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Piqué, la permanente esperanza blanca
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Piqué, la permanente esperanza blanca

Sensato y ponderado, fue el prototipo de la moderación, de la buena urbanidad política, de ese estilo de estar en los sitios públicos de forma inconfundible

Foto: El exministro y economista Josep Piqué. (EFE/Chema Moya)
El exministro y economista Josep Piqué. (EFE/Chema Moya)

Ha muerto a los 68 años, joven, Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, 1955-Madrid, 6 de abril de 2023). Arrastraba con dignidad, pero también con algún patetismo, una grave enfermedad. Acudía a mesas redondas, conferencias, debates, y lo hacía con una fuerza de voluntad, con una motivación de vivir, extraordinarias. Quienes le conocíamos sabíamos de su fortaleza y de su discreción. Y de su amplísimo registro. Porque Josep Piqué fue ministro portavoz, de Ciencia y Tecnología, de Industria y de Exteriores con José María Aznar. También presidente del PP en Cataluña entre 2002 y 2007. También fue diputado y senador. Siempre pareció que era una personalidad política de mayor permanencia, representó una esperanza blanca para el centro derecha ilustrado, un enganche del liberal conservadurismo con la Cataluña hosca con el PP. No cuajó, porque no quiso, porque no le dejaron o porque no vio ventanas de oportunidad adecuadas para la misión permanente a la que parecía estar llamado.

Foto: Gloria Lomana y Josep Piqué, en una de sus últimas apariciones públicas. (Gtres)

Y, después de la política, vino la empresa y su presencia en consejos de administración y en foros empresariales. Visitaba las páginas de los periódicos y era requerido para dar su opinión en cualquiera de los muchos foros con los que mantenía relación. Ha sido un hombre de angular amplio, de registro abierto y de entendimiento holgado. Fue político, empresario y personalidad relevante de la sociedad civil. De sólida formación económica y empresarial, Piqué dominaba idiomas y era conocedor de decenas de países, dirigentes extranjeros y empresariales. Sensato y ponderado, fue el prototipo de la moderación, de la buena urbanidad política, de ese estilo de estar en los sitios públicos de forma inconfundible.

Sin exageración, puede afirmarse que Piqué era el molde del político y del hombre público con capacidad de referencia. El tipo que la derecha democrática quería ver en la dirección, al que los periféricos le reconocían comprensión y capacidad de interlocución y los empresarios, habilidad gestora. Por eso su pérdida es la de un político y empresario joven, ilustrado y serio que estaba llamado a una larga continuidad en el ámbito público.

No pensamos que su recorrido fuese emboscado tan pronto por una muerte cruel y adelantada

Muchos pensaron que en Cataluña pudo hacer —y, sobre todo, podría conseguirlo en el futuro— gestiones importantes para la integración y el entendimiento. Su pensamiento catalán lo dejó reflejado en Catalanismo, 80 miradas y Escucha España, escucha Cataluña. Su experiencia internacional le inspiró algunos ensayos relevantes, el mejor de ellos Cambio de era, sin olvidar El mundo que nos viene y su último texto: La unión hace la fuerza. Europa ante los desafíos del siglo XXI. Un Piqué renacentista y sereno, que peleó hasta el final, que no se rindió y que ha sido una de las personalidades más discretas, más admiradas y aspiracionales de la moderación liberal de la derecha catalanista española. Seguía siendo una esperanza blanca. Porque siempre creímos que era joven y que miraba al futuro. No pensamos que su recorrido fuese emboscado tan pronto por una muerte cruel y adelantada.

Ha muerto a los 68 años, joven, Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, 1955-Madrid, 6 de abril de 2023). Arrastraba con dignidad, pero también con algún patetismo, una grave enfermedad. Acudía a mesas redondas, conferencias, debates, y lo hacía con una fuerza de voluntad, con una motivación de vivir, extraordinarias. Quienes le conocíamos sabíamos de su fortaleza y de su discreción. Y de su amplísimo registro. Porque Josep Piqué fue ministro portavoz, de Ciencia y Tecnología, de Industria y de Exteriores con José María Aznar. También presidente del PP en Cataluña entre 2002 y 2007. También fue diputado y senador. Siempre pareció que era una personalidad política de mayor permanencia, representó una esperanza blanca para el centro derecha ilustrado, un enganche del liberal conservadurismo con la Cataluña hosca con el PP. No cuajó, porque no quiso, porque no le dejaron o porque no vio ventanas de oportunidad adecuadas para la misión permanente a la que parecía estar llamado.

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