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El 28-M prueba el aguante de Sánchez frente a un Feijóo que necesita imponer el “cambio de ciclo”
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Elecciones autonómicas y municipales

El 28-M prueba el aguante de Sánchez frente a un Feijóo que necesita imponer el “cambio de ciclo”

Moncloa toma las riendas de la campaña ante la desmovilización de la izquierda. El PP se aferra a una victoria holgada en las municipales y el asalto a la Comunidad Valenciana

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Javier Lizón)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Javier Lizón)

Ni Pedro Sánchez, ni Alberto Núñez Feijóo se presentan a las elecciones del 28 de mayo, pero ambos han planteado la campaña como una primera vuelta de las generales. Tanto los candidatos del PP como los del PSOE han intentado, sin éxito hasta el momento, que los mensajes sean en clave casera. La experiencia dicta que las siglas no arrastran y que según qué debates pueden llegar a penalizar. Los comicios de Castilla y León y Andalucía están lo suficientemente cercanos en el tiempo como para haber aprendido de los errores. Juanma Moreno se aupó con una mayoría histórica vendiendo su gestión; por el contrario, a Alfonso Fernández Mañueco le lastró el desembarco de la dirección nacional. El PSOE lo apostó todo a agitar el fantasma de la pinza PP-Vox. No le funcionó.

Pese a los antecedentes, Sánchez lo ha vuelto a hacer. Se ha echado la campaña sobre su espalda. En cada mitin, ha habido un anuncio con su consecuente reflejo en el Boletín Oficial del Estado, Consejo de Ministros mediante. Los monclovitas detectaron los problemas que más preocupaban a los votantes y se lanzaron a prometer. Ocurrió con la vivienda y ayer mismo con la sequía. El presidente ha opacado el programa de las municipales y autonómicas. Cualquier anuncio de sus candidatos es papel mojado ante el “cañón”, en palabras de Patxi López, que dispara la Moncloa.

En el PSOE, hay muchas dudas sobre esta estrategia, que achacan al “nerviosismo” del presidente. “Le ha comprado el plebiscito a Feijóo”, señalan desde el partido, donde consideran que la dimensión nacional beneficia más al PP que a ellos. Los cabezas de lista de Feijóo son en su mayoría, salvo Isabel Díaz Ayuso y Fernando López Miras, aspirantes, frente a barones consolidados como Emiliano García-Page o Guillermo Fernández Vara. Además, añaden las mismas fuentes, Feijóo es un candidato “nuevo” frente a un Sánchez “quemado” por la acción de gobierno.

¿Por qué se ha puesto en primera línea Sánchez? La respuesta está en la falta de movilización que ha detectado en la izquierda. En las entrañas monclovitas, los trackings muestran que en el bloque de la derecha hay una agitación propia de unas elecciones generales, donde siempre es mayor. Enfrente, la izquierda está en cifras de unas autonómicas. Si en las últimas votaciones de las legislativas la movilización de los bloques estuvo igualada en un 43%, ahora la derecha mantendría esta tensión. Pero en el lado opuesto rondaría un 35%, según los sondeos que llegan a los partidos.

La tradición marca que el resultado de las municipales es la antesala de lo que ocurrirá en las generales. Salvo en 2007, cuando el PP obtuvo siete décimas más que el PSOE, pero meses después Zapatero revalidó su mandato. Pero el presidente así lo asume. Excepto el CIS de José Félix Tezanos, que ayer publicó macroencuesta, los sondeos de las empresas privadas pronostican una victoria clara del PP. Que el CIS dé ganador al PSOE no es una novedad, es más bien parte de una estrategia de movilización, según los expertos en demoscopia. Tezanos no escatima y coloca a los socialistas 4,4 puntos por encima de los populares en las municipales. También augura que conservarán todos sus feudos. El objetivo es trasladar al votante socialista que hay partido. Que vayan a votar porque no está todo perdido.

En la Moncloa trabajan con las otras encuestas. Las que dicen que Sánchez puede encajar una dolorosa derrota frente a Feijóo en las municipales. Está por ver cómo de grande. En 2019, los socialistas lograron una incontestable victoria sobre los populares de Pablo Casado. Siete puntos de diferencia. Salvo sorpresa mayúscula, los de Feijóo no aplicarán un castigo similar al presidente, la diferencia podría ser de entre dos y tres puntos, que ha sido la tónica de las otras citas. Salvo los 10 puntos con los que el PP se impuso al PSOE en 2011 con un José Luis Rodríguez Zapatero de salida. Es precisamente este el espejo donde Sánchez no se quiere mirar y por eso pondrá al servicio de estas elecciones toda la artillería pesada.

Una mayoría absoluta de Ayuso y una victoria por la mínima en las municipales reabrirían el debate interno sobre el liderazgo del partido

Feijóo insiste en que son municipales y autonómicas, no generales. El objetivo es intentar quitarse una presión que está ahí. Andalucía ha puesto muy alto el listón al líder de Génova, entonces recién coronado. La primera cita con las urnas como presidente del partido fue un éxito. Inevitablemente, el 29-M se hablará de si el gallego suma. El PP necesita ganar las municipales con margen. Superar el millón de votos de distancia con Sánchez para poner en circulación el ya manido cambio de ciclo. Si la distancia es de dos puntos, no se podrá descorchar champán, dado que el rival es un presidente que con su historial debería estar achicharrado.

Feijóo necesita reivindicarse como ganador, tanto frente a un Sánchez que pacta con Bildu como a nivel interno. Una mayoría absoluta de Ayuso y una victoria por la mínima en las municipales reabrirían el debate interno en el partido. El gallego se va a volcar. En las autonómicas, necesita un trofeo, arrebatar al PSOE un feudo, y las probabilidades colocan la Comunidad Valenciana a tiro. Si solo se recuperan La Rioja, Cantabria y Baleares, saltarán las alarmas.

Foto: María José Catalá, Feijóo y Carlos Mazón, en Valencia. (EFE7Manuel Bruque)

Salvo Ayuso o García-Page, las mayorías absolutas siguen siendo cosa del pasado. Aquí entran en juego Podemos y Vox. Ambos serán decisivos. En el caso de los morados, pese a tener menos representación que en 2019, pueden obtener más poder. Los socialistas les necesitan y pondrán en valor cada diputado y concejal. Si desaparecen en la Comunidad de Madrid, será un síntoma de debilidad que aprovechará Yolanda Díaz para tomar fuerza de cara a las negociaciones que se reanudarán tras el 28-M. La vicepresidenta quiere una alianza, pero espera que los de Pablo Iglesias lleguen debilitados.

En el caso de Vox, ha optado por un perfil bajo. El plan pasa por sacar rédito de las carencias del PP. Los de Santiago Abascal venderán caros sus apoyos donde sean decisivos. El protagonismo del mundo rural ante la sequía les beneficia. No habrá discursos extremistas. Ellos sí han aprendido de Andalucía.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Borja Sánchez Trillo) Opinión

Ciudadanos, el partido bisagra por definición, puede estar ante sus últimos comicios. Los sondeos lo dejan fuera de ayuntamientos y comunidades. En el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís aspira a resistir y ser decisiva. La transferencia de voto al PP es casi del 100%, salvo en Cataluña y en Castilla-La Mancha, como prueba la encuesta que hoy publica El Confidencial.

Los politólogos han detectado que cada vez hay más indecisos hasta pocos días antes de acudir a las urnas. Las campañas y los debates, si no movilizan, sí penalizan. El 29-M se verá el nuevo tablero de alianzas y si el desgaste de Sánchez es real o una quimera.

Ni Pedro Sánchez, ni Alberto Núñez Feijóo se presentan a las elecciones del 28 de mayo, pero ambos han planteado la campaña como una primera vuelta de las generales. Tanto los candidatos del PP como los del PSOE han intentado, sin éxito hasta el momento, que los mensajes sean en clave casera. La experiencia dicta que las siglas no arrastran y que según qué debates pueden llegar a penalizar. Los comicios de Castilla y León y Andalucía están lo suficientemente cercanos en el tiempo como para haber aprendido de los errores. Juanma Moreno se aupó con una mayoría histórica vendiendo su gestión; por el contrario, a Alfonso Fernández Mañueco le lastró el desembarco de la dirección nacional. El PSOE lo apostó todo a agitar el fantasma de la pinza PP-Vox. No le funcionó.

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