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Las lecciones de Podemos a Díaz: centralismo, hiperliderazgo, sopa de siglas y el ejemplo de IU
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CAMBIO DE CICLO EN LA IZQUIERDA

Las lecciones de Podemos a Díaz: centralismo, hiperliderazgo, sopa de siglas y el ejemplo de IU

La refundación de la izquierda tiene visos de que será confederal o no será. La experiencia de Podemos pesa. Dependerá de cómo se articule Sumar, si va a un congreso constituyente, y de los protocolos de relación con sus diferentes partes

Foto: El exvicepresidente y ex secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto a la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, en un mitin de campaña de las generales de 2019. (EFE/Cabalar)
El exvicepresidente y ex secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, junto a la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, en un mitin de campaña de las generales de 2019. (EFE/Cabalar)
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Sumar lo tiene todo por hacer. A partir del día siguiente a las elecciones generales del próximo 23 de julio, deberá estructurarse. Si camina hacia una organización política o se mantiene como movimiento difuso. Ahora mismo es solo un "partido instrumental", registrado hace apenas 10 días, tras anunciarse el adelanto electoral, para servir como paraguas de la confluencia a las generales de las fuerzas a la izquierda del PSOE con Yolanda Díaz como candidata a la presidencia del Gobierno. Se presenta, por tanto, sin una estructura orgánica detrás en forma de dirección política, sin unos estatutos desarrollados y, lo que es más importante, sin unos principios fundacionales que marquen su hoja de ruta.

El 23-J de Sumar es el 25-M de Podemos en 2014. Las elecciones europeas con las que irrumpieron en el tablero político. Una trayectoria de la que Yolanda Díaz y su núcleo de confianza, que en su mayoría vivió en primera persona con más o menos responsabilidades y más o menos cercanía a Iglesias, a buen seguro extraen conclusiones. Lecciones para repetir o no ciertos procesos o caer en la enésima refundación de la izquierda que solo se traduce en un recambio generacional o de liderazgos.

Foto: Ione Belarra junto a Yolanda Díaz en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Alvarado)

Los morados no celebraron su asamblea fundacional de Vistalegre hasta cinco meses después de presentarse por primera vez a las elecciones. Los resultados, irrumpiendo con un millón de votos de cinco eurodiputados, y su diagnóstico del contexto político, marcaron sus decisiones constituyentes. Centralismo, hiperliderazgo, superación de la izquierda clásica (IU) e ideas fuerza como el "asalto a los cielos" o la "ruptura del candado del 78" fueron algunos de sus principales rasgos. Luego vino la sopa de siglas bajo su paraguas, convirtiendo la "confluencia" en término fetiche. Los principales partidos que ahora confluyen con Sumar, a excepción de los de nueva creación por escisiones y la Chunta, lo hicieron ya antes bajo la batuta de Podemos en la repetición electoral de las generales de 2016: Izquierda Unida, Compromís (además de Esquerra Unida del País Valencià), comuns (ICV y EUiA), Equo o Més per Mallorca.

El preludio a la configuración futura de Sumar, como organización política en la que debería constituirse los próximos meses, anticipan que copiará uno de los principales rasgos de Podemos, el del hiperliderazgo, y que modificará el otro por el que nunca llegó a desarrollar una necesaria implantación territorial para asegurar su continuidad: el centralismo. En lo referente a las ideas fuerza, Díaz parece que está optando más por la ideología líquida y la ambigüedad. De que se copiará el modelo de liderazgo fuerte da cuenta el mismo hecho de que el fin de Sumar sea servir como plataforma para la candidatura de Díaz a las elecciones generales. Una candidatura que, al igual que Pablo Iglesias en sus primeras elecciones, tendrá en su papeleta el rostro de la candidata, Yolanda Díaz.

Los estilos de Iglesias y Díaz se muestran ahora antagónicos, pero la demanda del electorado también es diferente

Su principal valor, como Podemos en sus inicios, es su líder. Iglesias por el papel que se había labrado como tertuliano, Díaz por su valoración en las encuestas tras una legislatura gestionando el Ministerio de Trabajo. La construcción de hiperliderazgos en Podemos fue una de las enseñanzas recogidas de los procesos bolivarianos, para lo cual la televisión era un elemento imprescindible. Los estilos de Iglesias y Díaz se muestran ahora antagónicos, pero la demanda del electorado también es diferente. Díaz adopta un perfil más amable, equiparable a otros hiperliderazgos como el que ejerció en Madrid Manuela Carmena.

Un perfil más institucional, dejando atrás los guiños rupturistas que reclamaba el contexto del 15-M. Más presidencialista también, como ha demostrado Díaz durante esta legislatura. En defensa de la institucionalidad, alejándose de discursos de la izquierda clásica y explotando su carisma.

Foto: Yolanda Díaz. (EFE/Juanjo Martín)
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En lo referente al modelo centralista de Podemos, su otra principal característica, difícilmente se podrá volver a reproducir, aunque se complemente a la perfección con el hiperliderazgo. Ya no tanto por las intenciones que tenga Díaz y su núcleo duro, que sí abogan por restar protagonismo a los partidos, sino por la de sus socios en los territorios. Estos últimos sí habrían tomado nota de la fase Podemos. Sobre todo, los líderes de sus estructuras territoriales que formaron parte de Podemos (Más Madrid, comuns o Batzarre). La mayoría de choques en la formación morada, como el más reciente en Asturias, se han producido por la falta de autonomía de los territorios en la toma de decisiones.

La trayectoria de Podemos está plagada de gestoras en los territorios, y la intervención de Madrid ha sido constante, junto a un diseño de la toma de decisiones centralizada. Un modelo de mando que le permitió crecer a velocidad de crucero e intentar "asaltar las instituciones" sin poder ni extensión territorial, pero que acabó pasándole factura. La falta de autonomía en los territorios mermó su articulación por el país a medio plazo y fue un foco constante de peleas internas que frenaron su crecimiento.

Compromís, como partido autónomo y a la luz de su experiencia, ya se ha vacunado. En su acuerdo de confluencia con Sumar se incluye priorizar la agenda política de los valencianos y la autonomía de sus parlamentarios para formar grupo propio. Un principio que puede marcar la pauta a los demás socios de cara a la constitución del futuro grupo parlamentario. El coordinador federal de IU y ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha anunciado que los diputados de su formación "trabajarán con autonomía y coordinadamente con el resto del grupo". Los pasos que paralelamente dé Podemos también condicionarán a Sumar, como en su día le sucedió a los morados con Izquierda Unida. Estos últimos adoptaron frente a Podemos, tras su irrupción, unas posiciones con numerosas analogías a las que los morados adoptan ahora frente a Sumar. El ejemplo de la IU de Cayo Lara en la nueva fase Sumar. Díaz lo vivió y combatió desde dentro a su dirección federal, como coordinadora del partido en Galicia.

Foto: Joan Baldoví y Yolanda Díaz en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Villar)

De cómo se configuren las diferentes sensibilidades y autonomías en el próximo grupo parlamentario de Sumar dependerá en buena medida la forma que adopte como fuerza matriz. Si se constituye oficialmente como organización, tendrá si cabe más influencia en qué derive el grupo parlamentario. Ahora mismo, Sumar se define como un movimiento, difuso y sin organización. Sus impulsores siempre renegaron de los partidos al uso, pese a provenir de ellos. En el propio registro de organizaciones políticas del Ministerio de Interior consta como "Movimiento Sumar".

Podemos también surgió definiéndose como un partido-movimiento. Sin embargo, en su congreso fundacional de Vistalegre, decidió convertirse en una organización política al uso y sin concesiones federalistas. Un partido alejado del asambleísmo, con sus órganos, sus sistemas de control interno, directrices políticas, estrategias y metas claras basadas en la “eficiencia organizativa”. Un cierre orgánico, del "partido de los círculos", que se combinó con la mano tendida para atraer a sectores y actores punteros de la sociedad civil.

La experiencia reciente de Podemos pesa mucho. Todo dependerá, sin embargo, de cómo acabe articulándose Sumar

El actual proceso de refundación de la izquierda, por tanto, tiene visos de que será confederal o no será, a la espera de resolverse el papel que juegue Podemos. Aun garantizando un programa común y unidad de acción, sin por ello limitar la diversidad de cada actor, principalmente en el plano territorial. La experiencia reciente de Podemos pesa mucho. Todo dependerá, sin embargo, de cómo acabe articulándose Sumar. Si lo hace en un congreso constituyente, con un Magariños 2 que no sea solo de adhesiones, sino la materialización verdadera de un "proceso de escucha". Pero, sobre todo, de los protocolos de relación que se consensúen con sus diferentes partes previamente. Esto último deberán definirlo ya de cara a la constitución de las Cortes, que se celebrará el 17 de agosto.

Hay un cambio de ciclo en el espacio a la izquierda del PSOE. Su alcance se medirá en las urnas el 23-J. Y su fuerza parlamentaria dará pistas de su futuro. De si Sumar se tiene que conformar con ser una mera coalición de diferentes intereses electorales —y Díaz con ser una simple cabeza visible— o de si busca devenir en un nuevo proyecto político.

Sumar lo tiene todo por hacer. A partir del día siguiente a las elecciones generales del próximo 23 de julio, deberá estructurarse. Si camina hacia una organización política o se mantiene como movimiento difuso. Ahora mismo es solo un "partido instrumental", registrado hace apenas 10 días, tras anunciarse el adelanto electoral, para servir como paraguas de la confluencia a las generales de las fuerzas a la izquierda del PSOE con Yolanda Díaz como candidata a la presidencia del Gobierno. Se presenta, por tanto, sin una estructura orgánica detrás en forma de dirección política, sin unos estatutos desarrollados y, lo que es más importante, sin unos principios fundacionales que marquen su hoja de ruta.

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