"Es intolerable": la desbandada de los fiscales progresistas agrava la crisis con Delgado

"Es intolerable". La elección de Dolores Delgado ha provocado una ristra de bajas de destacados fiscales de la Unión Progresista en un gesto que supone un salto en el malestar que, hasta el momento, solo habían dejado patente las asociaciones consideradas conservadoras y sus miembros. Varios integrantes de la UPF, con cargos de responsabilidad e indudable prestigio, han anunciado que se marchan tras lo sucedido. En muchas ocasiones, el malestar venía gestándose hace tiempo y el enfado por lo ocurrido en las últimas horas ha supuesto el empujón definitivo. "Cansancio y decepción", lo definen fuentes fiscales consultadas.

No hay precedentes en el Consejo Fiscal de algo como lo sucedido en la reunión del jueves. No se trató de un rechazo a la candidatura de la ex fiscal general del Estado para ocupar la plaza especializada en Derechos Humanos y Memoria Democrática. Hubo un plante completo. Siete de los 12 miembros del órgano se negaron a informar y votar. Alegaban dudas sobre la compatibilidad de Delgado para ocupar un puesto que coincide con los intereses de su pareja, Baltasar Garzón. Pidieron aplazar la elección hasta que se analizara de forma oficial lo que consideran un conflicto de intereses. Sin embargo, el fiscal general, Álvaro García Ortiz, desoyó la solicitud y apoyó a su antecesora, con la que trabajó como jefe de la Secretaría Técnica.

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B. Parera

Los nombres de los que han decidido abandonar la asociación, la misma a la que pertenecen la propia Delgado y el fiscal general, fueron cayendo a medida que avanzaban las horas. Las salidas fueron sonadas y los motivos también. No todos quisieron hacerlos públicos, quizá por no hacer más sangre, pero los que se decidieron a explicarlos lo hicieron con total claridad. Les ha vencido, dicen, "el bochorno" y la suma de agravios que culminaron en la designación de Delgado.

En la lista se incluye la presencia de una expresidenta de la asociación, María Moretó. Se han ido también la fiscal jefe de Madrid, Almudena Lastra, y el fiscal jefe de Salamanca, Juan José Pereña. También nombres históricos como el del ex fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, y Carlos Castresana, ahora destinado en el Tribunal de Cuentas y que abanderó la acusación contra Augusto Pinochet y ejerció como Comisionado de la ONU contra la Impunidad en Guatemala. Este último concurría al puesto junto a la propia Delgado. Algunos de los que se marchan fueron prorrogados en sus puestos por la antigua jefa de la Fiscalía.

"Oportunistas, advenedizos, adanistas"

La idea que subyace en la mayoría de esas deserciones es la de un uso de la asociación en beneficio de unos pocos. "Debería caérseles la cara de vergüenza a todos estos oportunistas, advenedizos, adanistas", aseguraba —por ejemplo— un antiguo miembro que se marchó ya hace meses en referencia a la salida de Castresana, muy valorado en la carrera fiscal.

El Consejo Fiscal de esta semana ha terminado por desencadenar una reacción en cadena, pero el malestar entre la vieja guardia de la UPF lleva años fraguándose. En junio de 2019, el actual fiscal jefe del Tribunal Constitucional, Pedro Crespo, ya anunció que se daba de baja de la asociación y apuntó para ello a los mismos motivos que alegan ahora sus compañeros: "La dificultad para identificar —o identificarme con— los objetivos que persigue, o para comprender sus argumentos, sus excusas o sus silencios, me han ido generando una cada vez más desagradable sensación de pura y simple distancia", afirmó en su carta de renuncia.

Lastra, como fiscal superior de Madrid, apunta a la "deriva" de una asociación que se centra cada vez más en "la lucha funcionarial"

En aquel momento, miembros de la asociación, como Dolores Delgado ya llevaban las riendas del Ministerio de Justicia, y María José Segarra, las de la Fiscalía General del Estado, pero parte de sus filas comenzaban a mostrarse incómodas. Crespo había llegado a ejercer como vicepresidente de la UPF, por lo que su paso atrás se interpretó como una señal de que, por mucho que la asociación consiguiera ocupar puestos clave, se estaba alejando de sus principios. "El tiempo que viene va a ser difícil para la UPF. Es verdad", advertía en su carta.

Cuatro años después, otros destacados miembros de la asociación siguen sus pasos y abandonan la asociación trasladando la misma idea. Entre ellos, la mujer del propio Crespo, Almudena Lastra, que, como fiscal superior de Madrid, apunta una vez más a la "deriva" de una asociación que se centra cada vez más en "la lucha funcionarial" y el "progreso personal de algunos". Según defiende, esos objetivos están llevando a la UPF a despreocuparse del "diseño de una verdadera carrera profesional con una importante misión constitucional que cumplir".