Vox refuerza su red territorial con casi 2.000 listas y pretende duplicar concejales el 28-M

Vox ha ampliado, por mucho, su radio de acción en solo cuatro años. Pese a carecer de una implantación territorial amasada durante décadas, de la que sí goza el bipartidismo, la formación que dirige Santiago Abascal es la que más ha crecido en número de listas electorales. Afrontará la cita con las urnas del próximo 28 de mayo con un total de 1.936 candidaturas. Más del doble que en mayo de 2019. En los últimos comicios regionales y locales, el partido quiso dejar su impronta en un total de 752 plazas y logró 530 concejales. Duplicar su participación es una operación que conlleva "riesgos". Las expectativas son mucho más altas y el vacío más profundo. Pero en la cúpula se frotan las manos y aseguran estar en disposición de duplicar el número de ediles a lo largo y ancho del territorio nacional. Vox ha plantado la semilla y espera recoger su siembra.

Los de Abascal vuelven a engordar sus expectativas de cara al 28-M, al menos en el ámbito local. A nivel autonómico se prevé una "mejora sustancial", pero nadie habla de multiplicar cifras. No está de más recordar que en su ADN sigue presente su intención de revertir el Estado de las autonomías, y que el PP, que compite con parte de su electorado, está también en disposición de multiplicar resultados en territorios clave de la izquierda, lo que aminora la capacidad de crecimiento del partido situado a su derecha. Pero Vox sí cree que su marca tiene tirón a nivel municipal, especialmente en la España interior y rural. El cierre de listas ha sido su primera exhibición de fuerza en este ámbito. Más de 30.000 personas están dispuestas a cargar con las siglas en sus respectivas circunscripciones locales.

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Con todo, Vox aún se encuentra a años luz de la fuerza territorial de los dos grandes partidos. El PP de Feijóo ha logrado cerrar 7.040 listas para el 28-M, 170 más de las que firmó Pablo Casado en 2019. El PSOE les supera en 334 candidaturas, una ventaja que se explica por los problemas que siguen teniendo los populares para encontrar candidatos en Cataluña. La tercera posición sería para los de Abascal, con casi 2.000 listas. Podemos tendría presencia en alrededor de 1.500 circunscripciones. Y Ciudadanos cae hasta las 800, menos de la mitad que hace cuatro años. De hecho, supera a los liberales en número de listas en todos los territorios, con la excepción de Aragón.

Vox ha echado toda la carne en el asador en la Comunidad de Madrid. El partido asume que su margen de maniobra para volver a influir en las decisiones de Isabel Díaz Ayuso, que roza la mayoría absoluta, es muy limitado. Pero se volcarán en los municipios madrileños. La formación ha logrado hacer pleno. 179 candidatos de 179 posibles. El PP se ha quedado en 178, con la excepción del pequeño municipio de Valdepiélagos. "Es toda una machada", celebran en la dirección de los ultraconservadores. La jugada también les ha salido bien en Murcia, donde presentan listas en más del 91% de las localidades. Canarias, Andalucía, Baleares, Cantabria y la Comunidad Valenciana continúan la lista de regiones en que los de Abascal han conseguido una mayor implantación de cara al 28-M.

En la otra cara de la moneda, Vox se resiente —y mucho— en algunas regiones periféricas del norte de España. La situación de Navarra es la más caótica. El partido ya tuvo problemas para encontrar a un candidato autonómico que defendiese las siglas, y las expectativas para la formación de Abascal en esta región no son precisamente halagüeñas. Ni siquiera tienen garantizada la entrada en el Parlamento Foral. En 2019, rascó apenas 4.000 votos en una región en la que se impuso la coalición de centroderecha de Navarra Suma, que ahora ya es historia. De cara al 28-M, el partido verde solo peleará por asientos en 5 de los 272 municipios de la comunidad, apenas un 2% del total.

La situación no mejora en País Vasco, otro territorio hostil, donde presentan listas en 14 de los 251 municipios vascos, apenas el 5,6% del total. Tampoco es un territorio fácil para el Partido Popular, pero los de Feijóo han logrado mejorar cifras y cerrar 184 candidaturas en Euskadi, eso sí, con ayuda de militantes del resto de España para rellenar las listas. Vox tampoco corre mejor suerte en La Rioja (8,6%); Extremadura (12,9%) o Galicia (12,5%). Alberto Núñez Feijóo lideró hasta hace poco más de un año el bastión gallego, uno de los pocos territorios que logró resistir a la fragmentación del bloque de la derecha. Las consecutivas mayorías absolutas del PP frenaron la irrupción de la ultraderecha, que no cuenta con ningún representante en el parlamento gallego. Con todo, la organización ha multiplicado candidaturas locales en Galicia, y pasa de las 13 de 2019 a 39 en el presente ciclo electoral.

Mención aparte merece la situación en Cataluña en la que, al igual que en Galicia y País Vasco, solo se reparte poder municipal en las elecciones del 28-M. Actualmente, Vox es la cuarta fuerza en el Parlament, por delante de PP y Ciudadanos. Ese impulso debería haber sido suficiente como para escalar también en el número de candidatos, que finalmente se ha situado en los 133, el 14% del total. Aunque han multiplicado por tres su presencia en municipios catalanes, se han quedado aún lejos de superar las 227 del PP, que no logra revertir sus problemas en Cataluña y se estanca en el número de candidatos respecto a 2019. Ciudadanos, por su parte, se hunde hasta las 94 listas, una presencia casi irrisoria para un partido que, en su día, ganó unas elecciones autonómicas en el fortín del independentismo.

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Así las cosas, Vox vuelve a enfrentarse a unas urnas poniéndose un listón alto. En las filas de los ultraconservadores aún resuenan los "errores" que se cometieron durante la campaña andaluza, que desató una de las peores crisis a las que se ha enfrentado con poco recorrido en la vida institucional. Más allá de Macarena Olona, que ha acabado convirtiéndose en la piedra en el zapato de Santiago Abascal, uno de los principales problemas fue la gestión de las expectativas. El propio líder llegó a situar su techo en los 26 escaños, con los que exigiría la vicepresidencia a Juanma Moreno. Pero Olona se quedó en 14 y condenó a la formación a la irrelevancia en la Junta. El PP logró su primera mayoría absoluta en un feudo de la izquierda.

En la dirección asumen los "riesgos" de apostar por 2.000 candidatos y prometer que doblarán el número de concejales, pero se muestran convencidos de poder conseguirlo. La política autonómica, sin embargo, es un escenario muy distinto. La fuerza de Vox no solo se medirá por la posibilidad de aumentar escaños o irrumpir en determinados parlamentos autonómicos, sino en su capacidad para lograr —o no— acuerdos de gobierno con el PP. En la dirección de Abascal quieren replicar el modelo de Castilla y León —donde ostenta la vicepresidencia regional y tres consejerías— allí donde los de Feijóo necesiten de sus votos para desbancar al PSOE.

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En el PP, por su parte, repiten una y otra vez el mantra de que lograr una "mayoría suficiente" para esquivar a Abascal, al que advierten que, llegado el momento, tendrá que decidir: apoyar una investidura para el PP… o dejar que gobierne la izquierda. "Su electorado no se lo perdonaría", inciden en las filas populares. Génova se propone evitar en la medida de lo posible que haya más "Gallardos" —en referencia al vicepresidente de Castilla y León—, a sabiendas de que sería una circunstancia que hipotecaría el futuro de Feijóo en su camino hacia la Moncloa. Pero Vox no se lo pondrá fácil.

"No vamos a ceder a ningún chantaje", se conjuran en la sede de Bambú. Y no solo pondrán condiciones a sus homólogos populares, allí donde PP y Vox superen la absoluta, sino que serán más duras que las de 2019. "Hemos sido demasiado generosos", repiten en la dirección. Las mismas fuentes aclaran que el partido no diseñará una estrategia nacional de pactos de cara al 28-M. Las negociaciones se dirigirán desde Madrid, pero se analizará la situación "territorio a territorio". En todas las comunidades donde sea posible sumar, Vox enviará al PP un documento con sus requisitos, que irán de un acuerdo programático a la exigencia de carteras.