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83 ciudades y 32.000 km: la intensa carrera de los líderes que se la juegan en estas elecciones
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FIN A UNA CAMPAÑA DECISIVA

83 ciudades y 32.000 km: la intensa carrera de los líderes que se la juegan en estas elecciones

El líder del PP es quien más ciudades y kilómetros ha recorrido; el de Vox, el que menos. La agenda nacional eclipsa las propuestas en municipios y CCAA, con los focos puestos en Sánchez, Feijóo, Abascal y Díaz

Foto: Pedro Sánchez bajando del avión presidencial. (EFE)
Pedro Sánchez bajando del avión presidencial. (EFE)

¿Cuántas camisas habrá metido Alberto Núñez Feijóo en su maleta para galopar 12.000 kilómetros en solo 15 días? ¿Cuántas veces paró Yolanda Díaz a echar gasolina? ¿Repitió corbata Pedro Sánchez en alguna de las 17 ciudades que visitó? La omnipresencia de los principales líderes políticos ha sido una constante en una campaña electoral en la que los asuntos y medidas de competencia territorial apenas han tenido cuota en los grandes discursos. Una auténtica carrera de fondo —para algunos más que para otros— marcada por el barro, las denuncias mutuas, el fantasma de ETA y hasta algunos casos de fraude electoral.

Los 15 días que ha durado la campaña del 28-M se ha asemejado a una primera vuelta de las generales previstas para finales de año. Los grandes líderes han monopolizado los focos, los aplausos, las fotos. La agenda nacional ha eclipsado la local. Sánchez, Feijóo, Abascal y Díaz han cogido carretera y manta —o el Falcon— para tratar de salvar con mayor o menor éxito una campaña clave para los resultados de este 28 de mayo, de los que depende su propio futuro político. En total, los cuatro han pisado 83 ciudades y han recorrido cerca de 32.000 kilómetros. Casi la distancia que se necesita para culminar una vuelta al mundo.

Foto: Efectivos de la Policía Nacional, delante de la oficina de Correos de Melilla. (EFE/Paqui Sánchez) Opinión

Los cuarteles generales de los partidos han logrado movilizar a decenas de miles de personas en cientos de eventos, algunos multitudinarios —Feijóo se lleva la medalla de oro con las 12.000 personas que logró reunir en la Plaza de Toros de Valencia—, intercalados con actos más cercanos y pegados a la calle, como los paseos de Yolanda Díaz, sea en la pradera de San Isidro, sea a la orilla del mar, en Valencia. Recalibrando sus discursos, con gestos inesperados y algún que otro lapsus, los primeros espadas de las cuatro grandes fuerzas políticas han puesto toda la carne en el asador antes de unas elecciones decisivas, que servirán de termómetro antes de arrancar, oficialmente, la carrera a las generales.

Sánchez: presidencialismo y bazar de anuncios

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, cierra una campaña marcada por la polémica sobre las listas de Bildu y por el escándalo de la compra de votos, que han enturbiado los discursos de los partidos para el 28-M. Sánchez ha protagonizado hasta 17 actos en ciudades por todo el territorio, y el PSOE asegura que hasta 42.500 personas han asistido a los mítines del presidente del Gobierno, que se ha esmerado a fondo, hasta casi volverse omnipresente.

Ferraz dispara este número hasta los 128.000 asistentes a lo largo de 40 provincias si se tienen en cuenta también los actos en los que no ha estado el líder socialista. Y, si en precampaña Sánchez ya fue diana de críticas por sus anuncios en mítines del partido, en las últimas dos semanas el jefe del Ejecutivo hizo oídos sordos a las críticas de la oposición y de sus socios y cumplió este guion a rajatabla. Apostando por una campaña de corte presidencialista, Sánchez lo ha jugado todo a los logros del Gobierno de coalición, así como a sus golpes de efecto con anuncios sobre vivienda, medidas sociales o inversión sanitaria.

Foto: Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez. (EFE/Biel Aliño)

Daba igual si estos anuncios eran reciclados, si las partidas estaban incluidas o no en los presupuestos; el presidente encontró en los mítines de partido el escaparate perfecto para presumir de logros que requieren de la aprobación del Consejo de Ministros, y lo ha hecho sin exponerse a los correctivos de la Junta Electoral Central. Y, frente a quienes apuntaban a que su presencia podría ser perjudicial para algunos de sus barones, el secretario general socialista ha hecho malabares para descargar su agenda en el Gobierno y compatibilizarla con estos actos, trufados con otros de carácter institucional en algunos territorios.

Si bien la mayoría de sus desplazamientos los realiza en los aviones Falcon del Ministerio de Defensa, de haber viajado por carretera sumaría cerca de 8.096 kilómetros recorridos. El PSOE se juega perder plazas de la importancia de la Comunidad Valenciana, y sabe que todo descalabre territorial será leído por la oposición como una prueba de que el sanchismo está en decadencia. Sánchez también ha jugado fuerte en Barcelona, donde cerró campaña ante 4.000 personas, y se ha expuesto en prácticamente todos y cada uno de los territorios. Hoy, la mayoría de gobiernos autonómicos están en manos de los socialistas y desde Ferraz venden optimismo. En unas horas saldrán de dudas.

Feijóo: algunos lapsus tras batir récord en kilómetros

Feijóo ha echado el resto en su primera campaña como líder del PP. En un principio, Génova aseguró que limitaría las apariciones públicas del gallego para concentrar el protagonismo en los candidatos autonómicos y municipales. Su papel debía ser el de "ayudar", pero no el de acaparar los focos en detrimento de sus barones. Pero algo hizo clic en el cuartel general de los populares a mitad de precampaña. La dirección detectó que la tendencia no era tan optimista como habían planteado al principio. El escenario que ya avanzaban su trackings internos era muy ajustado en la mayoría de plazas autonómicas clave. Así que Génova dio un volantazo a su estrategia electoral y Feijóo también se hizo omnipresente. El resultado: a sus 61 años, el líder conservador se ha recorrido casi 12.000 kilómetros en apenas 15 días, mucho más que sus rivales.

El jefe de la oposición ha visitado un total de 30 ciudades o municipios en dos semanas. Su objetivo era poner un pie en todas las comunidades, y lo ha logrado. La única excepción han sido las dos ciudades autónomas. En Ceuta dan por asegurado el liderazgo de Juan Jesús Vivas, a pesar de que Vox acecha en el segundo puesto. En Melilla, origen de la red de fraude electoral que se ha extendido por toda España, el PP da casi por segura una mayoría absoluta. Feijóo se ha desplazado a todas las capitales de provincia que juegan un papel clave en estas elecciones, como Sevilla, Valladolid, Madrid, Toledo o Barcelona. Pero no ha ocultado su predilección por la Comunidad Valenciana, la joya de la corona territorial a la que el PP fía el futuro —e hipotético— ascenso de Feijóo a la Moncloa. Incluso en el último día de campaña y estando él en Albacete, hizo un guiño a su plaza predilecta: "Lo que le está pasando al PSOE en las últimas horas [en alusión al escándalo de fraude electoral] es la mascletá perfecta".

Foto: Abascal, durante el cierre de campaña de Vox en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)

El líder popular ha visitado hasta en tres ocasiones la ciudad del Turia, donde celebró, además, el mitin central de campaña. El PP salió de la Plaza de Toros de Valencia a hombros tras rebosar el recinto con unas 12.000 personas. Feijóo también ha repetido en Zaragoza, otra de las plazas en las que Génova cree que logrará un vuelco la noche electoral. En el entorno del líder popular aseguran que la campaña ha sido "efectiva" en territorios donde el resultado estaba ajustado, como Aragón o Baleares. "Antes de la campaña el balón iba al poste; ahora parece que está dentro", sintetizan en la dirección.

Un dato curioso ha sido la sobreexposición de Feijóo en Extremadura. El líder del PP ha visitado la provincia de Badajoz en dos ocasiones, las mismas que Cáceres. Y no era algo que estuviese previsto. Al inicio de la campaña, en Génova avanzaban que improvisarían la agenda del líder nacional especialmente en la recta final, para "apretar" en aquellos territorios que precisasen más ayuda o estuviesen más lejos de su objetivo. Extremadura es precisamente una de las plazas en las que el PP ve más "difícil" un triunfo el próximo domingo. La candidata regional, María Guardiola, ha logrado hacer crecer su marca en la región, aunque esta expansión se estima insuficiente para desbancar a Guillermo Fernández Vara, que sigue en disposición de revalidar el ejecutivo regional de la mano de Podemos.

Abascal: perfil bajo y pocos esfuerzos en el feudo de Ayuso

Vox, por su parte, ha desplegado una campaña de perfil bajo, con actos pequeños y sectoriales, muy "pegados a la calle" y al territorio. El partido reserva fuerzas para el reto que deberá afrontar en el momento en que se cierren las urnas, cuando comenzará su auténtico desafío: lograr ser decisivos en plazas clave del PP y extender su red territorial con la entrada en gobiernos autonómicos. Santiago Abascal ha pisado un total de 20 ciudades en campaña, y ha recorrido junto a su equipo casi 5.000 kilómetros. Casi todos los actos que ha protagonizado el dirigente han incluido un recado para Feijóo: no habrá "votos gratis" tras el 28-M.

Abascal ha centrado sus esfuerzos en campaña en el mapa peninsular, sin dar el salto a Canarias y Baleares, territorios que ya visitó durante la precampaña. En su gira tampoco ha incluido a Galicia. El feudo del PP —y del propio Feijóo— sigue siendo un territorio casi inexpugnable para Vox, por lo que el partido verde no ha malgastado horas en esta plaza. El líder de Vox tampoco ha realizado ningún gran mitin en la Comunidad de Madrid, con la excepción del municipio de Chinchón. Los ultraconservadores dan casi por imposible la capacidad de influir en un futuro gobierno de Isabel Díaz Ayuso, que aspira a coronarse en el PP con una mayoría absoluta el próximo domingo. Más opciones tienen en el Ayuntamiento de Madrid, aunque la ley electoral facilitaría a José Luis Martínez-Almeida gobernar en minoría si Javier Ortega-Smith no facilita sus votos para la primera votación de investidura.

Foto: Abascal, junto a Ignacio Garriga y Gonzalo de Oro-Pulido en Barcelona. (EFE/Alejandro García)

El presidente de Vox ha sido el protagonista absoluto de la campaña de un partido plagado de candidatos muy poco conocidos, ya que buena parte de los perfiles autonómicos y municipales de Vox proceden de la empresa privada. Abascal no pisó Valladolid en campaña —sí lo hizo en las semanas previas— un bastión clave que no termina de caer, según los sondeos, en favor del bloque de la derecha. Como Feijóo, el dirigente ultraconservador ha elevado la apuesta en la Comunidad Valenciana, que ha visitado hasta en tres ocasiones, con actos en Valencia, Orihuela y Alicante. Es precisamente el territorio donde Vox tiene más posibilidades de forzar a Carlos Mazón a aceptar su entrada al gobierno autonómico, siempre y cuando Ximo Puig no logre revalidar el pacto del Botànic.

Díaz: equilibrios difíciles con traspié en el minuto de descuento

De remarcar que Sumar no se presentaba a las elecciones, y de la premisa de que solo apoyaría a Unidas Podemos en los territorios en los no pudiera pisar minas, Yolanda Díaz pasó en cuestión de días a apostar por una gira de vértigo, y a pedir el voto incluso por formaciones que compiten entre sí. Podemos le reclamó que solo hiciera campaña por sus candidatos, sin éxito.

La vicepresidenta segunda ha pasado por 16 ciudades y ha recorrido cerca de 7.200 kilómetros en una gira en la que ha evitado polvorines como Canarias —Podemos e IU compiten con Más País y con el ex número tres morado, Alberto Rodríguez—. Ha mostrado su sintonía con candidatas de Unidas Podemos como Irene de Miguel (Extremadura) o Pilar Garrido (Euskadi), pero también ha dejado claro que lo juega todo a la carta Ada Colau. La ha visitado tres veces en campaña, participó con ella en el acto de cierre, y se hará corresponsable de su resultado.

Foto: Yolanda Díaz y Ada Colau. (EFE/Quique García)

Y, si bien durante las últimas dos semanas no ha coincidido en mítines con Ione Belarra o Irene Montero, sí lo ha hecho con Alberto Garzón (IU). En su campaña a dos bandas, Díaz ha mezclado actos electorales al uso —su equipo presume de haber aglutinado a una media de 800 simpatizantes en los más grandes, más de 1.000 en Barcelona—, con paseos, en los que es más difícil medir su capacidad de convocatoria. Una caminata por la pradera de San Isidro, en Madrid, le valió para mostrar su afinidad con Mónica García y para cumplir el trámite con la candidata de Podemos a la Comunidad, Alejandra Jacinto.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, con el alcalde de Valencia, Joan Ribó, durante el acto en Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Un acto en Alicante le permitió pedir el voto para Héctor Illueca (Podemos), y un paseo en Valencia le permitió encumbrar a Joan Ribó (Compromís), para el que pidió el voto ante su competidora morada, Pilar Lima, enfadando a su formación. Hasta este momento, Díaz mantuvo el equilibrio, y Podemos evitó hacer ruido públicamente a la hora de criticar a la vicepresidenta segunda.

La líder de Sumar está al frente de Unidas Podemos en el Gobierno, y su campaña ha sido completamente independiente de la de Belarra, Pablo Iglesias o el propio Garzón, con el que sí ha coincidido en un par de ocasiones. El peculiar papel jugado por la vicepresidenta puede permitirle sacudirse algunas críticas, de sufrir Podemos el varapalo que le atribuyen algunas encuestas. Sin embargo, todos los actores del espacio político dan por hecho que, de venir mal dadas, los dardos le lloverán igualmente. Díaz es la única líder que no tenía una única fuerza representando sus posiciones en campaña, y en su equipo siempre han reconocido que su rol era particularmente complicado, aunque estuviera decidida a pelear por cada voto de izquierdas.

¿Cuántas camisas habrá metido Alberto Núñez Feijóo en su maleta para galopar 12.000 kilómetros en solo 15 días? ¿Cuántas veces paró Yolanda Díaz a echar gasolina? ¿Repitió corbata Pedro Sánchez en alguna de las 17 ciudades que visitó? La omnipresencia de los principales líderes políticos ha sido una constante en una campaña electoral en la que los asuntos y medidas de competencia territorial apenas han tenido cuota en los grandes discursos. Una auténtica carrera de fondo —para algunos más que para otros— marcada por el barro, las denuncias mutuas, el fantasma de ETA y hasta algunos casos de fraude electoral.

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