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La izquierda a la izquierda del PSOE, una olla a presión que no aguantará tras el 28-M
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Elecciones del 28-M

La izquierda a la izquierda del PSOE, una olla a presión que no aguantará tras el 28-M

Cada formación hará su propia lectura de los resultados después de una campaña atípica por el papel de Díaz y el peso de cada uno en Sumar. Garzón y Mónica García piden autocrítica mientras Podemos sube el tono

Foto: Ada Colau y Yolanda Díaz en un acto en Barcelona el sábado pasado. (Europa Press/Lorena Sopêna)
Ada Colau y Yolanda Díaz en un acto en Barcelona el sábado pasado. (Europa Press/Lorena Sopêna)

Las fuerzas de la izquierda a la izquierda del PSOE encaran la recta final de la campaña midiendo cuidadosamente los reproches entre sí, cada una dentro de sus respectivas estrategias, pero conforman una olla a presión cuyo estallido es cuestión de tiempo. El ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón, reconoció públicamente este lunes que los resultados cristalizarán en relatos "para todos los gustos", y es lo que secundan distintas formaciones de la izquierda. Los principales focos están puestos en las comunidades de Valencia y Madrid, pero, por la multiplicidad de actores, por el riesgo asumido de que la división les penalice y por lo que significarán, asumen que habrá fuego amigo en cuanto el humo se disipe y el nuevo tablero político esté claro.

Están en juego las alcaldías de más de 8.000 municipios, pero también 12 comunidades autónomas, seis de ellas cogobernadas por Podemos. Hay algún escenario de previsible victoria en términos de bloque progresista, como Asturias (donde Podemos compite con IU y Más Madrid), pero también hay serias dudas sobre lo que pasará en Madrid y Valencia. Y, a diferencia de lo que ocurre en Barcelona, donde Ada Colau lidera la referencia indiscutible para estas formaciones, si los morados no superan el 5% y no entran en los Parlamentos autonómicos, una posibilidad que contemplan la mayoría de encuestas, el estallido será inevitable. Como lo serán los reproches de otras fuerzas de este espacio.

Foto: Irene Montero y Pablo Iglesias. (EFE/Mariscal)

Lo será después de una campaña en la que el partido de Ione Belarra tilda de "izquierda cuqui" a Más Madrid o de "partido de centro" a Compromís, al que acusa de favorecer el retorno del bipartidismo. Y en la que, este mismo martes, la propia secretaria general ha cargado contra Más País y Compromís por considerar un "socio aceptable" a Coalición por Melilla, formación afectada por la investigación en la ciudad autónoma por presunta compra de votos por correo para las elecciones municipales del próximo domingo. Coalición por Melilla ha suscrito, junto a partidos como Compromís y Más País, el llamado acuerdo del Turia, una alianza de hasta ocho formaciones políticas, si bien, según Europa Press, su participación en este espacio fue suspendida preventivamente hace una semana. Es, indirectamente, un dardo contra la vicepresidenta segunda, ya que los partidos del Turia han avalado su plataforma, Sumar. El escándalo, más allá de los reproches, amenaza con sacudir a toda la izquierda.

Más allá de esta investigación, en Podemos incrementan los decibelios conforme avanzan los días. Del PP sostienen incluso que quiere ilegalizar a su formación, mientras sube el tono para hacerse hueco en la agenda de campaña. Aún evitan disparar directamente contra Díaz, a la que ya advirtieron de que no veían con buenos ojos su estrategia de campaña a dos bandas en las comunidades en las que la izquierda concurre dividida, pero no han renunciado a utilizar estos dardos, y esperarán a los resultados del 28-M antes de hacerlo.

Foto: La ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

Por su parte, Más Madrid se autoproclama la "casa común de la izquierda" y su líder, Mónica García, aseguró en una entrevista con El Confidencial que la izquierda debería haber hecho autocrítica por "haber dado Madrid por perdido". Autocrítica es justo lo que reclamaba Garzón el lunes, en otra entrevista en La Cafetera, de Radiocable, en la que reconoció que Unidas Podemos ha perdido "casi la mitad de los votos" desde 2016. El coordinador federal de IU sostuvo que parte de esa pérdida tiene que ver con "ataques de los medios" y "otros factores externos", pero también a factores "propios". Esto es, a la pelea interna.

Si el propio Pablo Iglesias pregonaba hace días que no se intercambiaba mensajes con la vicepresidenta desde el arranque de este año, Garzón afirma que lleva "tiempo" sin hablar con el ex secretario general morado. A diferencia de Díaz, o de Colau, Garzón sí comparte escenario en los actos de campaña con Belarra o con la número dos morada, Irene Montero, y hoy pide "minimizar" las "divergencias de estrategia" entre Podemos y el resto de fuerzas del espacio, alineadas con Sumar.

Foto: Entrevista a Mónica García. (Patricia J. Garcinuño)
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"Sumar, lo que quiere, es reagrupar a todo lo que se ha ido perdiendo por el camino", justificó el lunes. También reclamó que la "negociación" para configurar una candidatura a las generales sea "rápida". Una parte de los partidos que quieren unirse a la plataforma de Díaz creen que un fracaso sin paliativos de Podemos el 28-M servirá para que suavicen posiciones, que sean más laxos en lugar de reclamar un espacio preferente en esta candidatura. Otros actores alertan del estado de nerviosismo y preocupación que podría contagiarse al resto de actores si los morados, efectivamente, se desploman electoralmente hasta escenarios nunca conocidos.

Dentro de Unidas Podemos, las fuerzas que cohabitan con los morados evitan la crítica más allá de cuestiones puntuales, aludiendo a la "responsabilidad". Que Podemos se presente habitualmente como "víctima" del fuego a discreción de políticos, empresarios, jueces y medios de comunicación no convence a buena parte de ellos, porque entienden que esto achica el margen de potenciales votantes a los que alcanzar.

Foto: Roberto Sotomayor, Ione Belarra e Irene Montero. (EFE/Fernando Villar)
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Que Iglesias aireara debates internos del grupo tampoco gustó, pero ahora sus respectivos candidatos comparten escenario a diario, y tratan de dejar en segundo plano lo ocurrido en las últimas semanas, tras la presentación de la candidatura de Díaz, el 2 de abril. Juantxo López de Uralde (Alianza Verde), que concurre con Podemos el 28-M, también reconoció en una entrevista con elDiario.es, la pasada semana, que evidentemente la presencia de los morados en esa presentación habría ayudado en esta campaña, pero también afirmó que la participación de la vicepresidenta segunda está ayudando a "recuperar" esa imagen.

Esta es la hipótesis del equipo de Díaz, que defiende que está echando el resto. En la mayoría de ocasiones, apoyando a candidaturas compartidas por Podemos e IU, en otros casos haciendo encaje de bolillos para repartir gestos entre unos y otros, con claro favoritismo, en Madrid, por el partido de Mónica García. En los actos, los dirigentes morados y la vicepresidenta escenifican una suerte de deshielo, como ocurrió el lunes en Málaga.

Foto: Yolanda Díaz y Ada Colau. (EFE/Quique García)

Isa Serra, dirigente morada y asesora en el ministerio de Montero, agradeció a Díaz su trabajo con los ERTE desplegados durante la pandemia, o con la subida del salario mínimo. La líder de Sumar cargó contra el PP, presumió de los logros del Ejecutivo —especialmente de la reforma laboral— y pidió el voto para Toni Morillas, algo que no puede hacer en Madrid o la Comunidad Valenciana por ninguno de los candidatos de la izquierda.

Morillas, exdirectora del Instituto de las Mujeres, dependiente de Igualdad, vendió a Díaz como la primera presidenta del Gobierno de España. Serra aplaudía y asentía al discurso de la aspirante a la Moncloa, en primera fila. Nadie hacía mención públicamente al hecho de que la vicepresidenta redoble esfuerzos por Colau, nadie le recuerda que deslizase, en una entrevista, que en Madrid se decantaría por García. Salvo casos muy contados, nadie en Más Madrid alude al 5% que debe superar Podemos para lograr representación en la Asamblea. La previsión es que la olla aguante, sin estallar, hasta el 28-M.

Las fuerzas de la izquierda a la izquierda del PSOE encaran la recta final de la campaña midiendo cuidadosamente los reproches entre sí, cada una dentro de sus respectivas estrategias, pero conforman una olla a presión cuyo estallido es cuestión de tiempo. El ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón, reconoció públicamente este lunes que los resultados cristalizarán en relatos "para todos los gustos", y es lo que secundan distintas formaciones de la izquierda. Los principales focos están puestos en las comunidades de Valencia y Madrid, pero, por la multiplicidad de actores, por el riesgo asumido de que la división les penalice y por lo que significarán, asumen que habrá fuego amigo en cuanto el humo se disipe y el nuevo tablero político esté claro.

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