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Juan Carlos I regaló a Corinna dos esmeraldas de 250.000€ que se perdieron en Bélgica
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suministradas por la joyería madrileña aldao

Juan Carlos I regaló a Corinna dos esmeraldas de 250.000€ que se perdieron en Bélgica

El monarca regaló a su examante dos gemas de gran pureza y con forma de lágrima para tratar de retomar la relación sentimental, pero las piedras sufrieron graves desperfectos en un taller de Amberes

Foto: Las dos esmeraldas colombianas regaladas por el rey Juan Carlos a Corinna y, a la derecha, una de ellas después de quebrarse en el taller de Amberes (Bélgica). (El Confidencial)
Las dos esmeraldas colombianas regaladas por el rey Juan Carlos a Corinna y, a la derecha, una de ellas después de quebrarse en el taller de Amberes (Bélgica). (El Confidencial)

El rey Juan Carlos regaló a Corinna Larsen dos esmeraldas colombianas valoradas en 250.000 euros en el año 2011 para tratar de convencer a la empresaria de que volviera junto a él. Las piedras salieron de la joyería madrileña Aldao, el mayor proveedor de relojes, joyas y piedras preciosas del Palacio de la Zarzuela desde hace décadas. Las gemas eran de una pureza extrema y de un color verde brillante. Además, eran casi idénticas, algo difícil de encontrar, y tenían una bonita forma de lágrima, según desvela King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, la nueva obra de la editorial Libros del K.O., y demuestran varias fotografías a las que ha tenido acceso El Confidencial y que acompañan esta noticia.

Corinna decidió engarzar las esmeraldas en alguna estructura sencilla que permitiera convertirlas en pendientes. La examante del monarca pidió consejo a una amiga estadounidense llamada Tracey Espy-Hejailan, que se dedica precisamente al diseño de joyas, y ambas acordaron enviar las piedras a una de las mejores joyerías del mundo, Gembel Company, de la ciudad de Amberes, Bélgica, para que un experto las transformara en pendientes. Las esmeraldas son extremadamente frágiles y Corinna quería evitar que se quebraran o rompieran durante el proceso de manipulación.

placeholder El rey Juan Carlos y Corinna Larsen, en una imagen de la entrega de los premios Laureus.
El rey Juan Carlos y Corinna Larsen, en una imagen de la entrega de los premios Laureus.

No lo consiguió. Una avalancha de documentos que había permanecido oculta hasta ahora revela que la intermediaria alemana recibió el 10 de junio de 2011 un correo de Gembel Company en el que uno de los máximos responsables del taller belga, Rashmi Mehta, le informó de que durante el proceso de engarce de las esmeraldas una de ellas se había quebrado por su extremo más débil. El trozo se había partido a su vez en pequeñas porciones.

La joyería de Amberes ofreció a Corinna dos posibilidades. La primera era pulir el desperfecto para volver a realzar la perfección de la piedra. El problema era que eso implicaba destruir una parte de la gema dañada y eliminar la misma proporción en la que seguía intacta para que siguieran siendo idénticas. Nada garantizaba tampoco que durante el proceso de pulido se produjeran nuevos daños en las esmeraldas. La segunda opción, según los correos electrónicos a los que ha tenido acceso King Corp., era sustituir las dos esmeraldas por otras de la misma calidad y con la misma forma.

En ambos casos, el seguro de Gembel Company se haría cargo de los desperfectos pero, para ir adelantando la ejecución de la póliza, el taller belga solicitó a Corinna que aportara la factura de la compra de las esmeraldas en Aldao. El precio pagado en el establecimiento serviría para calcular el importe de los daños y la correspondiente indemnización.

El secretario privado del rey

Para cumplimentar ese trámite, Corinna y su amiga Tracey trataron de contactar con el responsable de Aldao, Juan Carlos García-Lubén Fernández-Aldao. Las piedras habían sido un regalo del rey Juan Carlos pero necesitaban la factura que el establecimiento emitió al monarca en el momento del pago. El joyero español tardó semanas en contestar. Tardó tanto que, el 7 de diciembre de 2011, Tracey recibió un correo que dejó claro que el asunto se estaba convirtiendo en un problema.

El autor de este correo era Manuel Paredes, secretario privado de Juan Carlos I. "Querida Tracey, HM [acrónimo de His Majesty, su majestad en inglés] me ha pedido que averigüe qué está ocurriendo con las ESMERALDAS. Por favor, avísame si tienes alguna noticia. Le gustaría que este asunto quede resuelto de forma urgente. Por favor, trasládaselo al joyero [belga]. Cordialmente, Manolo", decía el texto remitido por Paredes.

placeholder Tienda histórica de Aldao en la Gran Vía de Madrid, ya clausurada.
Tienda histórica de Aldao en la Gran Vía de Madrid, ya clausurada.

Aquella intervención del secretario privado del rey provocó que García-Lubén acabara respondiendo a los mensajes de Corinna y Tracey. En un folio timbrado con el nombre de Aldao, el joyero de Madrid explicó a Tracey que había decidido involucrarse personalmente en la búsqueda de una solución para el incidente. "Estoy pensando que debo tratar este asunto con mi mejor respeto y discreción para proteger a nuestros clientes", escribió García-Lubén, evitando mencionar al monarca y a Corinna.

A continuación, el dueño de Aldao explicó a la amiga estadounidense de Corinna que podía enviarle la factura que él mismo había recibido cuando se hizo con las esmeraldas, pero solo para que las usara en el trámite de la póliza del seguro. No existía ninguna factura de la posterior venta de las piedras a Juan Carlos I. El exjefe del Estado se las había llevado de Aldao sin dejar rastro documental de la operación ni, aparentemente, del supuesto pago del IVA que correspondía, a pesar de que el importe superaba los 250.000 euros.

García-Lubén también contó a Tracey que estaba buscando un par de esmeraldas "de las mismas características con el objetivo de reemplazarlas y terminar con el problema", pero comunicaciones posteriores demuestran que el responsable de Aldao no localizó ninguna pareja que se aproximara siquiera a la regalada por Juan Carlos I. Unas eran demasiado pequeñas, otras tenían una forma fea o incompatible con unos pendientes y, la gran mayoría, no eran simétricas. Además, también estaba el asunto de la calidad. A algunas esmeraldas se les infiltra colorante para realzar su color verde. Las que había recibido Corinna eran de una pureza apabullante.

placeholder 'King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I', de José María Olmo y David Fernández, publicado por Libros del KO.
'King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I', de José María Olmo y David Fernández, publicado por Libros del KO.

Gembel Company tampoco encontró en el mercado ninguna pareja de esmeraldas que estuviera a la altura de las que había dañado involuntariamente. En las primeras semanas de 2012, García-Lubén escribió al joyero belga notablemente molesto. "Creo que ha pasado demasiado tiempo para encontrar una solución a esta situación. Necesito darle una solución a mis clientes que incluya las siguientes condiciones: 1. La piedra dañada no puede ser recortada y reutilizada. 2. El nuevo par de esmeraldas debe de tener un certificado Gübelin [uno de los laboratorios gemológicos más respetados del mundo]. Si no hay certificado, habremos perdido el tiempo. 3. Una vez que los dos primeros puntos se hayan cumplido, necesito ver el par de esmeraldas. Solo aprobaré las nuevas esmeraldas si tienen el certificado, las mismas características y la misma calidad. 4. En el caso de que no consigas las esmeraldas, debes pagar el importe de las piedras", zanjó el responsable de Aldao. "Espero que entiendas que necesito una solución para este problema inmediatamente porque ya han transcurrido siete meses desde que se produjo el incidente".

Cambio de estrategia

Ante la ausencia de avances, el 1 de marzo de 2012, García-Lubén escribió a Corinna para comunicarle que había cambiado de opinión. «Estimada princesa Corinna (...) Mi humilde opinión es de retallar las originales (asumiendo el riesgo las personas que las rompieron). Posteriormente se debería hacer una valoración de la pérdida de peso de las esmeraldas y los daños ocasionados. No me puedo comprometer a día de hoy a conseguir en el mercado una pareja igual y no sabría decirle el tiempo que me llevaría conseguirla. Con respeto y cariño. Juan Carlos [García-Lubén]», recoge King Corp..

Parecía que el final de este capítulo casi cómico estaba cerca, pero solo mes y medio después se produjo la caída de Juan Carlos I en Botsuana y las negociaciones sobre las esmeraldas saltaron por los aires. El destino de las joyas se convirtió de pronto en el problema menos importante de todos los que aparecieron en el horizonte del jefe del Estado.

Tras el safari, Corinna y su hijo Alexander fueron invitados a marcharse de España, la popularidad de Juan Carlos I comenzó a caer en picado y por los pasillos de la Zarzuela comenzó a circular la posibilidad de una abdicación. Todos los que habían tenido algún tipo de participación en el asunto de las esmeraldas comprendieron que habían surgido nuevas prioridades y las gemas quedaron olvidadas en el taller de Amberes.

placeholder Rashmi Mehta, responsable de Gembel Company, el taller de Amberes (Bélgica).
Rashmi Mehta, responsable de Gembel Company, el taller de Amberes (Bélgica).

No se produjo ninguna novedad hasta octubre de 2015. Casi año y medio después de abdicar y tras comprobar que su relación con Corinna no solo había acabado para siempre, sino que su expareja se negaba a devolverle los 65 millones de euros que le había regalado en 2012, Juan Carlos I ordenó a Aldao que recuperara inmediatamente las piedras para poder reintegrarlas a su patrimonio secreto.

Una cuenta de Jorge Fernández de Araoz

El 20 de octubre de 2015, tres años después de la última gestión, Juan Carlos García-Lubén utilizó la cuenta de correo de su sobrino Jorge Fernández de Araoz —administrador de la sociedad Sanlua Inversiones SL, investigada por un Juzgado de Barcelona por pagar 1,3 millones de euros al médico del rey, Manuel Sánchez Sánchez— para solicitar a Gembel Company la devolución de las piedras. La empresa belga no se opuso a la entrega, pero contestó a García-Lubén que las joyas habían sido depositadas en su establecimiento por la amiga de Corinna, Tracey Espy, y que esta era la única persona que podía autorizar su retirada.

El joyero de Juan Carlos I contactó entonces con Tracey para comunicarle sus intenciones. "Me dicen que necesitan tu autorización para devolver las joyas a mi negocio. Te agradecería que me dieras tu autorización porque nuestro cliente", en clara alusión al ya rey emérito, "quiere recogerlas en mi establecimiento y he intentado solucionar este asunto durante un mes y no sé qué decirle a nuestro cliente", escribió el responsable de Aldao.

García-Lubén no obtuvo lo que buscaba. Cuando Corinna fue avisada por su amiga de las pretensiones de Juan Carlos I, se negó a autorizar la retirada de las esmeraldas. En los meses siguientes, el monarca y Aldao insistieron a Gembel Company en que ellos eran los verdaderos dueños de las gemas. Hay constancia de correos enviados hasta el año 2017 en los que el rey emérito y su joyero exigían el retorno de las esmeraldas colombianas en el estado que fuera, incluso rotas, de forma urgente y sin ningún tipo de compensación ni pago del seguro, pero se desconoce qué ocurrió finalmente con ellas. Las piedras se diluyeron en un laberinto de gestiones tan tenebroso como el origen de los 250.000 euros con que fueron pagadas en 2011, si es que Juan Carlos I llegó a pagarlas.

*King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, de José María Olmo y David Fernández, es una obra de Libros del K.O. y se publica el 8 de mayo. Puede comprarse aquí

El rey Juan Carlos regaló a Corinna Larsen dos esmeraldas colombianas valoradas en 250.000 euros en el año 2011 para tratar de convencer a la empresaria de que volviera junto a él. Las piedras salieron de la joyería madrileña Aldao, el mayor proveedor de relojes, joyas y piedras preciosas del Palacio de la Zarzuela desde hace décadas. Las gemas eran de una pureza extrema y de un color verde brillante. Además, eran casi idénticas, algo difícil de encontrar, y tenían una bonita forma de lágrima, según desvela King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I, la nueva obra de la editorial Libros del K.O., y demuestran varias fotografías a las que ha tenido acceso El Confidencial y que acompañan esta noticia.

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