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La trampa que espera a Feijóo: lo que aún queda por saber de la moción de censura
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La frontera entre PP y Vox

La trampa que espera a Feijóo: lo que aún queda por saber de la moción de censura

La idea de que la moción tendrá un mal resultado para Vox y fortalecerá al PP y al PSOE es un lugar común. Sin embargo, está pensada para unos destinatarios específicos, y serán ellos quienes decidan quién gana y quién pierde

Foto: Ramón Tamames, candidato a la presidencia del Gobierno. (EFE/Javier Lizón)
Ramón Tamames, candidato a la presidencia del Gobierno. (EFE/Javier Lizón)
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En España, ha habido tres intentos, por lados distintos y con propuestas diferentes, para modificar el mapa bipartidista: Podemos, Ciudadanos y Vox. Los de Iglesias partían de una posición populista emanada de las experiencias latinoamericanas, Ciudadanos ofrecía un perfil tecnocrático y Vox fue producto de los cambios en la derecha que provocaron Trump y el Brexit. Hay entre ellos diferencias ideológicas, en el perfil de sus líderes y en las clases sociales a las que se dirigen, pero también algunas semejanzas.

Por ejemplo, Podemos y Ciudadanos llegaron a encabezar las encuestas y albergaron esperanzas muy fundadas de sobrepasar a los rivales de su ámbito político justo antes de iniciar un declive profundo. Hubo muchas causas, desde malos posicionamientos estratégicos hasta problemas internos, que pueden explicar el declive de ambas fuerzas. Pero más allá de aspectos políticos concretos, hubo una coincidencia significativa: ambos subieron rápido, y cuando el viento les era favorable, nada parecía dañarlos. Pero cuando el aire cambió de dirección, no supieron responder y comenzaron a cometer un error tras otro. Iglesias suele engañarse al respecto: achacar a la animadversión mediática y al Estado profundo el espacio reducido que ahora ocupa tiene algo de cierto; pero pensar así evita la reflexión acerca de que la mayor responsabilidad en el declive de la formación provino de sus equivocaciones.

Vox no ha subido tan alto en las encuestas como Podemos o Ciudadanos, pero está en el mismo punto de inflexión

Las malas respuestas a los cambios les condenaron. Fueron como esos equipos de fútbol que solo tienen una velocidad y que, cuando los adversarios aprenden cómo combatir su juego, insisten todavía más en el mismo sistema.

El punto de inflexión de Vox

Vox no ha subido tan alto en las encuestas como Podemos o Ciudadanos, pero está en el mismo punto de inflexión. Hasta los malos resultados en las elecciones andaluzas y el asunto Olona, todo era crecer. Las críticas no les impedían avanzar e incluso, en algunos casos, les reforzaban. Ahora las cosas han cambiado para los de Abascal, porque la animadversión hacia su partido es mayor, pero sobre todo porque los ataques encuentran dónde arraigar, como ha ocurrido con el anuncio de la moción de censura. La elección del candidato y las divergencias de este con Vox han generado la sensación de que los de Abascal estaban perdiendo pie. La filtración del discurso de la moción parecía la puntilla: no eran más que un partido a la baja que daba un traspié tras otro.

Quizá sea así, y esa impresión sea un reflejo de la realidad, pero también existen otras posibilidades. La rueda de prensa conjunta de Abascal y Tamames dio pistas importantes al respecto.

El consenso en la derecha

La moción nace de una convicción, la de que existe un consenso en España acerca de la necesidad de que Sánchez salga de la Moncloa: un Gobierno formado por partidos poco adecuados está llevando el país a un deterioro notable, en especial en asuntos institucionales. Tal consenso no existe, pero se ha convertido en una creencia muy arraigada en la derecha, que percibe amenazas existenciales para España si el Gobierno continúa, y que ve muy cerca ya el final político del presidente.

Feijóo planteó las municipales y autonómicas como la suma de miles de plebiscitos contra Sánchez para aprovechar ese escenario. El objetivo era doble, ya que un resultado contundente del PP marcaría el 28-M como el fin real de la legislatura, y permitiría a los populares consagrarse como el partido claramente dominante en la derecha; de este modo, restaría voto e influencia a Vox por la vía de la papeleta útil.

Se trata de una moción contra Sánchez, pero está pensada para jugarse en el campo de la derecha

El contraataque de Abascal pasa por la moción de censura: es un intento de hacerse visible, de marcar agenda, de confrontar con Sánchez y de subrayar que son un partido necesario del que los populares no van a poder prescindir. Dado que el 28- M tiene lugar en un contexto desfavorable para Vox, el de las elecciones municipales y autonómicas, el partido de Abascal precisa recuperar impulso. La moción ha sido el instrumento escogido para resituar las posiciones y llegar mejor a la cita electoral.

Se trata de una moción contra Sánchez, pero está pensada para jugarse en el campo de la derecha. No se trata de convencer a la mayoría de españoles de que el presidente debería irse, sino de incidir en esa parte de la población ya convencida para que sea consciente de que Vox tiene que jugar un papel imprescindible.

El porqué del candidato

Dado que se trataba de aprovechar un sentimiento arraigado en la derecha, el de la urgencia de que Sánchez salga del Gobierno, y existe un consenso generalizado en ese estrato ideológico respecto de los peligros que causan sus alianzas, era mucho más útil elegir un candidato diferente de Abascal. Y no solo porque la moción esté perdida de antemano, sino porque necesitaban a alguien cuyas palabras apelaran a un consenso que no podía encarnar una figura tan marcada políticamente.

Cuando preguntaron a Abascal si pensaba que España era una autocracia, contestó que esa era también una afirmación de Feijóo

La orientación que ha dado Tamames a su discurso (si no lo cambia en exceso) va en esa dirección. Intenta exponer aspectos diversos en los que los votantes de la derecha están de acuerdo. El tono es razonable, lo que ayuda a ganar simpatías en ese estrato, y tiene la suficiente altura como para que, como indica Ignacio Varela, funcione muy por encima de lo que se suele escuchar en el Parlamento. La intención es apelar a los simpatizantes de la derecha mediante elementos que les suenen sensatos y afirmaciones acerca de las que haya acuerdo.

Ese posicionamiento inicial se ha visto desvirtuado por los acontecimientos previos a la moción. Los ataques a la personalidad y trayectoria del candidato han generado una sensación de falta de claridad y visión en Vox, que se ha visto incrementada por la filtración del discurso. Vox aparecía sentado en el rincón del boxeador sonado. O así fue hasta la rueda de prensa. Y especialmente hasta el instante en que, a la pregunta de un periodista de si entendían que España era una "autocracia absorbente", como figuraba en el borrador del discurso, Abascal dio una respuesta contundente: "Esa es una frase de Feijóo". Puede ser indicativa de cómo discurrirán las sesiones del martes y miércoles.

La frontera que define la moción

Es una moción que va destinada específicamente a esos votantes que podrían decantarse por Vox o por el PP. Ese es el centro de la pelea: se trata de desplazar la frontera de voto que separa a ambos partidos unos metros más allá o más acá. En ese sentido, si Tamames o Abascal sacan a relucir muchas de las afirmaciones que han efectuado los populares en estos meses respecto de la acción del actual Gobierno, y si subrayan la coincidencia en diagnósticos y en objetivos, complicarán las cosas a Feijóo.

El PP no quiere combatir ideológicamente a Vox, sino señalarlo como un partido con actitudes y propuestas peregrinas y poco convenientes

Es decir, si Tamames exhibe un discurso sosegado y reflexivo en el que muchos votantes de la derecha puedan reconocerse, y Abascal adopta una actitud alejada de esa hostilidad física que muestra a menudo en la tribuna del Congreso, el PP entra en un espacio problemático: se verá preso entre la necesidad de separarse de los de Abascal y el difícil alejamiento de ideas que ellos mismos han expresado (y, sobre todo, con las que sus votantes coinciden) acerca de los males que este Gobierno está causando y de la necesidad de ponerle fin. Al mismo tiempo, tendrá que hacer frente al PSOE y a las izquierdas, que intentarán situar al PP como un partido preso de radicales fascistas a los que necesariamente tendrá que recurrir si quiere llegar al Gobierno. Es la paradoja: si Vox se aleja de su habitual contundencia y utiliza la vía de la tranquilidad expresiva y del consenso entre las derechas, colocará al PP en un fuego cruzado.

Si, por el contrario, Vox adopta una postura dura con la que marcar territorio y separarse de un PP demasiado blandengue y complaciente con los "enemigos de España", les facilitará la tarea a los populares. Si insisten en asuntos ilógicos o se separan del consenso de la derecha, harán la tarea fácil a los de Feijóo: sin necesidad de atacar el contenido del discurso de Tamames, situarán a Vox en el espacio de un partido con actitudes y propuestas peregrinas y poco convenientes para el futuro del país.

Los destinatarios de la moción

Los resultados que arroje la moción probablemente no serán muy relevantes. Las intervenciones parlamentarias no gozan de audiencias altas y la mayor parte de la gente interesada, que tampoco es mucha, se enterará por los resúmenes y las interpretaciones que ofrezcan los medios de comunicación. Tampoco es de esperar, por tanto, que tenga efectos sustanciales sobre el voto. Sin embargo, cómo se salga de la moción será simbólicamente significativo, porque servirá para comprobar si Vox logra evitar el punto de inflexión o, por el contrario, ha entrado en la fase de encadenamiento de errores que reduzcan paulatinamente su espacio. La mayor parte de quienes sigan la moción tienen ya su dictamen realizado y será difícil que cambien su impresión, sea cual sea la manera en que se desarrolle. Pero hay que resaltar que la moción no es para ellos: va destinada a esos votantes que podrían dar su confianza al PP o a Vox, y que serán quienes decidan quién gana y quién pierde el 21 y 22 de marzo.

En España, ha habido tres intentos, por lados distintos y con propuestas diferentes, para modificar el mapa bipartidista: Podemos, Ciudadanos y Vox. Los de Iglesias partían de una posición populista emanada de las experiencias latinoamericanas, Ciudadanos ofrecía un perfil tecnocrático y Vox fue producto de los cambios en la derecha que provocaron Trump y el Brexit. Hay entre ellos diferencias ideológicas, en el perfil de sus líderes y en las clases sociales a las que se dirigen, pero también algunas semejanzas.

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