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¿Es que nadie piensa en los carteros? La olla a presión que puede estallar el 23-J
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¿Es que nadie piensa en los carteros? La olla a presión que puede estallar el 23-J

La avalancha de voto por correo prevista tensará al límite las capacidades de Correos. Sus trabajadores se quejan de que tendrán que hacer otro esfuerzo extraordinario, esta vez en pleno verano

Foto: Plataforma de Correos para pedir turno en una oficina. (EFE/Daniel González)
Plataforma de Correos para pedir turno en una oficina. (EFE/Daniel González)
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El pasado lunes, al escuchar a Pedro Sánchez anunciar la convocatoria de nuevas elecciones, todos en mayor o menor medida nos sentimos como Al Pacino interpretando a Michael Corleone en El Padrino III, en aquella escena en la cocina: "Justo cuando pensaba que estaba fuera, ¡me vuelven a meter!".

Y mucho más que cualquiera, los empleados de Correos, que el día del anuncio habían comenzado su jornada laboral con la idea de dejar atrás unas semanas desenfrenadas en las que en su oficina tuvieron que trabajar a destajo para que las elecciones autonómicas trascurrieran con normalidad.

"Hay mucha vocación, pero ahora mismo no estamos en situación física ni psíquica de afrontar una nueva campaña"

"Somos una plantilla muy involucrada con las funciones que realizamos", explica Virginia, una empleada de Correos, a El Confidencial, "hay mucha vocación, pero ahora mismo no estamos en situación física ni psíquica de afrontar una nueva campaña". A eso de las 11 de la mañana del día del anuncio de elecciones, su teléfono comenzó a echar humo: "¿¡¿Otra vez?!?", "¡Yo no vuelvo a hacer unas elecciones!", y un aluvión más de mensajes similares en WhatsApp.

placeholder Correos recomienda solicitar el voto lo antes posible. (EFE/Daniel González)
Correos recomienda solicitar el voto lo antes posible. (EFE/Daniel González)

Los sindicatos han aprovechado para denunciar el déficit de personal, que consideran estructural. Si en 2008 eran 65.000 empleados, el último informe anual, de 2021, habla de 50.250 trabajadores. En realidad, la cifra real está entre los 47.000 y los 48.000 debido a las jubilaciones que no se han cubierto y a otras 4.500 personas de baja, en una plantilla con una media de edad de 57 años.

Las elecciones autonómicas supusieron un test de estrés que se solventó incluso a pesar de la polémica del voto por correo tras los escándalos que estallaron en Melilla o Mojácar. En algunos puntos de España, los empleados recurrieron a sus vehículos privados para atender la demanda y entregar los sobres de voto. Justo cuando pensaban que estaban fuera, la decisión de adelantar las elecciones los ha vuelto a meter en otra campaña. Los trabajadores insisten en que la goma ya no cede, que puede romperse de cara al 23 de julio.

Correos dijo a EC que todo trascurría con normalidad. Al día siguiente anunció la contratación de 5.500 personas de refuerzo

Desde Correos explicaban a lo largo de la semana a este periódico que "el proceso de solicitud de voto por correo para las Elecciones Generales se está desarrollando con normalidad". La empresa añadió que está poniendo "todos los recursos necesarios para garantizar el cumplimiento de los compromisos que le son encomendados en los procesos electorales para la gestión del voto por correo". Dos días después, se anunció la contratación de refuerzo de 5.500 trabajadores. Varios trabajadores consultados por este diario comentan que la situación tiene a toda la plantilla alterada.

Por dónde puede romperse

Los trabajadores y representantes sindicales consultados no creen que los problemas vayan a estar tanto en el cuello de botella que se puede formar en las oficinas para entregar el voto, pero sí a la hora de trasladar el material a los respectivos domicilios. "En ventanilla están bien cubiertos", dicen. La mayor tensión la soportan los trabajadores que se desempeñan en la calle. Aquí hay que distinguir entre dos tipos: el cartero motorizado o de Reparto 1, integrado en una Unidad de Servicio Urgente (USE) y que se encarga de llevar el voto por correo certificado, y el cartero de Reparto 2 o a pie, que llevan la tarjeta censal, la propaganda y demás.

Miguel Ángel, cartero veterano en la ciudad de Madrid —el perfil medio de las personas que reparten el correo es una mujer de 52 años— explica a este periódico que "ahora mismo, en Correos, hay una gran deficiencia en el reparto: la entrañable figura del cartero se ha dejado muy de lado". En parte es lógico porque el volumen de la carta tradicional se ha reducido a un tercio en los últimos diez años y el peso se ha trasladado al reparto motorizado de paquetes, por lo que la división de reparto más simple se ha adelgazado. "Somos menos carteros y a los que estamos nos obligan a hacer recorridos cada vez más largos, de hasta 16 kilómetros diarios".

placeholder Solicitud de certificado para el voto por correo en una oficina postal de Madrid, este miércoles 31 de mayo (EFE/Daniel González)
Solicitud de certificado para el voto por correo en una oficina postal de Madrid, este miércoles 31 de mayo (EFE/Daniel González)

Desde el Sindicato Libre de Correos, uno de los más tradicionales de una empresa pública, no descartan ningún escenario en julio si la empresa no cede a sus reivindicaciones: "Vemos con mucho escepticismo la campaña y estamos abiertos a afrontar cualquier tipo de medidas si no se cubren todas las acciones de reparto".

Entre los carteros ha calado la historia del hombre que el 21 de julio del año pasado falleció en una urbanización de Paracuellos del Jarama repartiendo la revista municipal. A las 15:45 de la tarde cayó fulminado por un golpe de calor. El trabajador, de 56 años, no era un cartero propiamente dicho, sino un buzoneador. Sin embargo, su historia, que pasó bajo el radar al coincidir en el tiempo con la muerte del barrendero municipal José Antonio González por la misma causa, caló entre los representantes de los trabajadores de Correos que lograron un compromiso por parte de la empresa: "Se consiguió que, de una a cinco de la tarde, no hubiera reparto los meses de calor, ¿pero y si hay elecciones?", se pregunta retóricamente una representante de CGT.

Hay otro factor no desdeñable: los 47.000 empleados tienen las vacaciones aprobadas por la empresa desde el pasado 30 de abril y pocos creen que esos compromisos vayan a poder ser respetados. A eso habrá que sumar que tienen seis semanas para preparar unas elecciones en las que se prevé un récord nunca visto de participación por correo, que los exiguos carteros tendrán que repartir en cada buzón, además de las correspondientes tarjetas censales y propaganda electoral.

placeholder Las altas temperaturas de julio preocupan a un colectivo con una media de edad superior a 50 años. En la foto, un cartero en el Barrio Gótico de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)
Las altas temperaturas de julio preocupan a un colectivo con una media de edad superior a 50 años. En la foto, un cartero en el Barrio Gótico de Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

Es decir, como en cada elección, pero esta vez con menos manos que nunca, con un refuerzo de personal al que habrá que enseñarles el oficio de un día para otro y encima, a 40º de temperatura.

Correos en la batalla política

La situación en Correos y Telégrafos ha sido uno de los puntos habituales de enfrentamiento entre Gobierno y oposición en los últimos meses. En diciembre de 2022, Pedro Sánchez capeó en el Senado las críticas de Cuca Gamarra a la gestión de la empresa por parte de Juan Manuel Serrano, antiguo jefe de gabinete del presidente socialista. Desde la Cámara Alta, Sánchez lanzó este dardo a Feijóo: "Hasta he escuchado a su líder criticar que el Gobierno de España nombrara al presidente de Correos, pero vamos a ver, señoría, ¿es que el señor Feijóo fue nombrado presidente de Correos por el señor Aznar por su dilatada experiencia como cartero?".

La ocurrencia fue muy aplaudida, pero no sirvió para desincentivar a la oposición. En febrero y marzo de este año, el grupo popular en el Congreso registró 65 preguntas sobre la dirección de la empresa por parte de Serrano acusándolo de "pésima gestión" y pidiendo su comparecencia en repetidas ocasiones. Denunciaban "la descapitalización humana de la compañía" y las pérdidas económicas, de 400 millones de euros en el último año.

placeholder El presidente de Correos, Juan Manuel Serrano Quintana. (EFE/Víctor Casado)
El presidente de Correos, Juan Manuel Serrano Quintana. (EFE/Víctor Casado)

A esto se unió hace pocas semanas las diferentes tramas de voto por correo que aún están siendo investigadas, pero que dieron al PP más munición para poner el foco en la empresa y exigir mayores garantías para evitar los fraudes, por ejemplo, exigiendo el DNI en todo el territorio nacional a la hora de depositar el sufragio.

Los empleados consultados afirman que desde la dirección aún no se les ha comunicado si habrá alguna medida extra más. Para el 28M el retén fue de 2.500 personas que, según las fuentes consultadas, se quedó muy corto. Correos también convocó recientemente 7.757 plazas en una oposición para paliar las bajas y jubilaciones de los últimos años. Pero todos esos puestos no se cubrirán hasta el mes de octubre. Habría sido la salvación de cara a las elecciones generales de diciembre, pero el adelanto electoral les ha pillado a contrapié. Otro de los rumores que está cogiendo fuerza entre la plantilla es la posibilidad de abrir las oficinas los sábados por la mañana.

"Ha sido un jarro de agua fría" es la expresión más habitual en las entrevistas realizadas para este artículo, dicha hasta por tres de estos empleados de forma independiente. Si todo sigue su curso y tienen que aplazar sus vacaciones para recorrer España a pie con un carrito lleno de material electoral bajo el sol justiciero de julio, el próximo jarro de agua estará en sus manos. Aún falta por saber si se lo beberán o lo verterán.

El pasado lunes, al escuchar a Pedro Sánchez anunciar la convocatoria de nuevas elecciones, todos en mayor o menor medida nos sentimos como Al Pacino interpretando a Michael Corleone en El Padrino III, en aquella escena en la cocina: "Justo cuando pensaba que estaba fuera, ¡me vuelven a meter!".

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