros tutelados, aunque David Toledo, secretario de organización de Coalición Canaria, elevó esa cifra la semana pasada a 5.600.

“Ceuta no puede afrontar estas situaciones sola”, declaró Alberto Gaitán a El Confidencial. “Requerimos de la intervención del Estado y de la ayuda del resto de las comunidades autónomas para aliviar la presión”, añadió. “Es necesario también el apoyo económico para afrontarla” porque su consejería carece de medios. “Se precisa una política de Estado en inmigración”, recalca.

Lo primero es “aprobar y activar un nuevo Plan de Contingencia”, según el consejero, algo parecido al que se puso en marcha en julio con la reubicación de 347 menores procedentes de Canarias y de Ceuta. “Es una herramienta de salida que ha funcionado, al menos, para Ceuta, aunque yo diría que no es suficiente”, concluye.

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Ceuta está gobernada por el Partido Popular, y su presidente, Juan Jesús Vivas, se mostró partidario, como sus correligionarios de Canarias, de retocar la ley de extranjería para que el reparto de los menores no acompañados entre comunidades autónomas fuera obligatorio. Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP, puso determinadas condiciones para aceptar esa redistribución y, como no se cumplieron, rechazó la modificación.

La gran mayoría de los menores que pusieron pie en Ceuta lo hicieron a nado, pero los hubo también que llegaron en barco. Una pequeña lancha embarrancó el domingo en la playa del Sarchal con cinco adultos y dos chavales a bordo, según el diario El Faro de Ceuta. Ese día, también, el piloto de una moto de agua se deshizo, frente al Fuerte de Desnarigado, del inmigrante que transportaba del que nunca más se supo.

La gran mayoría de los menores que pusieron pie en Ceuta lo hicieron a nado, pero los hubo también que llegaron en barco

La prensa marroquí apenas informa sobre la emigración y casi nunca de los dramas humanos que la acompañan, aunque en las redes sociales sí hay familias que buscan desesperadamente a sus hijos o hermanos que emprendieron la aventura de emigrar irregularmente y, al cabo de unos días, no dan señales de vida.

La gran mayoría (71,7%) de los menores que, a lo largo de este año, han sido acogidos por Ceuta son originarios de provincias marroquíes (Tetuán, Tánger y Alhucemas) cercanas a la ciudad, aunque los hay también que han cruzado todo el país, según revela la Consejería de Presidencia en un documento interno. Entre los tutelados hay además media docena de subsaharianos y un argelino.

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El perfil de los adolescentes marroquíes que alcanzan Ceuta ha cambiado estos últimos años. “Ahora tienen más calidad humana, colaboran más con nosotros, cuidan el material y se cuidan a sí mismos”, comenta una trabajadora social que trata a diario con ellos.

Si la cooperación de las fuerzas de seguridad marroquíes, a la hora de aceptar devoluciones casi en caliente, ha sido estos días un alivio para la Guardia Civil, esta podría aún mejorar. Los agentes del instituto armado desearían que sus colegas marroquíes impidiesen de noche o en los días de niebla el acceso a las playas adyacentes a Ceuta. Los nadadores aprovechan esas circunstancias para emprender su periplo migratorio.

Del lado español también se podría blindar un poco más la ciudad alargando en unos 30 metros los espigones que, en el Tarajal y Beliones, marcan los límites con Marruecos. Las asociaciones de la Guardia Civil llevan años reivindicándolo sin éxito. El temor a la reacción de Rabat ha disuadido a los gobiernos del PP y del PSOE de acometer esa obra. Aunque se hiciese, Ceuta seguiría siendo muy vulnerable a la inmigración irregular de adultos o menores.