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La guerra Yolanda Díaz-Iglesias por el control de Sumar amenaza el futuro de Sánchez
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La pelea de la izquierda

La guerra Yolanda Díaz-Iglesias por el control de Sumar amenaza el futuro de Sánchez

La fractura de Podemos arrastra a ERC y Bildu y ahonda la debilidad de la mayoría de investidura. Alarma en el PSOE por la imposibilidad de sumar si la izquierda va separada

Foto: Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. (EFE/Archivo/David Fernández)
Pablo Iglesias y Yolanda Díaz. (EFE/Archivo/David Fernández)

En el PSOE, nunca pudieron imaginar que llegaría a preocuparles tanto que Podemos se desmorone. Los más veteranos recuerdan cómo asistieron con desasosiego a la aparición de un partido a su izquierda que les disputaba un electorado cautivo desde la extinción de Izquierda Unida. En el grupo socialista, miran de reojo la bronca de sus compañeros morados. No se habla ya de lo que podía suponer para sus expectativas electorales el Tito Berni, sino de las réplicas de la guerra por el liderazgo que mantienen Yolanda Díaz y Pablo Iglesias y que hizo añicos la mayoría parlamentaria de la investidura. “Si ganamos, pero no hay un socio con quien sumar, no gobernamos”, lamentan en las filas socialistas.

La falta de acuerdo en el Congreso para tumbar la llamada ley mordaza podría haber sido un capítulo más de los habituales desencuentros entre el PSOE y Podemos. A nadie le sorprende a estas alturas que Pablo Echenique salga arremetiendo contra Patxi López, pese a que fue la negativa de ERC y Bildu lo que acabó con la última oportunidad para cambiar en esta legislatura la Ley de Seguridad Ciudadana que aprobó Mariano Rajoy. El portavoz morado afeó a los socialistas que no cediesen a las exigencias de prohibir las pelotas de goma o acabar con las “devoluciones en caliente”, y fue más allá: “Si el PSOE no ha hecho lo que hace en los presupuestos para conseguir los votos, es que no lo ha querido hacer”. Pablo Iglesias había publicado un tuit marcando doctrina en la misma línea.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Jorge Zapata)

Hasta aquí, el funcionamiento ya habitual de la coalición. Las alarmas empezaron a sonar cuando el hombre de máxima confianza de Yolanda Díaz en el grupo parlamentario, Enrique Santiago, responsabilizó públicamente a ERC y Bildu de no haber logrado una mayoría suficiente para cambiar la ley. Recordó que en Cataluña no está prohibido el uso de pelotas de goma. En parecidos términos se pronunciaron desde IU, PCE o los comunes, a quienes disgustó la beligerancia de los de Ione Belarra con el PSOE. Por primera vez, la pugna soterrada entre yolandistas y pablistas emergió.

La voluntad de la vicepresidenta de presentar su candidatura con Sumar en las próximas semanas ha elevado al máximo la tensión entre las dos facciones dentro del grupo, pero además Iglesias hizo valer el voto de sus aliados en el hemiciclo: ERC y Bildu. Los republicanos no hablan con Díaz desde hace más de un año, como ellos mismos explican en privado. Ha dejado de ser una interlocutora válida y la acusan de moverse en función de la última encuesta que llegue. En estos momentos, los 18 diputados catalanes y vascos responden a la estrategia de Iglesias, con el que la relación sigue siendo “muy estrecha”.

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Kiko Huesca)

En el otro bando, la vicepresidenta cuenta con el favor de las formaciones de Íñigo Errejón, Joan Baldoví, Alberto Garzón, Ada Colau o el exdiputado por Canarias Alberto Rodríguez, contra los que Pablo Iglesias ha emprendido una campaña sin tregua en las redes sociales. Hace unos días, aprovechó un encuentro de estos partidos para poner un tuit en el que los acusaba de “construir alianzas” con “corruptos” por integrar a Mustafa Aberchán, de Coalición por Melilla.

A los yolandistas, además de la creación de una nueva plataforma de izquierdas, les une la animadversión por lo que han denominado la “secta de Galapagar”, en cuya cúspide se mantienen Juan Carlos Monedero o la mano derecha de Iglesias, Juanma del Olmo. Estos últimos quieren trasladar el modelo que implantaron en Podemos a Sumar para hacerse con el control frente a Yolanda Díaz y el resto de fuerzas. De ahí la petición de unas primarias, donde harían valer la mayoría de afiliados de los morados para copar las listas de la futura marca electoral. La que fuese pupila de Iglesias no tiene intención de ceder ante estas “provocaciones”. Ni siquiera frente al último órdago de ausentarse de la presentación de Sumar que han lanzado los pablistas.

Foto: Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, en el traspaso de carteras. (EFE/Mariscal)
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La vicepresidenta cuenta con el respaldo de Pedro Sánchez, con el que está “permanentemente” en contacto. Ambos comparten el diagnóstico de que Iglesias trabaja para “enterrar el proyecto de Díaz y la coalición de gobierno”. La consigna es resistir. Ni el presidente ni su número tres en el Consejo de Ministros darán una “coartada” a Belarra o Montero para dejar el Ejecutivo: “Si quieren, que se vayan ellas”.

La Moncloa está dispuesta a cebar la candidatura de Díaz como su futura muleta para reeditar el Frankenstein tras las generales, pero cada vez son más voces las que alertan de que si la izquierda implosiona, será imposible aglutinar los 176 escaños. Si Iglesias finalmente no se integra en Sumar y concurre con sus propias siglas, la fragmentación del voto los penalizaría, como ha ocurrido en las últimas citas electorales.

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero. Al fondo, Enrique Santiago. (EFE/Kiko Huesca)

La próxima prueba es la aprobación de la ley de vivienda. La vicepresidenta expresó que hablaría con Sánchez para desatascarla. Los socialistas discrepan de Podemos sobre las cifras a la hora de topar los alquileres. La incógnita es si lo que pacte Díaz lo respaldará la parte del grupo que controlan Belarra y Montero, ERC y Bildu. En el caso de la ley del solo sí es sí, la gallega votó contra su criterio para mantener la disciplina de grupo.

El PSOE confía en que la norma para regular el mercado inmobiliario sirva de pegamento entre la mayoría de la investidura, aunque asumen que están en los “minutos basura” de la legislatura. “Lo importante está aprobado”, afirman, mientras ponen el foco en las municipales y autonómicas como primer examen para medir la capacidad de los socios. Sánchez vuelve a estar en manos de Iglesias y en el socialismo recuerdan que “fue capaz de hacer repetir unas elecciones para ser ministro”.

En el PSOE, nunca pudieron imaginar que llegaría a preocuparles tanto que Podemos se desmorone. Los más veteranos recuerdan cómo asistieron con desasosiego a la aparición de un partido a su izquierda que les disputaba un electorado cautivo desde la extinción de Izquierda Unida. En el grupo socialista, miran de reojo la bronca de sus compañeros morados. No se habla ya de lo que podía suponer para sus expectativas electorales el Tito Berni, sino de las réplicas de la guerra por el liderazgo que mantienen Yolanda Díaz y Pablo Iglesias y que hizo añicos la mayoría parlamentaria de la investidura. “Si ganamos, pero no hay un socio con quien sumar, no gobernamos”, lamentan en las filas socialistas.

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