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Hacia el 28-M: dos incógnitas, una certeza y un cisne negro
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Hacia el 28-M: dos incógnitas, una certeza y un cisne negro

Aunque haya tendencias claras, que las hay, lo suyo es aterrizar en la dinámica de cada punto del mapa

Foto: Una persona elige sus papeletas en un colegio electoral de Pamplona. (EFE)
Una persona elige sus papeletas en un colegio electoral de Pamplona. (EFE)
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Malas noticias para los analistas perezosos: el 28-M se celebran unas elecciones territoriales y no se puede imponer un único molde explicativo sobre el conjunto de la carrera electoral.

No habrá dos elecciones, sino miles, hay más de 8.000 municipios en España. El número de urnas será diferente en cada sitio. Habrá lugares, como Galicia, donde solo se votará en las municipales. En regiones como Murcia serán dos, también autonómicas. Y en Canarias habrá tres, añadiendo los cabildos. Por lo tanto, aunque haya tendencias claras, que las hay, lo suyo es aterrizar en la dinámica de cada punto del mapa.

Los factores locales terminan siendo determinantes. El tirón que, por poner un ejemplo, puede tener un alcalde muy conocido, bien valorado y con una gestión apreciada puede acabar rompiendo cualquier diagnóstico elaborado a demasiada distancia.

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La entrada en la carrera electoral de una fuerza independiente y autóctona puede inclinar la balanza del poder hacia el lado inesperado.

El peso de una cuestión específica, de un asunto muy presente en algún territorio concreto, como podría ser el agua en Levante o el tren en Extremadura, puede generar sorpresas en la noche electoral.

La complejidad es el secreto de la belleza que contiene una cita electoral como la que nos aguarda dentro de menos de dos meses. Una complejidad que no solo responde a las características de la competición, porque también está relacionada con los enigmas del comportamiento humano. Bien lo saben los sociólogos, los más conscientes de lo dificilísimo que es anticipar la participación electoral.

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Se está hablando poco de este asunto que, para mí, es la primera gran incógnita de las próximas elecciones. El cambio en nuestra forma de consumir está afectando también en nuestros tiempos para decidir el voto. Cada vez es mayor el número de votantes que deciden más tarde si van o no van al colegio electoral. Desde hace años, aquí y en otros países viene consolidándose algo que podríamos denominar efecto Amazon.

A grandes rasgos, podríamos señalar que al inicio de la campaña —15 días antes del 28-M— quedará por repartirse un volumen muy importante de electores. Aproximadamente, un 40% no sabe si terminará votando o no está completamente seguro de a quién votará. Es un dato llamativo, aunque no tanto como el siguiente…

En España, no pueden publicarse encuestas después del último lunes de campaña. Y en ese espacio, en el que la luz estadística se apaga, pueden producirse —salvo que se disponga de trackings— profundos movimientos indetectables. Los vuelcos.

Foto: Sánchez y Calviño, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Chema Moya) Opinión

Más del 10% de los votantes decidirá su sufragio en el último fin de semana de la campaña. Y en ese esprint, lo que suele producirse es un aceleramiento de las tendencias dadas en el último tramo. Las últimas dos elecciones regionales celebradas en España dan buena prueba de ello:

En las elecciones madrileñas, se produjo una "abstención de castigo" en la izquierda —la competición se había planteado como un plebiscito en torno a Sánchez y la campaña fue un espanto—.

En las andaluzas, terminó generándose en la izquierda una "abstención por desistimiento" —la competición se había planteado como un plebiscito en torno a Bonilla y el desempeño electoral de las divididas fuerzas progresistas fue muy pobre—.

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De cara a mayo, los números reflejan una fuerte movilización del electorado conservador y algunas señales preocupantes al otro lado del espectro. No está sobrada la izquierda de motivación. Y creo que conviene reflexionar sobre ello.

La caída de la participación progresista podría darse de forma desigual en función de las expectativas de victoria en cada lugar:

En Murcia, por ejemplo, es probable que termine habiendo pinchazo en la participación de los votantes de izquierda y mayoría absoluta del PP.

En Extremadura, puede ocurrir lo que ocurrió con las autonómicas andaluzas de 2018. Las encuestas no eran malas, pero al final terminó produciéndose una "abstención por desmotivación".

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En otras regiones, podría desencadenarse el movimiento contrario, casi reflejo, y aumentar la movilización de los progresistas. ¿Dónde podría pasar? Es posible que en la Comunidad Valenciana se active el voto para frenar la crecida de la derecha. Dependerá en buena medida de cómo se gestionen allí los ejes de tensión de campaña. Cabe apuntar una relación directamente proporcional para despejar la incógnita de la participación: más Sánchez equivaldrá a mayores problemas para Ximo Puig.

En cualquier caso, nadie tendrá cifras suficientemente consistentes hasta el último miércoles, aproximadamente. Y puede darse por bastante seguro que lo que ocurra en los diferentes debates electorales —más o menos seguidos por dos de cada tres electores— será determinante para movilizar o desmovilizar a la izquierda.

Hay otro aspecto para el que sí contamos con indicios más sólidos. Y eso nos permite pasar de la incógnita a la certeza. En 2019, tanto Vox como Ciudadanos obtuvieron buenos resultados locales y autonómicos. Y los primeros en beneficiarse de ello fueron los socialistas. A lo largo del último año, la entrada de Feijóo ha generado un agrupamiento en la derecha que seguramente cambiará las tornas en la misma noche del recuento electoral.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Ángel Medina)

Muchas de las alcaldías que los socialistas obtuvieron en ciudades sociológicamente conservadoras volverán a teñirse de azul. Es bastante probable que veamos bastantes más cambios a escala local que regional.

El cambio de liderazgo en el PP ha generado un corrimiento de tierras en la derecha de enorme magnitud, un cambio de mapa. Podremos comprobarlo el próximo junio, cuando se decidan los ayuntamientos de toda España simultáneamente y veamos caer, una tras otra, las capitales a manos del PP. En la mayoría, como en Madrid, ni siquiera será necesario el concurso de Vox.

Los populares, que hoy gobiernan en 13 capitales, podrían, en el tremendamente mejor de los casos, llegar a superar la treintena. Eso, a seis meses de las generales. Para que cristalice ese cambio en toda su dimensión, además del reagrupamiento mencionado de la derecha, tendrá también que funcionar a pleno rendimiento el umbral municipal de representación del 5%.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto del PP junto al candidato del partido por la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. (EFE/Manuel Bruque)

Veremos si Podemos llega a superarlo, la gran paradoja del 28-M reside en que todo lo que beneficia a Yolanda Díaz —porque perjudica a los de Iglesias— será todavía mejor para Feijóo. Por eso, la advertencia de Iglesias, su aviso de las "consecuencias electorales trágicas".

¿En cuántas comunidades obtendrán representación los morados? Esa es la segunda incógnita. Obviamente, no en todas, más bien en pocas.

Si no lo logran en Extremadura o Castilla-La Mancha, forzarán a los socialistas a necesitar la mayoría absoluta. Si Page o Vara no consiguen esa machada, por muy bueno que sea su resultado, podrá activarse la suma del PP con Vox, aunque será Feijóo quien finalmente decida.

Foto: El presidente nacional del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras. (EFE/Juan Carlos Caval)

Veremos, porque el gallego puede dar la sorpresa, tiene tendencia estratégica a contemplar las derivadas y la cuestión interna del PSOE también forma parte importante de la batalla que vendrá después.

Lo que en cualquier caso está claro es el objetivo de los populares de reconquistar la Comunidad Valenciana. Es evidente que tienen localizado allí su objetivo primordial —Aragón es el segundo— y que volcarán todo lo necesario para propiciar el cambio. Les va muy bien en Alicante, bastante bien en Valencia, no andan escasos de cartas para terminar llevándose esa mano.

Foto: Feijóo y Carlos Mazón, en un mitin en Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

En realidad, circunscribiéndonos a lo autonómico, el PP no tiene nada que perder porque solo gobierna en cuatro regiones. No hay elecciones ni en Galicia ni en Castilla y León. No hay riesgo de derrota ni en Madrid ni en Murcia. Solo pueden ganar.

Con el PSOE, sucede exactamente lo contrario, lidera o forma parte de 10 gobiernos y solo puede sentirse suficientemente seguro en dos —Asturias y Navarra—, en el resto de territorios lo que hay es peligro en distintos grados de intensidad. Poco en Canarias, enorme en La Rioja —ya perdida—. Un abanico entero de peligros.

Curiosamente, las elecciones nos dejarán un marcador claro, objetivo, tendremos el número de concejales y diputados regionales de cada partido. Pero la lucha por la subjetividad se acentuará. A fin de cuentas, lo que se juega el 28-M es una especie de partido de ida en una competición que concluirá con las generales.

Foto: La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz (c), y la ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/Kiko Huesca)

Se puede dar por hecho que todos buscarán y encontrarán ingredientes para el relato que venderán a su público. Por eso es tan importante el juego de expectativas que el PP ya está modulando. El PSOE ya ha dado pruebas de su capacidad de convertir en digeribles y hasta positivos los malos resultados objetivos.

Sin embargo, hay un cisne negro latiendo bajo el paisaje de esta primavera electoral que merece la pena apuntar. No es altamente probable, pero sí plausible. Y puede terminar poniendo el tablero entero patas arriba…

¿Qué pasa si Bildu supera al PSOE en Navarra? ¿Qué haría el PSOE? ¿Qué dirían los socialistas? Y… ¿qué haría el PNV? La distancia que vienen apuntando las encuestas no es del todo tranquilizadora. Y si algo nos han demostrado estos años es que las crisis que amenazan con despuntar terminan cristalizando con mayor fuerza de la esperada. Si ese cisne negro se desata, entraremos en un agujero negro.

Malas noticias para los analistas perezosos: el 28-M se celebran unas elecciones territoriales y no se puede imponer un único molde explicativo sobre el conjunto de la carrera electoral.

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