Irás a la verbena de tu pueblo y te encontrarás con una pelea: el problema siempre es el mismo
Ciudades y pueblos de toda España celebran estos días sus fiestas y, con ellas, se suceden los sucesos y riñas que acaban con detenidos, heridos por arma blanca y, en el peor de los casos, muertos
Tres de la madrugada en una plaza de cualquier ciudad mediana o pequeña de España. En el centro hay una discomóvil y, por ende, un festival de altavoces y cañones de luz. En el centro, y detrás de la mesa de mezclas, un DJ lo da todo pinchando música de pachanga y electrónica. A ras de suelo, centenares de personas bailando y bebiendo.
La fiesta se desarrolla sin problemas, pero, de pronto, la mecha prende y comienza una bronca. Quien haya estado en una de estas verbenas lo sabrá. De repente, dos grupos se están pegando y el festejo se ensombrece. Los empujones pueden dar paso a algún tortazo, puñetazo o, si la cosa se da muy mal, a agresiones de mayor gravedad, como vasazos o navajazos.
Es verano, época de verbenas y discomóviles… y también de peleas. La mezcla de alcohol, fiesta y las aglomeraciones en muchos pueblos y ciudades son el caldo de cultivo perfecto para este tipo de sucesos, que repuntan cada año por estas fechas.
Así lo atestiguan los titulares de prensa. "Amenazas con cuchillo en una verbena con 1.500 personas sin policías locales de Palma asignados". "Dos heridos por arma blanca esta madrugada en Soria". "Noche de Sant Joan trágica en Cataluña: cuatro muertos, varios heridos, una batalla campal en el hospital y 55 detenidos". Son solo tres ejemplos de sucesos de este tipo acaecidos en los últimos diez días en distintos puntos, muy distintos, pero que tienen una cosa en común: en el momento de los hechos, se estaban celebrando diversas fiestas.
Misma conclusión arrojan los balances de criminalidad que ofrece cada tres meses el Ministerio del Interior. Al comparar la evolución de los registros correspondientes al epígrafe de "delitos graves y menos graves de lesiones y riña tumultuaria" -los más habituales y numerosos en este tipo de eventos-, se aprecia cómo hay siempre un repunte de casos en el tercer trimestre, coincidiendo precisamente con las fechas estivales.
En 2023, último año con todas las series de datos publicadas, se observa cómo durante el tercer trimestre (julio, agosto y septiembre) hubo 7.803 casos, una cifra superior a la existente entre el segundo trimestre (7.004) o a la registrada en el cuarto, cuando llega el invierno (6.272). Lo mismo ocurre si vamos un poco más atrás: en 2022 hubo 5.992 casos en los meses de verano, frente a los 4.930 del segundo trimestre o los 5.719 del cuarto. E igual en 2021: 5.181 en verano, frente a los 3.192 de los primeros meses del año y los 3.661 del último trimestre.
El factor alcohol
"El 90% de las agresiones de las broncas se debe al alcohol. Llegan las 3 o 4 de la madrugada y con el alcohol que hay…". Así de claro lo exponen las fuentes policiales consultadas por El Confidencial, conscientes de que el verano y este tipo de festejos son terreno abonado para incidentes así.
Las mismas fuentes distinguen entre los distintos delitos que se pueden imputar a los involucrados en virtud de su gravedad. Las lesiones leves no conllevan habitualmente la detención y suelen corresponderse con empujones o algún puñetazo que no conlleve intervención médica. Sin embargo, un delito de lesiones menos graves ya lleva aparejada una atención médica y seguimiento de la lesión y puede corresponderse con una agresión que haya precisado aplicar puntos de sutura a la víctima, desde un puñetazo hasta un golpe con un vaso o un palo.
"El 90% de las agresiones y de las broncas se debe al alcohol. Llegan las 3 o 4 de la madrugada y con todo lo que se bebe…"
"Por esto hemos visto cómo gente normal, con su trabajo y sin antecedentes, ha pasado la noche en el calabozo y se ha buscado un proceso judicial", expresan desde el Cuerpo. Los delitos graves, por su parte, harían referencia a aquellos en los que, fruto de una trifulca, uno de los heridos pierde un órgano o parte; mientras que las riñas tumultuarias se reseñan, habitualmente, en el caso de batallas campales en las que se vive un todos contra todos y agresores y víctimas prácticamente no son capaces de identificarse debido a la gran masa de involucrados.
"Ya no más"
Hartos de vivir situaciones así, en el Ayuntamiento de Lardero decidieron tomar una medida drástica y pionera: eliminar las discomóviles. Detectaron, como explica Isabel Barceló, la alcaldesa de esta localidad que linda con Logroño en conversación con El Confidencial, que estos eventos eran un foco de reyertas y también de otros problemas para el municipio.
"Hemos anulado estos espectáculos para reducir el mogollón de jóvenes que hay, que vienen con el botellón, y también las peleas que esto conlleva", explica Barceló, quien avanza que la medida ha tenido efecto después de testarla. En las fiestas de San Pedro, que celebran estos días, ya han visto cómo "no ha habido peleas" y se ha reducido mucho el volumen de suciedad que se creaba en las plazas donde se plantaban estos camiones.
El origen de esta determinación está unos meses atrás, en las fiestas de San Isidro. Como recalca la regidora, allá por el mes de mayo observaron cómo hubo "muchísimos más incidentes y peleas de lo normal", que achacaron a la presencia de una discomóvil: "Dijimos que ya no más".
A otros municipios del alfoz logroñés les ha gustado la idea, como recoge la prensa local, y quizá algunos más la adopten. En el resto de municipios españoles, cruzarán los dedos. Más cuando importantes festejos, como San Fermín o las verbenas de agosto en Madrid, todavía están por celebrarse. Que haya fiesta… y paz.
Tres de la madrugada en una plaza de cualquier ciudad mediana o pequeña de España. En el centro hay una discomóvil y, por ende, un festival de altavoces y cañones de luz. En el centro, y detrás de la mesa de mezclas, un DJ lo da todo pinchando música de pachanga y electrónica. A ras de suelo, centenares de personas bailando y bebiendo.