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Así se compran los votos en Melilla: del plan 50-50 a la venta por lotes al mejor postor
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COALICIÓN POR MELILLA, BAJO EL FOCO

Así se compran los votos en Melilla: del plan 50-50 a la venta por lotes al mejor postor

La ciudad autónoma vive con calma el mayor escándalo de su historia reciente mientras se suceden las detenciones

Foto: Panorámica de la ciudad de Melilla, con los montes de Marruecos al fondo. (EC)
Panorámica de la ciudad de Melilla, con los montes de Marruecos al fondo. (EC)
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Todo comenzó con un hecho fehaciente. No fue una pista ni un soplo, como suele ser habitual, sino una información inequívoca que demostraba que en Melilla se están comprando votos a gran escala. Algo tan contundente que a la judicatura melillense, harta de cuchicheos sobre este tipo de estafa, le sirvió para poner la ciudad patas arriba.

Sucedió a principios de mayo y, desde entonces, los agentes de la Udyco (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) de Melilla no han descansado un momento. Afrontan jornadas de 12, 15 horas diarias, sabedores de que lo que está en juego va más allá del delito contra la salud pública: es un atentado contra el corazón de la democracia. Con la presión de tener un país respirándote en el cogote, los investigadores han conseguido en tiempo récord trazar una línea desde los últimos eslabones, los captadores que ofrecen dinero a la gente por su voto, hasta la cúpula del partido Coalición por Melilla, de la que ya han sido detenidos Mohamed Ahmed Al-lal, número tres de la lista electoral y exconsejero del actual Gobierno, y Abdelila, más conocido con Abdul Lobo, yerno de Mustafá Aberchán, líder histórico del partido e inhabilitado para estos comicios por otro caso de compra de votos en 2008.

"El porcentaje de voto por correo de Melilla es siete veces más alto que la media nacional"

En la ciudad autónoma, siempre ha circulado el runrún de la compra de votos. De sus 86.000 habitantes, en torno a 10.000 son marroquíes que viven en zonas marginales y no muestran el menor interés por la vida pública. Melilla es una ciudad de funcionarios —aquí cobran los pluses por lejanía más copiosos—, militares y comerciantes. No hay nada más: ni agricultura, ni turismo, ni espacio siquiera para construir. Una sociedad bipolar en la que el grueso vive sin ahogos y una pequeña parte tiene que subsistir en las grietas del sistema.

En barrios como Los Cuernos, el Monte María Cristina, la Cañada de Hidum o la zona del rastro, los de peor fama de Melilla, es donde Coalición por Melilla tiene sus caladeros. Allí la política es de otra forma. Los representantes tienen que ir puerta a puerta, recordando la importancia de que haya representación musulmana en el Gobierno. Es esta forma de comunicar tan hermética la que ha dado lugar a la leyenda de la compra de votos que, aunque sucedía, era una anécdota en comparación a lo que se está viviendo en estas elecciones.

Foto: Fotografía de una oficina de Correos. (EFE/Carlos Barba)

Las cifras son elocuentes: Melilla ha pasado de tener a 3.000 ciudadanos que pidieron el voto por correo en los últimos comicios a las más de 11.000 que lo han solicitado ahora. Nada menos que el 20% del censo electoral, una proporción siete veces mayor que la media del resto del país.

Se trata de un esquema circular que empieza en los empresarios afines a CpM. Como cada periodo electoral, estos aportan fondos al partido para sufragar la campaña con la esperanza de que se hagan con el poder y piensen en ellos cuando toque licitar trabajos. Al respecto, la Udyco ha detectado que se estaban encargando trabajos a personas de las que no se conoce oficio ni beneficio, pero sí su cercanía a CpM y Aberchán.

Foto: Vehículos de la Policía Nacional en Melilla. (EFE/Paqui Sánchez)

La hipótesis es que estos pagos encubiertos son la contrapartida a los fondos aportados para la compra de voluntades.

Votos a 100 euros

En Melilla, los votos se compran de dos formas. La más habitual consiste en que un cargo o un afín del partido se ponga en contacto con los líderes de barrios marginales para que movilicen a su comunidad. Es un acuerdo redondo: el político no se mancha las manos y estos jefecillos del gueto, delincuentes con un voluminoso dosier policial, refuerzan su figura repartiendo dinero entre sus necesitados vecinos, al tiempo que ellos mismos obtienen una suculenta comisión por el fraude.

Por último, tenemos a los vecinos, que ni pensaban votar, que consiguen en torno a 300 euros por familia, un dinero que cunde en la ciudad más barata de España.

Foto: El coordinador general del PP, Elías Bendodo. (EFE/Javier Lizón)

El modus operandi es sencillo: los líderes pagan 50 euros cuando les enseñan el resguardo de que se ha solicitado el voto por correo, y entregan otros 50 cuando ya tienen el sobre con la papeleta. Después, las sacas con los votos se entregan a terceras personas, que los colocan en oficinas de Correos de todo el país, de Almería a Barcelona. La idea es evitar el escándalo de entregar cientos de sobres en la oficina central de la ciudad; el plan falló por otra parte: había demasiado dinero circulando.

El rumor del negocio de que estaban dando dinero gratis corrió como la pólvora en los barrios desfavorecidos y pronto el proceso de captación mutó en una legión de ciudadanos ofreciendo su voto sin recato. Los investigadores estiman que en torno a 10.000 papeletas pueden haber sido adulteradas por este procedimiento, un volumen de voto que le serviría a cualquier partido para ganar las elecciones del próximo domingo.

Foto: Detenido el número 3 de las listas de Coalición por Melilla por la supuesta compra de votos. (EFE/Paqui Sánchez)

El otro sistema viene abanderado por figuras como la de Felipe Heredia, expresidente de un equipo de fútbol local investigado por amaño de partidos. Miembro del conocido clan de los Garrapines y radicado en la zona del rastro, está acusado de comprar votos por cuenta propia. Según la investigación policial, una versión que corrobora el expresidente Imbroda, Heredia acumula bolsas de sufragios que va ofreciendo a los distintos partidos. Compra barato entre los ciudadanos de sus redes de influencia y aguanta su inversión hasta la semana antes de elecciones, cuando más se paga por ellos. A pesar de que Heredia trata de inculpar al PP en sus tejemanejes, a la Policía no le consta que los populares o el PSOE hayan tenido tratos con él.

Se estima que la mitad del voto por correo solicitado en Melilla se va a contabilizar

"Eso era antes, ya no se puede", dice Bilal, un melillense que toma café en la avenida de la Duquesa de la Victoria, una de las arterias de la ciudad. "Aquí mucha gente tiene familiares a los que les han ofrecido comprarles el voto. Yo no lo veo mal: si no vas a votar ni a los rojos ni a los azules, pues por el voto te puedes comprar unos pantalones buenos", explica a este periódico. "Pero, por lo que me llega a mí, ya no se puede hacer".

Bilal se refiere a que la Junta Electoral impuso el pasado día 18 que se presentase el DNI a la hora de entregar el voto por correo. De las sacas con votos se pasó a las colas en las oficinas de Correos, donde se mezclaron los ciudadanos que votaban en libertad con los que llegaban para certificar su estipendio. Ayer, durante la última hora en la que se aceptó el voto por correo, las oficinas de Correos de la ciudad cerraron sin clientes por atender.

No obstante, Melilla está lejos de recuperar la normalidad: 6.000 de los 12.000 votos solicitados han conseguido entrar en el sistema y, reflejo de las colas de Correos, nadie sabe cuáles son buenos y cuáles no. No parece la mejor fórmula para una jornada electoral sin incidentes.

Todo comenzó con un hecho fehaciente. No fue una pista ni un soplo, como suele ser habitual, sino una información inequívoca que demostraba que en Melilla se están comprando votos a gran escala. Algo tan contundente que a la judicatura melillense, harta de cuchicheos sobre este tipo de estafa, le sirvió para poner la ciudad patas arriba.

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