Una lingüista, una quesería y jaleo político a un mes del 28-M: todo sobre la mina de Cáceres

Una mina de litio puede decidir el próximo Gobierno de Extremadura. Este mineral se utiliza para la creación de baterías de los coches eléctricos, un elemento clave para la transición ecológica. Pero el proyecto para explotar un yacimiento a dos kilómetros del casco antiguo de Cáceres lleva siete años dando vueltas. En un primer momento, se planteó un socavón a cielo abierto. Ni el alcalde ni la sociedad estaban de acuerdo. Luis Salaya, el primer edil socialista, llegó a asegurar que si la Junta, de su mismo partido, autorizaba el proyecto, dimitiría del cargo. En la calle, se produjeron movilizaciones sin precedentes. Fue entonces cuando la empresa planteó un cambio sustancial y propusieron una mina subterránea.

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Las aguas continúan turbias y el asunto ha llegado a lo académico. Una lingüista ha iniciado una investigación con su grupo de trabajo de la Universidad de Bergen, en Noruega, para analizar el uso del lenguaje en la página web de la empresa y cómo "omite información sobre la cercanía al casco antiguo", según explica a El Confidencial. Además, la plataforma Salvemos la Montaña, formada por civiles contra la mina, sigue dando guerra y planea nuevas protestas. Y la famosísima quesería el Castúo no sabe qué será de ellos si se instaura el proyecto. Todo esto converge a un mes del 28-M.

¿Qué opinan las administraciones?

Hace unas semanas, la Junta de Extremadura concedió a la empresa —Extremadura New Energies, filial de la australiana Infinity Lithium— un permiso de exploración del terreno. En Extremadura, existen otras minas como la de Aguablanca que no han dado tanto que hablar. De hecho, la promotora Río Narcea solicitó la reapertura de esta mina y es posible que se active de nuevo a finales de 2023. Básicamente, la clave de la polémica del proyecto cacereño radica en su cercanía con el casco antiguo de la ciudad. Apenas quedan 15 días para las elecciones y todo el mundo en Cáceres habla de lo mismo.

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Los vecinos temen que el proyecto pueda afectar al santuario de la Montaña y a la sierra de la Mosca en su conjunto, un espacio muy especial para los residentes de la ciudad. Ahora, y después de haber conseguido frenar la iniciativa en varias ocasiones, están de nuevo preocupados. Desde la plataforma Salvemos la Montaña, están organizando nuevas actividades y concentraciones, aunque todavía se desconocen los detalles.

La posición oficial de la Junta de Extremadura es que, si los técnicos dan el visto el bueno y no implica deterioro ambiental, adelante. Mantienen que no es una cuestión de estar "a favor o en contra", sino que, como Administración, deben dar los permisos que se ajusten a la legalidad. El pasado mes de agosto, además, el Gobierno regional aprobó un decreto-ley para regular el aprovechamiento de los recursos de litio en Extremadura.

La última encuesta publicada en El Confidencial determinaba que el actual presidente, Guillermo Fernández Vara, perdería la mayoría absoluta y dependería de Podemos para gobernar. Los morados rechazan tajantemente esta iniciativa. La candidata regional de Unidas por Extremadura (coalición de UP, IU y Levanta) a la presidencia de la Junta de Extremadura, Irene de Miguel, asegura a este diario que la cuestión minera es una de sus principales líneas rojas. "Queremos evitar que la minería se pueda realizar donde haya paisajes protegidos y cascos urbamos", explica De Miguel. ¿Qué pasará con la mina?

La empresa asegura que el entorno no se vería afectado. De hecho, la alternativa subterránea fue la primera opción que le planteó el propio consistorio, algo que en un primer momento se denegó. "Cuando vinieron presentando la opción subterránea [después de todo el no tajante de la sociedad y del propio ayuntamiento], al principio no nos lo creíamos, pensábamos que era algo publicitario. Después de reunirnos con ellos, vimos que tenían un proyecto realista", señala el alcalde socialista, Luis Salaya. Les advirtieron de que, para continuar con el proceso, deberían renunciar a los permisos que habían pedido para la mina a cielo abierto. Lo hicieron. El ayuntamiento, además, les advirtió de que, de las tres zonas donde habían planeado la boca del túnel, la ideal sería la de la cantera.

A todo esto responde el actual CEO de la empresa, Ramón Jiménez. Que el proyecto, ahora, sea subterráneo, tiene una explicación. Cuando empezó a gestarse la idea de la mina, en 2016, el precio del litio estaba en 6.000 euros la tonelada. "En ese momento, era imposible hacerlo bajo tierra", explica. Hoy, los números no son los mismos. "Llegó a subir a 80.000 euros y ahora está en torno a 45.000", apunta. De hecho, su idea es que el negocio sea rentable dando un margen de bajada de hasta 17.000 euros la tonelada. "Por eso es un proyecto sólido. Además de todos los impuestos de mis ventas que pagaré en Extremadura y los 700 puestos de trabajo que generaré". Explica, también, que ahora sí es posible invertir el beneficio adicional en una planta fotovoltaica y de hidrógeno verde.

El argumento actual del consistorio es dejar que los técnicos ambientales hagan su trabajo. "Puede que mi posición haya decepcionado a algunos, pero nunca hemos tenido una posición antiminera, sino que defendemos el interés de la ciudad. Si se puede explotar el yacimiento de forma lógica y sostenible, tendrán que ser los técnicos los que valoren". En términos municipales, en su día, solo Ciudadanos defendió la mina a cielo abierto. Hoy, PP y PSOE se ponen de perfil y Unidas por Extremadura lo rechaza. "No queremos que la montaña se convierta en un queso gruyer", señala Consuelo López, candidata de UP.

No obstante, desde la empresa aseguran que nada de esto ocurrirá. Jiménez explica a El Confidencial que el material que haya que extraer para cavar el túnel hasta el litio será recolocado después. "Este yacimiento tiene mucha cantidad de litio por metro cúbico y, además, está disuelto en mica, lo que permite extraerlo de forma menos contaminante".

¿Qué opina la gente?

Para ganarse a los vecinos cacereños, la empresa ha empezado a invertir en colectivos de la ciudad. Actualmente, es el principal patrocinador del equipo de baloncesto, financia la asociación de jóvenes cofrades, la fundación del secretariado gitano y el festival de cine. Los detractores de la mina están convencidos de que su intención es comprar a la gente a toda costa. "Nosotros necesitábamos financiación y estamos contentos", reconoce Álvaro Requero, portavoz de los jóvenes cofrades de Cáceres. Pero no todos opinan así.

Ricardo y Jesús Regalado llevan décadas al frente de la quesería El Castúo. Son la tercera generación que regenta el negocio familiar, que arrancó a finales del siglo XIX. Tienen más de 1.500 ovejas, producen 30.000 kilos de queso al año y temen lo que pueda ocurrir si se desarrolla la mina. Son un ejemplo de quienes, a pesar de que ya no haya mina a cielo abierto, no terminan de estar convencidos.

Les preocupa que se extienda el rumor de que se ubicará al lado de un negocio de ese tipo. "Si esto [la quesería] no se expropia, los clientes pueden empezar a dudar de la calidad del producto estando al lado de una mina", señala. "¿Cómo valoramos los daños que puede causar? No lo sabemos. Esto puede ser un bien social, pero que te pongan algo así en la puerta de tu casa y a ver qué te parece el bien social", explica.

Ricardo pasea por su terreno y, mientras se acerca a las ovejas, argumenta que es posible que se produzcan filtraciones en el suelo. Se pregunta qué dará de beber a sus animales y cómo afectará a su salud el polvo que saldrá de las explosiones. Desde la entidad Extremadura New Energies, reconocen que será necesario estallar las rocas para hacer el túnel hasta el litio, pero que no será duradero. "Nosotros estaremos a 40 kilómetros por debajo del punto más bajo del valle", por lo que, asegura, apenas se escucharán ruidos en la extracción del material.

La ciencia tampoco es ajena al debate. Sobre el litio en Cáceres se han hecho estudios muy diferentes: ambientales, políticos, químicos... pero la última rama interesada en todo este quilombo es la lingüística. Carolina Amador-Moreno es investigadora en la Universidad de Bergen, en Noruega. Cuando les contó a los nórdicos lo que estaba ocurriendo en Cáceres con la mina, les pareció interesante analizarlo. ¿Qué lenguaje corporativo utiliza la empresa en sus páginas web? La experta recurrió a la palabra Europe. El estudio concluye que se utiliza dicho término para relacionarlo con "progreso", "independencia" y para "cubrir una necesidad". "Utilizan el relato del héroe", explica a este diario. Este jueves, se expuso toda esta teoría en un congreso sobre lingüística aplicada en la universidad extremeña.

El argumento, según la experta, tiene su lógica. "Yo vivo en Noruega, donde todo el mundo utiliza coches eléctricos, sé que es necesario. Y la idea que dan ellos de que hay que ser independientes de China es coherente". El intríngulis de todo esto es que Amador-Moreno también se dio cuenta de que se omitía información. "Al final, sus datos están enfocados a sus inversores y en bolsa, pero no dicen que está a dos kilómetros de una ciudad con sequía y que es Patrimonio de la Humanidad".

La especialidad de esta investigadora es la lingüística de corpus. "Metes el texto y te hace unas estadísticas de qué palabras tienen más frecuencia", señala. Fue entonces cuando se dio cuenta de la popularidad de la palabra Europe. Según argumenta, alguna de esa información ha desaparecido. "En su primera página web tampoco aparecía que hay un hospital y un campus universitario al lado del proyecto", señala.

La otra gran protagonista es la sierra de la Mosca, sagrada para los cacereños. Anabel, portavoz de la Plataforma Salvemos la Montaña, argumenta que es "el pulmón verde" de la ciudad. Recorre la zona con su vehículo y no entiende por qué quieren sacar esto adelante. Empezó a formar parte de esta asociación ciudadana seis meses después de su creación. En todos estos años, han organizado decenas de manifestaciones y protestas. Consiguieron recoger firmas de casi la mitad de la población total de Cáceres. "Se volcó gente de todos los colores e ideologías", explica.

Anabel teme que las rutas de senderismo desaparezcan, y no se fía de la nueva iniciativa bajo tierra. El sentir de esta plataforma es que "es más de lo mismo". Critican, también, que la empresa utilizará el agua subterránea bajo la montaña de la que se nutre la ciudad. Este argumento es desmentido a rajatabla por el CEO de la entidad. Jiménez sostiene que los recursos hídricos que se utilizarían para la mina serían reutilizados. "Hay mucha desinformación sobre este tema", lamenta.

La realidad es que, hoy día, no es fácil posicionarse a favor o en contra de la mina. En una calle cercana al puente de San Francisco, hay un edificio con tres carteles de no a la mina. En una de las viviendas vive Nuria, una mujer muy concienciada con el tema. Explica a este diario que sus vecinos de abajo se unieron a la causa cuando vieron que ella colocaba los carteles, pero para los negocios cercanos no es tan fácil. La farmacia, explica, decidió quitar el cartel porque algunos clientes se quejaban.

Todo está en el aire. Por el momento, hay que esperar a que los técnicos emitan los informes correspondientes. Cáceres espera con ansias los resultados. Si consiguen los permisos pertinentes —el ambiental es uno de los más pertinentes en toda esta historia—, la mina subterránea podría ponerse en marcha. El camino hacia la transición ecológica pasa, hoy día, por la necesidad de recurrir al litio. "¿A qué precio?", fue la respuesta que dieron todos los entrevistados cuando este periódico les exponía esa tesis.