Es noticia
'Los H2': la generación que ha sufrido la tormenta perfecta marcará las elecciones
  1. España
el voto de la presión

'Los H2': la generación que ha sufrido la tormenta perfecta marcará las elecciones

Su edad está llena de exigencias: horarios laborales extendidos, presiones económicas, en especial con la vivienda, hijos que cuidar y mantener, y un futuro poco claro. Ahí aparece la 'indignadina'

Foto: La generación H2 marcará las elecciones. (EFE/Alejandro García)
La generación H2 marcará las elecciones. (EFE/Alejandro García)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La generación que ahora tiene entre 35 y 49 años aterrizó en una realidad distinta hace 15 años, cuando hizo acto de aparición la crisis de 2008. Habían vivido en una España que crecía, que aseguraba oportunidades y dominada por un floreciente consumo. En esa vitalidad residía una promesa, la de que ese progreso económico acabaría por llegarles. Eran jóvenes y esperaban una vida progresivamente mejor. La crisis de las subprime segó esa esperanza.

Según describe Andrés Medina, de Metroscopia, en esa época se manifestó una desafección profunda, en la que sus referencias quedaron muy debilitadas: los grandes partidos pasaron a ser contemplados en términos negativos, las instituciones sociales perdieron peso y quedó roto el pacto implícito según el cual el esfuerzo formativo (estudia, aprende idiomas, viaja), generaba una ventaja en términos de vida laboral y de estabilidad personal. Ese progreso que estaban a punto de tocar desapareció en un instante.

El futuro que no llegó

De ese choque nació el 15-M, y con él regresó una cierta ilusión sobre un futuro mejor. Hasta entonces, esas generaciones habían votado fundamentalmente bipartidismo, era la época en la que "el 84% del voto se concentraba en las dos principales formaciones". La aparición de nuevos partidos contenía, por tanto, un deseo de regeneración de la vida institucional, pero también permitía que la vigencia de la promesa se mantuviera. En ese instante, se concitaron dos esperanzas; la de que las transformaciones políticas enderezaran razonablemente el rumbo institucional y económico, y la de que ese progreso en la vida individual, una vez arreglada la crisis, apareciera por fin.

2015 fue la época en que Podemos estaba en su apogeo y en la que Ciudadanos comenzó a cobrar peso nacional. Vox aparecía por el horizonte. Los grandes partidos caían en aprecio social e intención de voto y tuvieron que afrontar crisis internas, primero el PSOE, más tarde el PP. La nueva política parecía imponerse. Incluso se apuntaban puentes de regeneración entre nuevos cuadros y expertos socialistas con los de Ciudadanos. 8 años después, queda muy poco de todo eso.

La esperanza funcionó, no obstante, durante un tiempo. En 2019, según datos del CIS, el segmento de edad que va desde los de 25 a 34 era el que menos afirmaba tener una situación personal "mala" o "muy mala". Desde entonces, su situación ha ido a peor, cayendo a niveles más bajos que los de 2015.

Desde 2015 a 2023, los grupos de edad para los que más ha empeorado la situación son los de 35 a 44 y los de 45 a 54: en esos segmentos, el porcentaje de quienes afirman tener una situación "mala" o "muy mala" ha crecido 5 puntos, mientras que para el resto de edades la subida es menor.

Ha transcurrido poco más de una década desde el 15-M, y las esperanzas institucionales y vitales están de nuevo rotas. Y, en esta ocasión, como proceso acumulativo y sin que se perciban caminos claros de salida. Es un momento de dificultad económica, en la que la mayor preocupación para una parte significativa de la población es llegar a fin de mes, y en la que la percepción negativa sobre la política se manifiesta en muchos aspectos, y el principal es el de la creciente polarización.

Los 'H2'

Uniendo la línea de puntos, se entiende mucho mejor la evolución vital de una generación. En Metroscopia, la denominan internamente "H2, porque son los que tienen hijos e hipoteca y están en un momento de la vida muy demandante". Son un segmento de la población exigido: horarios laborales extendidos, hijos que cuidar y mantener, presiones económicas por la subida de precios (con la vivienda en un lugar principal) y un futuro que no aparece claro. "Además, son jóvenes todavía para tener los beneficios que se les conceden a los mayores, y muy mayores para que se les concedan los de los jóvenes". Es la tormenta perfecta.

"Parece que están todo el día cabreados. Y ese enfado aparece cuando les preguntas sobre toda clase de asuntos"

Esta presión, junto con el fraude de expectativas, se manifiesta en las encuestas, especialmente en el tono de sus respuestas. Como concluye Medina, "es la generación de la 'indignadina', porque parece que están todo el día cabreados, en el enfado y en el desastre. Y ese malestar no solo aparece cuando les preguntas sobre cuestiones electorales, sino sobre toda clase de asuntos. Es una irritación que, además, se ha manifestado durante toda la legislatura". Con una salvedad relevante, ya que las diferencias entre hombres y mujeres son sustanciales: "Los varones están mucho más enfadados que ellas".

A qué partidos votan

Sus preferencias políticas, en términos de bloques, se decantan por la derecha, "que supera a la izquierda con cierto margen". En el voto masculino, el PP encabeza, muy poco por encima del segundo partido, Vox; en el femenino, PP y PSOE están empatados". En conjunto, el PP es el partido dominante, asegura Medina.

El regreso de los votantes de Ciudadanos, que tenía mucho apoyo en esta franja de edad, facilita la recuperación popular

Las encuestas que está realizando GAD3 coinciden en el diagnóstico. En la franja 35-49, el PP es el partido principal, el PSOE segundo y Vox tercero. El regreso de los votantes de Ciudadanos, que tenía mucho apoyo en esta franja de edad, facilita la recuperación popular. Ayuda el hecho, como señala María Martín Revuelta, "de que el voto que surgió de la indignación del 15-M está en otra fase. Ha regresado al bipartidismo, y ha pasado de la protesta a querer equilibrio y estabilidad".

Sin embargo, esta preferencia tiene un matiz relevante, porque no implica un simple paso del malestar al deseo de gestión. Entre los hombres que votan a la derecha en esa franja de edad, el antisanchismo está muy arraigado: "Se sienten agotados y marcados por algunas políticas progresistas, y además toleran muy mal cualquier tipo de abuso o de exceso político". No son necesariamente los más antisanchistas, asegura Medina, "pero sí quienes más lo manifiestan y con mayor intensidad".

Los cambios

Son votantes que suelen participar en las elecciones, pero que están acostumbrados al cambio, porque se han criado en él, y que son, por tanto, menos fieles. "Son más pragmáticos", señala José Pablo Ferrándiz, de Ipsos, "y si una marca no tira, pasan a otra". Este regreso al bipartidismo que las encuestas subrayan, se ve matizado por esta facilidad para saltar de un partido a otro. En la derecha, los hombres de estas edades descontentas siguen apostando por Vox: "Nos sorprendió cómo, después de la moción de censura, la formación de Abascal ha recuperado fuelle". En algunas zonas especialmente: "En nuestros últimos datos, en la ciudad de Barcelona, nos sale Vox por delante del PP, ya que se han convertido en el referente de la derecha nacionalista española". No obstante, esta facilidad para el cambio también abre una oportunidad relevante a Sumar, ya que "es muy competitivo en este grupo de edad".

Esta generación presionada, más allá de sus características concretas, retrata de un modo muy preciso la evolución del humor social español. El cúmulo de esperanzas y decepciones, el fracaso de la nueva política y la sucesión de crisis económicas, que ha llevado al fortalecimiento de los dos partidos principales, pero también a una conversación pública muy crispada, definen muy bien los vaivenes españoles y los riesgos sociales que habrán de afrontarse en los próximos años. Y la sensación de hartazgo que subrayan tendrá un peso relevante en estas elecciones, y no tanto por el número de votos, sino por su capacidad de impregnar el humor social.

La generación que ahora tiene entre 35 y 49 años aterrizó en una realidad distinta hace 15 años, cuando hizo acto de aparición la crisis de 2008. Habían vivido en una España que crecía, que aseguraba oportunidades y dominada por un floreciente consumo. En esa vitalidad residía una promesa, la de que ese progreso económico acabaría por llegarles. Eran jóvenes y esperaban una vida progresivamente mejor. La crisis de las subprime segó esa esperanza.

Elecciones municipales y autonómicas
El redactor recomienda