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Las dificultades de la Fiscalía para perseguir como delito insultos como los de Vinícius
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Las dificultades de la Fiscalía para perseguir como delito insultos como los de Vinícius

Pocas veces las denuncias presentadas acaban en una acusación y se debe, en gran parte, a las dificultades de identificación de los autores y el laberinto probatorio que provoca confirmar sus cánticos racistas

Foto: Vinícius, en el encuentro ante el Valencia. (Reuters/Pablo Morano)
Vinícius, en el encuentro ante el Valencia. (Reuters/Pablo Morano)

La Fiscalía no oculta que la persecución penal de los cánticos racistas en los estadios es una tarea complicada, tanto en el caso del futbolista del Real Madrid Vinícius como en el de otros jugadores. Pocas veces las denuncias presentadas acaban en una acusación y se debe, en gran parte, a las dificultades de identificación de los autores y el laberinto probatorio que provoca. Una vez se ha logrado la confirmación de que fue una persona en concreto quien gritó a los jugadores y se han obtenido sus datos, es necesario comprobar que lo hizo utilizando insultos contra su origen o raza y no de ningún otro tipo. No es posible atribuir delitos a una masa como la que conforman los seguidores de un estadio, y el anonimato de la hinchada juega en contra en estos casos.

Basta echar un vistazo a las últimas denuncias para darse cuenta. Solo en el caso de Vinícius, según detalló este lunes el presidente de LaLiga, Javier Tebas, el organismo ha presentado ocho. Los insultos son recurrentes en el momento en que el Madrid juega fuera de casa. Ha sucedido en todo tipo de destinos. Desde Barcelona a Pamplona, Sevilla o Madrid. Ninguna de esas denuncias ha prosperado de momento y los casos en los que se consigue son contados.

Foto: Vinícius, durante el partido. (Reuters/Pablo Morano)

El fiscal contra los delitos de odio de Barcelona, Miguel Ángel Aguilar, pionero en este terreno, abrió recientemente una vía para reclamar penas de prisión en estos casos. Pidió condenar a dos años de prisión a un aficionado del Espanyol al que acusaba de haber imitado "los gestos que hacen los primates" y gritado "uh, uh, uh, uh" al delantero del Athletic de Bilbao Iñaki Williams en un partido. El fiscal se apoyó en el artículo 510.2 letra A que castiga con entre seis meses y dos años de prisión a "quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito (...) por motivos racistas", y el 510.5, que añade inhabilitación especial. Propuso adoptar ambos en concurso con un delito contra la integridad moral del artículo 173.1, que sostiene que "el que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años".

Además de los dos años de cárcel, solicitó multa de 5.400 euros, "prohibición de acceder a estadios de fútbol en cualquier categoría durante un tiempo superior a cinco años al de la pena de prisión impuesta" e "inhabilitación especial para profesión u oficio educativos, en el ámbito docente, deportivo y de tiempo libre" por el mismo periodo de tiempo. El caso está pendiente de juicio.

Pero también aquí aplicar la fórmula fue complejo. Las diligencias fiscales previas acabaron archivadas para un segundo aficionado del Espanyol ante la imposibilidad de encontrar todos los indicios racionales de criminalidad necesarios para formular acusación. Además de la toma de declaraciones, se tuvo en cuenta el visionado de las imágenes por parte de peritos policiales expertos en fotografía y audiovisuales.

Masa, individuo y dignidad

Lo cierto es que las investigaciones en general suelen acabar sobreseídas tras chocar con el muro del anonimato. Otra de las dificultades está en demostrar que los insultos atentan contra la dignidad de la persona, dado su alcance, difusión y duración.

Un ejemplo es otra decisión reciente, adoptada en este caso por la Fiscalía de Madrid, casi de forma paralela al caso anterior. Archivó unas diligencias de investigación que mantenía abiertas sobre cánticos de un grupo de personas dirigidos precisamente a Vinícius en un derbi en el Bernabéu, tales como "eres un mono". No existía allí un acto concreto que imputar a una persona determinada. El fiscal las cerró, ya que, pese a ser "desagradables", "inapropiados" e "irrespetuosos", entendía que se vertieron durante la celebración de un partido de fútbol "de máxima rivalidad" junto con otras alusiones "despectivas" o "burlonas" marcadas por esa competencia deportiva. La diferencia entre uno y otro es la que va entre la masa y el individuo. Solo la identificación de autores concretos de los gritos permite al Ministerio Público acusar por estos gritos.

Foto: Vinícius señala a la persona que le hace el gesto del mono. (Reuters/Pablo Morano)

Vinícius volvió a sufrir este fin de semana un episodio similar en Mestalla. El Valencia-Real Madrid se detuvo unos minutos después de que el jugador blanco se encarara con un espectador al que oyó insultarle en términos parecidos. El Ministerio Público ya estudia la denuncia del Real Madrid y acusará en caso de confirmarse la autoría de los insultos por parte de dos personas identificadas, indican fuentes fiscales.

El club anunció este lunes en un comunicado que ha denunciado los hechos ante la Fiscalía del Estado. En este caso, tanto LaLiga como el Valencia arrancaron de inmediato el análisis de las imágenes. Detectaron a dos personas que en el minuto 73 del partido le gritaron "mono, mono". También se revisan imágenes del exterior del estadio donde otro grupo lanzó cánticos racistas similares. Tras el encuentro, tanto el Valencia, a través de un comunicado, como el capitán del equipo che condenaron los insultos. La Fiscalía de Valencia ha incoado de oficio diligencias de investigación.

La Fiscalía no oculta que la persecución penal de los cánticos racistas en los estadios es una tarea complicada, tanto en el caso del futbolista del Real Madrid Vinícius como en el de otros jugadores. Pocas veces las denuncias presentadas acaban en una acusación y se debe, en gran parte, a las dificultades de identificación de los autores y el laberinto probatorio que provoca. Una vez se ha logrado la confirmación de que fue una persona en concreto quien gritó a los jugadores y se han obtenido sus datos, es necesario comprobar que lo hizo utilizando insultos contra su origen o raza y no de ningún otro tipo. No es posible atribuir delitos a una masa como la que conforman los seguidores de un estadio, y el anonimato de la hinchada juega en contra en estos casos.

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