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Patada de Francisco al clericalismo: el Papa da voto a mujeres y laicos en el club de los obispos
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Por primera vez en los sínodos

Patada de Francisco al clericalismo: el Papa da voto a mujeres y laicos en el club de los obispos

La noticia estalló en el Vaticano el pasado 26 de abril, cuando los dos cardenales encargados por su Santidad para organizar el Sínodo sobre la Sinodalidad anunciaron modificaciones

Foto: El papa Francisco (c) oficia la misa de Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro del Vaticano. (EFE/Fabio Frustaci)
El papa Francisco (c) oficia la misa de Domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro del Vaticano. (EFE/Fabio Frustaci)

"Es un paso histórico que implica un cambio fuerte". María Luisa Berzosa, una de las personas a las que el Papa presta más atención, tiene claro que la decisión de Francisco de permitir el voto en el próximo Sínodo de los Obispos a las mujeres y los laicos marcará un antes y un después en la historia de la Iglesia contemporánea.

Esta religiosa española residente en Roma considera que la reforma del órgano consultivo del Papa, donde hasta ahora solo podían votar los obispos, es un "anuncio sorprendente". "Lo esperaba en algún momento sin tener idea de cuándo sería, pero ahora me ha llenado de alegría", señala a El Confidencial La Berzosa, como la llama Francisco, una de las tres mujeres consultoras que tiene el Sínodo y, probablemente, también una de las primeras que ejerza el derecho al voto en la Iglesia gracias a esta modificación.

Foto: El papa Francisco. (EFE/EPA/Riccardo Antimiani)

La noticia estalló en la sala de prensa del Vaticano el pasado 26 de abril, cuando los dos cardenales encargados por el Papa para organizar el Sínodo sobre la Sinodalidad (que se desarrollará en Roma en dos etapas, en los meses de octubre de 2023 y 2024) anunciaron modificaciones para la participación. El primer cambio suponía moverles la silla a los diez representantes "clérigos" de las congregaciones religiosas masculinas invitados a participar tradicionalmente en esas asambleas creadas por el papa Pablo VI en 1965. A partir de ahora, serían sustituidos por cinco religiosas y cinco religiosos —con derecho a voto— y elegidos por sus respectivos órganos superiores de gobierno. Era el primer puntapié al clericalismo.

Siendo significativo el paso, la revolución venía en la segunda modificación anunciada: ya no habría auditores (invitados que asisten a las jornadas de la asamblea como oyentes), pero sí otros 70 participantes no obispos (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos), con derecho también a voto, y que serán elegidos por el Papa de una lista de 140 candidatos ofrecidos por las conferencias episcopales del todo el mundo. Francisco ha exigido que el 50% de ellos sean mujeres "y que se valore también la presencia de jóvenes" entre ellos. Por lo tanto, al menos 40 mujeres tendrán voto en el próximo sínodo.

"Las revoluciones dividen, exigen víctimas. En cambio, nosotros no queremos víctimas, queremos avanzar juntos"

En un pontificado marcado por las fuertes resistencias a Francisco por parte de destacados cardenales y miembros de la Curia vaticana, estos cambios están llamados a ahondar en la división por parte de quienes consideran que dar entrada a las mujeres y a los laicos degrada al Sínodo. Por eso, desde el mismo anuncio de estas modificaciones, ambos cardenales quisieron rebajar el alcance de las medidas, señalando que "no es una revolución, pues la asamblea sigue siendo una reunión de obispos, con una participación de no obispos". De hecho, subrayó el arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, "el 75% son prelados".

Pero la reticencia del cardenal a utilizar la palabra que inmediatamente vino a la mente de los periodistas tenía otra fundamentación, más en consonancia con los recelos que estos cambios, de hecho, ya están suscitando entre algunos obispos y también sacerdotes: "Las revoluciones dividen, exigen víctimas. En cambio, nosotros no queremos víctimas, queremos avanzar juntos", indicó. También restó trascendencia el otro cardenal, Mario Grech, secretario general del Sínodo y, como Hollerich, hombre de confianza del Papa, lo que da idea del temor a las resistencias. "Seguirá siendo un Sínodo de obispos, pero habrá esta participación de miembros de laicos", recalcó.

Resistencias

"Imagino que a algunos obispos, como a otras personas, pueden no agradarles estos cambios. Sabemos que hay resistencias más activas o más pasivas, pero la vida se impone y esta exige cambios, es dinámica. Por otra parte, siempre será más rico el diálogo plural, como es la Iglesia, y no solamente que una parte lo decida todo", argumenta María Luisa Berzosa.

placeholder Cardenales asisten a la misa de apertura del Sínodo sobre los jóvenes celebrado en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 3 de octubre de 2018. (EFE /Alessandro Di Meo)
Cardenales asisten a la misa de apertura del Sínodo sobre los jóvenes celebrado en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 3 de octubre de 2018. (EFE /Alessandro Di Meo)

La religiosa jesuitina considera que esta apuesta de Francisco por una mayor corresponsabilidad de los laicos en las estructuras de la Iglesia "es una nueva puerta abierta que abrirá otras más", porque "el cambio es dinámico, no estático, y confío en que sigan abriéndose más puertas y ventanas con nuevo aire para nuestra Iglesia y para el mundo, a cuyo servicio está. ¡Me gusta decir que la sinodalidad ha venido para quedarse... y me lo creo!".

Foto: El papa Francisco. (EFE/Claudio Peri)

"Es una novedad absoluta", señala por su parte el catedrático emérito de la Universidad Pontificia Comillas, Juan María Laboa, autor, entre otros libros, del Atlas histórico de los concilios y de los sínodos (San Pablo). Aunque, con la perspectiva del historiador, rebaja el impacto de la medida, subrayando que un sínodo "no tiene la autoridad de los concilios, donde se abordan cuestiones doctrinales, aunque sin duda será el primer paso para una participación general de los miembros de la Iglesia en cuestiones organizativas, donde todos los bautizados tendrán más atribuciones que antes".

Esta claridad, sin embargo, no siempre se ha dado en este proceso iniciado por el papa Francisco en 2021, cuando convocó el Sínodo sobre la Sinodalidad, estableciendo un método de escucha que ha propiciado, desde entonces, que participasen en la elaboración de las cuestiones que se abordarán en él un amplio número de miembros de la Iglesia. Solo en España tomaron parte en la llamada fase diocesana más de 200.000 personas, en un proceso coordinado por la Conferencia Episcopal. Y lo mismo ha sucedido en el 98% de las 114 conferencias episcopales del mundo.

Ordenación femenina, moral sexual…

Y fruto de esa escucha han llegado a Roma para elaborar el instrumentum laboris (documento de trabajo) una miríada de propuestas que van desde lo más particular a lo universal, como es la petición del sacerdocio femenino, la ordenación de hombres casados, la no discriminación del colectivo LGTBI+, el cambio en la moral sexual, percibida por muchos creyentes como un instrumento para ejercer un poder sobre las personas, el uso de anticonceptivos, el respeto a la identidad de género, la participación de los laicos en la elección de los obispos… Temas que exceden las competencias de un sínodo, pero cuya presencia en los debates presinodales de estos años han agitado la vida de la Iglesia, encolerizando a los sectores más reaccionarios y críticos con Francisco y poniendo en guardia al propio Papa, que ha tenido que recordar, como ha ocurrido con el Camino Sinodal de Alemania, que en ese país ya hay "una gran y hermosa Iglesia protestante" y "no querría otra", en alusión a la reforma de Lutero del siglo XVI.

Foto: Vista general de la Catedral de San Juan Bautista durante la celebración de la misa crismal. (EFE/Pawel Supernak)

En todo caso, aunque no sea el lugar para decidir estas cuestiones, el derecho a voto ahora conferido a los laicos servirá para poner en medio del debate sinodal una serie de temas que hace solo una década era impensable que se pudiesen debatir abiertamente en un sínodo. De ahí la satisfacción de La Berzosa”: "Agradezco a Francisco su firme decisión de acompañar el Sínodo con sus consecuencias. También soy consciente de que esa actitud es un compromiso fuerte para quienes nos sentimos parte activa de la Iglesia de seguir colaborando para que la puerta siga cada vez más abierta".

Y muy consciente, además, de que finalmente, con las deliberaciones de esas jornadas sinodales, se le entregará al Papa un documento que él estudiará para, a su vez, redactar la llamada exhortación postsinodal, probablemente el texto que quede como destacado legado del pontificado de Jorge Mario Bergoglio. De ahí las esperanzas de la religiosa española –"Francisco va haciendo cambios paso a paso para ayudar a que la Iglesia vaya siendo enteramente sinodal en su ser y en su actuar"– y los recelos de sus críticos.

"Es un paso histórico que implica un cambio fuerte". María Luisa Berzosa, una de las personas a las que el Papa presta más atención, tiene claro que la decisión de Francisco de permitir el voto en el próximo Sínodo de los Obispos a las mujeres y los laicos marcará un antes y un después en la historia de la Iglesia contemporánea.

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