Es noticia
El rencor intergeneracional brota en España: "A los de entre 30 y 50 no nos dan nada"
  1. España
Y LO MÍO, ¿QUÉ?

El rencor intergeneracional brota en España: "A los de entre 30 y 50 no nos dan nada"

La aprobación de medidas por niveles de edad para jóvenes y ancianos está abriendo una guerra generacional que no había aparecido en España hasta ahora gracias a las familias

Foto: Foto: Reuters/Jon Nazca.
Foto: Reuters/Jon Nazca.

La pasada semana, Pedro Sánchez anunció la creación de un nuevo bono para que los mayores de 65 años puedan acudir al cine por apenas dos euros, una medida que parece haber resquebrajado un poco más la ya tensa costura de la solidaridad intergeneracional:

"Demasiado viejo para el bono cultural y el abono de transporte, demasiado joven para ir al cine por dos euros. Demasiado pobre para todo lo demás. Los treinta: la mejor edad".

Foto: Rueda de prensa posterior a la presentación de los PGE. (EFE/Chema Moya) Opinión

"Si cumples 18 años te regalan un bono cultural de 400€ más el Interraíl, si tienes más de 65 años el cine te costará dos euros los martes y a los que tenemos entre 30 y 65 años nos dan una palmadita en la espalda".

"España será un país en el que un jubilado con 1.500 de pensión y cuatro pisos en alquiler paga menos para ir al cine, transporte público y vacaciones que un joven de 30 años con contratos precarios. España solo es país para viejos".

"No distinguir por renta provoca la sensación de que no se ayuda a quien lo necesita"

"Mis padres tienen la casa pagada y más o menos todas sus necesidades cubiertas. A qué hostias viene regalarles dinero para que vayan al cine. Esto es acojonante".

La coincidencia nada casual en el tiempo de una serie de medidas sociales en función de edad ha propiciado una sensación de agravio entre generaciones que durante mucho tiempo había estado atenuada en nuestro país, salvo en momentos como la crisis económica de 2008. La gran diferencia es que esta sensación de injusticia ya no es solo de abajo arriba, de jóvenes hacia mayores, sino que también comprende las rencillas de la generación millennial hasta la centennial: los treintañeros están empezando a mirar con envidia a los más jóvenes. La guerra de generaciones ha sustituido a la guerra de clases.

"Los tuits van al meollo de la cuestión de forma muy explícita, que es algo así como que los que tenemos entre 30 y 45 estamos colgados de la brocha", valora Elisa Chuliá (1965), profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED. "Me impresiona que empiece a surgir algo así, porque las condiciones estaban ahí hace tiempo, pero esas tensiones se habían amortiguado gracias a las familias, una institución que funcionaba muy bien en España a la hora de redistribuir ingresos y servicios, por ejemplo, los abuelos que cuidaban de sus nietos, algo por el que el mercado pide mucho dinero. Pero esa generación se empieza a enfadar porque ya ni siquiera tiene hijos para que los cuiden sus padres".

Una de las claves para la aparición de este sentimiento de agravio es la adopción de medidas que no distinguen por renta y que, por lo tanto, se consideran regresivas. Como recuerda José García Montalvo (1964), catedrático de Economía Aplicada en la Universitat Pompeu Fabra, tan solo un 20% de los 150.000 millones invertidos por el gobierno en recuperación está condicionado por la renta. "Esa es la clave: quien más sufre es quien tiene menos renta, y quien menos renta tiene son los jóvenes", recuerda. "¿Quiénes son los que salen favorecidos de que la rebaja a los precios de la gasolina no distinga por renta? Los que más tienen. Que no haya esa diferencia agudiza esa sensación de que por su edad tienen mucha suerte y a nosotros, que nos deberían ayudar, no nos ayudan”.

El desajuste es tan estructural, añade el economista, que no hay manera de compensar esas diferencias con esos pequeños parches. "Cuando el gobierno toma medidas como el bono cultural para jóvenes, intenta compensar esas diferencias, pero al final, los diez millones de votos de jubilados pesan más que los de los jóvenes", recuerda García Montalvo. "Luego las pensiones se corrigen al 8%, mientras que los sueldos no suben".

"El bono del cine no es honesto, sino que obedece al voto de los mayores de 65"

Chuliá está de acuerdo en que el diseño de medidas generales que no distinguen según renta puede contribuir a ahondar en esa herida. "Cuando haces una medida así, no puede dar la sensación de que benefician a unas generaciones frente a otras", valora. "El diseño es siempre complicado y es fácil hablar, pero a mi juicio las ayudas cuyos beneficiarios se definen por la edad pueden generar, por una parte, malestar y frustración a quienes no se benefician de ellas aunque estén cerca, como los que tienen 31 años ante una medida que pone el límite en 30, y también una sensación de injusticia verdadera (o no) entre generaciones que se perciben como más protegidas".

Borja Barragué (1981), director Adjunto de Future Policy Lab y profesor de teoría política y jurídica de la UNED, apunta en esa misma línea. "Tengo la impresión de que la reacción a algunas de estas medidas está mediada por la reacción que ciertas personas tienen (tenemos) al tufo electoral que desprenden", valora. "Es decir, que la razón que anima al poder público a rebajar el precio del cine a los mayores no es genuina, no es honesta, no obedece a una convicción moral acerca de la justicia social de la medida, sino que obedece al caudal de votos que los mayores de 65 suponen para los partidos políticos, siendo así además que el gobierno dispone de la palanca de hacer realidad sus promesas a través del BOE".

placeholder Cuando miras largo tiempo a un perro, el perro también mira dentro de ti. (Reuters/Nacho Doce)
Cuando miras largo tiempo a un perro, el perro también mira dentro de ti. (Reuters/Nacho Doce)

Como añade Chuliá, no hay buenos indicadores en España para medir con exactitud si este rencor ha aumentado. Lo más indicativo, a este respecto, es la Encuesta sobre Opinión Pública y Políticas Fiscales que realiza anualmente el CIS. Si en 2019 solo un 3,9% de los españoles de 25 a 34 años y un 0,5% de los de 18 a 24 consideraban que se destinaban demasiados recursos a la Seguridad Social y las pensiones, en 2022, la última edición disponible, esa cifra había aumentado hasta el 7,4% y el 7,2% respectivamente, antes de la última reforma. Bajo esa cifra late la sensación de que muchos de los consultados consideran que no podrán beneficiarse del sistema de pensiones cuando llegue su turno.

La generación abandonada

La escritora y periodista Azahara Palomeque (1986) acaba de publicar Vivir peor que nuestros padres (Anagrama). En un tuit, utilizaba el ejemplo de las reacciones al bono para añadir: "Decidme que no hay fractura generacional". "En el libro (y siempre) lo llamo fractura generacional porque eso implica que puede sanar, aunque entiendo que para algunos se haya convertido en rencor", explica.

"El problema no son los dos euros del cine, sino la sensación de agravio que provoca"

La periodista considera que este rencor es mayor ahora que nunca porque el cambio de paradigma afecta, sobre todo, a los jóvenes, en lo que concierne a la economía, la emergencia climática, el estado de bienestar y la desigualdad. "Estas medidas hay que situarlas en un contexto de desigualdad aberrante donde los más perjudicados, por ejemplo, los jóvenes, tienen ya poca paciencia", añade. "El problema no son los dos euros del cine, sino la sensación de agravio a la que esas regalías parecen contribuir".

El ejemplo de la subvención al Interraíl, que llega hasta los 30 años, es elocuente para la autora, porque dibuja un mapa temporal de la juventud un tanto irónico que admite lo que denomina la infantilización de su generación: "Yo tengo 36 años y te puedo asegurar que recorrerme Europa de mochilera de trenes no me apetece nada, más bien querría una ampliación de los derechos sociales, reforzar la sanidad pública, un futuro en un planeta habitable…"

placeholder La periodista Azahara Palomeque. (Europa Press/Andrés Rodríguez)
La periodista Azahara Palomeque. (Europa Press/Andrés Rodríguez)

Barragué añade: "Tengo la intuición de que el cabreo intergeneracional de la generación de la Game Boy, a la que pertenezco, tiene que ver con la idea de las promesas incumplidas", valora. "A nosotros nos dijeron que si estudiábamos mucho y trabajábamos muy duro, nos iba a ir muy bien, mejor que a nuestros padres. Sin embargo, esto en muchos casos no está siendo así". Palomeque está de acuerdo: "Quizá la generación que se haya sentido más agraviada sea la de los millennials, porque experimentamos el corte entre la promesa de oportunidades y el paisaje arrasado de la crisis, pero los que han nacido después se enfrentan a un panorama igualmente desolador: haber crecido con pocas o cero expectativas y normalizando el desastre".

Que esta sensación de desencanto creciente se localice entre los treintañeros (y cuarentones) puede deberse a esa normalización de las cero expectativas. Como prosigue Barragué, "quizá la generación posterior no ha sufrido de ese síndrome de las promesas incumplidas porque no han vivido los años dorados del boom de la burbuja inmobiliaria y han vivido siempre rodeados de la precariedad socio-económica presente en España desde 2007, y por eso no se quejan tanto de medidas que miman a los boomers, la generación más mimada por la suerte contextual y cargan aún más obligaciones (en cuanto a la sostenibilidad financiera de esas medidas) a la generación de la Game Boy, a la que no le ha sonreído tanto la suerte".

"En sociología, la clave generacional es más importante y la de clase, menos"

¿Tienen razón? Como recuerda García Montalvo, hay investigaciones que muestran cómo la entrada al mercado laboral en un plena crisis determina no solo los primeros años de carrera, sino también toda su vida profesional posterior: es el efecto cicatriz de las recesiones. Aunque la crisis no se percibe como algo injusto, "sino la mala suerte de formar parte de una generación que ha vivido dos shocks seguidos", sí lo hacen "la actualización de las pensiones, que la tasa de pobreza se haya disparado entre los jóvenes y la de los mayores se haya reducido o que el coste de la seguridad social sea mayor para los nuevos entrantes".

Además, algunas de las medidas más generosas de la época Zapatero, como el cheque bebé que estuvo vigente entre 2008 y 2010, pilló aún joven a esa generación. Su mayoría de edad y madurez coincidió con los momentos de mayor austeridad, por lo que apenas percibieron ayudas sociales de esta índole.

No nos quedan clases, niño, solo generaciones

Una de las consecuencias de estas rencillas intergeneracionales es la tendencia a leer la sociedad como una lucha entre distintas generaciones y no entre clases sociales. Como recuerda Chuliá, en sociología la variable generacional tiene cada vez más importancia mientras que la clase social la ha perdido a la hora de analizar diferencias de actitud y comportamiento porque "las diferencias generacionales se han acentuado".

En el fondo, recuerda García Montalvo, la clave se encuentra en que la edad y el nivel económico están cada vez más ligados. "Es interesante ver cómo algunos partidos políticos intentan introducir que sigue siendo una lucha de clases y desprecian a la gente que habla de visiones intergeneracionales, porque les resulta políticamente más rentable, ya que no quieren aparecer como los que van en contra de los pensionistas, mientras que da igual aparecer como el que va en contra de los ricos, porque son pocos", ironiza.

El declive de las visiones de clase es común en las sociedades occidentales. Palomeque sostiene que aunque las experiencias generacionales hayan sido distintas, eso no significa que no pueda existir un diálogo. "La lucha de clases (que creo necesaria) perdió vigencia hace décadas", valora. "La fractura generacional, aunque no tiene en cuenta la clase social, sitúa a cada quien en sus coordenadas históricas".

"Eso de que no se pueden adoptar medidas por nivel de renta es aberrante"

Unas políticas sociales que discriminasen por renta aliviarían estas tensiones generacionales, pero como sugieren los expertos, tal vez sean políticamente menos rentables. Para García Montalvo, la tesis de que resulta muy complicado diseñar medidas por renta le resulta casi ridícula. "Si tú supieras las cosas que puede hacer la Agencia Tributaria, te sorprenderías: es aberrante que podamos hacer tanto por el lado de los ingresos y no por el de los gastos", concluye. "Por supuesto que se puede, de mil formas distintas, otra cosa es que no se haya querido hacer ese esfuerzo de eficiencia. Es tan fácil como cruzar datos, como se hace para los impuestos. Pero quizá es que no sea políticamente rentable".

La pasada semana, Pedro Sánchez anunció la creación de un nuevo bono para que los mayores de 65 años puedan acudir al cine por apenas dos euros, una medida que parece haber resquebrajado un poco más la ya tensa costura de la solidaridad intergeneracional:

Crisis Economía Millennials
El redactor recomienda