Feijóo se ve ganador en la recta final de campaña y Sánchez busca al votante indeciso

Que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo hayan elegido la Comunidad Valenciana en el ecuador de la campaña no es casual. Para cada uno de ellos, el escenario tiene una lectura en clave de futuro. En el caso del PP, el acto de ayer en la plaza de toros le devolvió el espíritu de las mayorías que los casos de corrupción sepultaron. En el equipo del gallego, la sensación es de euforia y las expectativas, que se habían ido rebajando, han vuelto a colocarse en lo más alto. En Génova esperan que el 28-M marque el cambio de ciclo con una clara victoria en las municipales que ya adelantan los trackings que manejan en la planta noble.

El mensaje es que lo importante es romper el ciclo de derrotas que acumula desde hace siete años el partido. "Desde 2016, hemos perdido en las municipales, en las generales y en las europeas", lamentan los de Feijóo, que insisten en que su electorado está totalmente movilizado. Como muestra, cuentan que se ofrecieron autobuses al candidato Carlos Mazón para llenar el acto y no ha sido necesario recurrir a simpatizantes de otras comunidades. Los expertos también perciben que el elector de derechas está movilizado en clave de generales frente al de la izquierda, que se muestra mucho más indeciso.

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Los indecisos es lo que, según reconocen fuentes socialistas, preocupa de cara a la recta final de la campaña. Han aumentado los que dudan y la fidelidad de los electores está en cifras del 60%. Los datos arrojan que desde la polémica de las listas de Bildu los sondeos "se han congelado". El repunte que se había percibido en algunos territorios se ha frenado. El voto que los fontaneros del PSOE tienen identificado como antisanchista está penalizando más a los candidatos. Manejan caídas de en torno al 7% respecto a las cifras de hace cuatro años. En la Moncloa, lo fían todo a la movilización, por eso el presidente ha seguido con sus anuncios. El último: destinar 38 millones de euros a las comunidades para la salud mental.

Sánchez está volcado en las municipales porque sabe que se leerán como la antesala de las generales, pero mantener la Comunidad Valenciana es también una prioridad. El bautizado como Pacto del Botànic fue el ensayo de la coalición con Podemos, y Ximo Puig es un barón de los que se consideran afines. Si la izquierda no logra sumar para reeditar su alianza, será un mal presagio para las generales. La fotografía a día de hoy, como refleja el sondeo publicado por El Confidencial ayer, da un cambio de color en la región. Los populares podrían gobernar con el apoyo de Vox.

Más allá del significado metafórico, tanto para el PP como para el PSOE, esta plaza es un trofeo necesario. En el caso de Feijóo, es vital arrebatar algún feudo importante a los socialistas. Sumar La Rioja, Canarias, Baleares o Cantabria es insuficiente para ahormar un discurso de castigo al Gobierno. La Comunidad Valenciana parece más accesible que Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón, donde habrá partido hasta el último minuto. El presidente del Gobierno necesita un balón de oxígeno en un "territorio amigo", dado que es consciente de que será muy difícil atribuirse los resultados de Emiliano García-Page o Javier Lambán si son buenos.

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Tanto en el caso de Sánchez como en el de Feijóo, salvo sorpresas, necesitarán negociar con Podemos y Vox para gobernar ayuntamientos y comunidades. Los morados están recuperando posiciones y puede darse la paradoja de que, teniendo un peor resultado que hace cuatro años, alcancen más poder. Pueden condicionar la continuidad de Guillermo Fernández Vara y en la Comunidad de Madrid complicarle la mayoría absoluta a Isabel Díaz Ayuso si logran entrar en la Asamblea. La participación es otra variable a tener en cuenta. Hace dos años, se votó en día laborable y se alcanzó un 70%. Los sondeos reflejan una caída de hasta tres puntos.

Pablo Iglesias ha entrado de lleno en la batalla electoral, dejando en una posición casi irrelevante a Yolanda Díaz. La indefinición de la vicepresidenta la está penalizando y el 29-M puede encontrarse que el precio de incluir a Podemos en Sumar haya subido respecto de hace unos meses. Ser derrotada sin presentarse. Dependerá del control de daños de los morados. El líder de facto repite estrategia pese a que le costó retirarse de la política. Ha situado en el centro de sus críticas a Ayuso con el fin de salvar la marca en Madrid. Sánchez también confronta con la baronesa del PP, pero su intención es socavar el liderazgo de Feijóo.

Génova no va a entrar. Da por zanjado el asunto de las diferencias con Ayuso por la ilegalización de Bildu. Feijóo sí mantendrá a Sánchez como sparring. El PP intentará capitalizar un voto de descontento que han venido detectando en la calle. "Feijóo pasea con normalidad, mientras Sánchez no ha hecho un solo acto al aire libre", exponen desde la caravana popular. Los dardos serán los mismos que se han lanzado hasta ahora. Los pactos con los que buscan romper España: "No vamos a dejar de denunciarlo", insisten.

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Feijóo está cómodo en el marco de una primera vuelta de cara a las generales. No contempla una derrota y de los acuerdos poselectorales, hasta el 29-M, la consigna es no hablar. En esta semana se apelará al voto útil con la mirada puesta en Vox. Ciudadanos ya ha sido absorbido y hay encuestas que lo dejan fuera de todas las instituciones. El 28-M podría ser el entierro de los naranjas, salvo que Begoña Villacís logre romper la tendencia. Si se confirma que no alcanzan el porcentaje necesario para estar en ayuntamientos y comunidades, concurrir a las generales de finales de año será una hazaña.

Con los de Santiago Abascal, el PP lo tiene más complicado. Estarán presentes en muchos municipios y se prevé que entren en casi todos los parlamentos regionales. En Navarra, pueden dar la sorpresa con dos representantes. De su fuerza dependerá lo que puedan condicionar a los populares. Los candidatos de Vox ya han dejado claro que exigirán coaliciones como la de Castilla y León. Ese pulso empezará el 29-M.