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Espinosa de los Monteros te alquila su estación de esquí por 2.000 € al año: "Puede ser rentable"
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Auge y caída del esquí mesetario

Espinosa de los Monteros te alquila su estación de esquí por 2.000 € al año: "Puede ser rentable"

Durante décadas, la estación de Lunada fue el lugar de iniciación de los esquiadores de Bilbao y el norte de Burgos, pero lleva cerrada desde 2019. El Consistorio se niega a dar por perdido el enclave y fía su futuro más allá de la nieve

Foto: Raúl Linares posa en la estación de esquí de Lunada. (Guillermo Cid)
Raúl Linares posa en la estación de esquí de Lunada. (Guillermo Cid)

Este Miércoles de Ceniza, en la pequeña carretera municipal que serpentea bajo el portillo de Lunada, solo se escucha el crujir de cuatro raquetas que marchan sobre el manto de nieve que lo cubre todo. Dos las lleva el alcalde de Espinosa de los Monteros, Raúl Linares, y las otras este periodista. "Es raro que no haya nadie por aquí hoy, supongo que habrá sido por la previsión del tiempo, habitualmente está lleno", comenta el primero. Con la alfombra blanca y el silencio sepulcral, es difícil imaginarlo, pero este enclave de los valles pasiegos burgaleses lleva décadas siendo un lugar clave para todos los amantes del esquí alpino del norte de España. Al final del camino, ahora casi enterrada, se encuentra una de las estaciones de esquí con más solera de la meseta peninsular. Cerrada desde 2019 y con dificultades desde mucho antes, espera a que alguien vuelva a ponerla en marcha.

Parada y bajo la nieve, la estación de Lunada es un ejemplo de la situación que vive el negocio del esquí alpino en la España interior. Situada en una las comarcas más olvidadas de Burgos, las Merindades, vivió grandes momentos durante décadas gracias a la afluencia de público llegado, sobre todo, desde Vizcaya. Los aficionados de Bilbao (a una hora de distancia) y alrededores la tomaron como su casa e incluso en sus pistas se celebraban los campeonatos vizcaínos de esquí. Pero, a principios del siglo XXI, todo se empezó a torcer. El tiempo comenzó a acortar las temporadas, y también cambió el esquí. Mejoradas las conexiones con los Pirineos y con más estaciones grandes a su alrededor, como Alto Campoo, Lunada se fue hundiendo, hasta ahora. Desde inicios de la década pasada, por su gestión han pasado varias empresas, sin embargo, ninguna ha conseguido hacer que funcione.

Foto: Esquiadores, en el Pirineo aragonés. (EFE/Javier Blasco)

"Mira a tu alrededor, el paisaje es espectacular, estamos cerca de grandes poblaciones y la gente lo conoce, por eso pensamos que puede ser rentable y no queremos dar el lugar por perdido. Pero tampoco somos ingenuos, sabemos que el clima es el que es y la sociedad ha cambiado, no se puede imaginar un negocio como el de hace 30 años, el que lo quiera coger tiene que pensar en eso", comenta el alcalde del municipio al que pertenece el monte en el que está la estación. Para conseguir que alguien resucite el enclave, su Ayuntamiento prepara unos pliegos atractivos. Quien se haga con la concesión solo tendrá que pagar 2.000 euros al año como canon, pero eso sí, la empresa tendrá que devanarse los sesos para rentabilizar la inversión. "Nosotros hemos arreglado el refugio, que es el principal atractivo y que se da como parte de la concesión. Pero al final es cosa de la empresa que esto funcione, el Consistorio no tiene dinero para poder mantener todo", añade.

placeholder Carteles en las inmediaciones de Lunada que indican la llegada a la estación. (G. C.)
Carteles en las inmediaciones de Lunada que indican la llegada a la estación. (G. C.)

El esquí alpino tuvo su boom en España a partir de los años 70, pero, tras décadas de mucha afluencia, ahora las estaciones resisten como pueden, señaladas por el cambio climático, pero necesitadas por el entorno rural. Y las que más sufren, por ahora, son las pequeñas. Enclaves como el espinosiego, pensados como lugares de cercanía a los que acudir para descubrir el esquí y los deportes de nieve en general, se han quedado obsoletos y sin músculo económico suficiente para afrontar mejoras y explotar el negocio como los grandes centros de esquí. La única solución que les queda es con lo que sueñan en Espinosa: la desestacionalización. ¿El problema? Que nadie sabe muy bien cómo rentabilizar esto.

Lunada ostenta el récord de ser la estación de esquí con las cotas de remontes mecánicos más bajas de España: mínima a 1.280 metros y máxima a 1.440 metros. Durante años, eso supuso un atractivo, por su accesibilidad, pero a día de hoy es un problema, hay nieve, pero no aguanta demasiado, y sobre todo las temporadas se acortan sin parar. "Ahora está aguantando mucho la nevada, y parece que viene algo más, pero en 2022 no cayó un solo copo en todo el año. Ni uno. Aquí recibimos mucha precipitación porque detrás justo de la montaña hay una pronunciada caída que te lleva hasta el mar Cantábrico, por lo que toda la humedad del mar sube y cae aquí en forma de nieve, claro que también trae aguaceros y humedad si no hace suficiente frío, y eso te quita todo el manto", detalla Linares.

placeholder Un perro corre sobre el manto de nieve que cubre todo Lunada. (G. C.)
Un perro corre sobre el manto de nieve que cubre todo Lunada. (G. C.)

Ante esta situación, en el pueblo piensan que el futuro pasa por el esquí, sí, pero como un complemento más. "Hay mucho ciclista por la zona, y cada vez aparecen más. Además, hay carreras de Trail, rutas por la montaña… Tienes que intentar atraer a todo ese público y exprimir el enclave los 12 meses del año", comenta el alcalde.

El difícil negocio del esquí

A los vecinos no les falta razón. La mayoría de las estaciones de esquí, incluso en los Alpes como mostraba hace solo unos días el Financial Times, viven un momento clave. El cambio climático las acorrala, y no parece que haya marcha atrás, sin embargo, se empieza a abrir una posible salida: explotar el espacio más allá de la nieve. Claro que, para eso, hay que cambiar el modelo de negocio llevado hasta ahora. Los grandes centros están aprovechando su músculo económico para dejar cada vez más de lado el clásico plan de esquí, basado en el cobro de entradas por el uso de los remontes, para centrar su objetivo en lo que se mueve alrededor. La experiencia cada vez habla más de restauración, hostelería o rutas, y menos de bajar pendientes. El après ski no para de ganar adeptos y popularidad y se busca público fuera de temporada que prefiera, por ejemplo, la montaña a la playa en verano.

Todo ello se ve desde Espinosa como una oportunidad clara para el que quiera interesarse por Lunada, pero también están hartos de experimentos fallidos. "Con la concesionaria anterior tuvimos que llegar incluso a los juzgados, por eso no queremos que esta vez haya problemas similares y estamos tardando más de lo pactado en sacar los pliegos. Barajamos varias ideas, como empezar solo con el alquiler del refugio y uno de los babies [remontes para niños]. Pero no se descarta nada, tampoco el no hacer los pliegos para 10 años, sino acortar el acuerdo o poner alguna cláusula especial", comenta el edil. Asegura que ya tienen varias empresas interesadas, pero buscan ofertas muy específicas. Gente que sepa de hostelería y restauración, porque buena parte del negocio saldrá de esa pata gracias al refugio, pero que también sepa de negocios de aventura, esquí, montaña, etc.

placeholder Una de las casetas que forman parte del complejo de la estación. (G. C.)
Una de las casetas que forman parte del complejo de la estación. (G. C.)

Al menos no están solos en este quebradero de cabeza. Desde hace años, la mayoría de estaciones de esquí españolas tienen grandes dificultades para subsistir, han tenido que ser rescatadas por los entes públicos o cuentan con una ayuda institucional importante. A día de hoy, cerca del 80% de las estaciones de esquí que hay en España son de titularidad pública, y, en el caso de la cordillera Cantábrica, esa cifra llega al 100%. Es más, en 2019 las únicas pistas con capital privado de esta zona eran las de Lunada. Alto Campoo, San Isidro, Manzaneda, Fuentes de Invierno, Valgrande Pajares y Leitariegos son gestionadas por la Administración, ya sea a través de las autonomías o los municipios.

En cuanto a los resultados, en la temporada pasada fueron esperanzadores, se llegó a una cifra récord de 160 millones de facturación con unos seis millones de usuarios, pero en 2023 han vuelto los fantasmas. Después de una inversión también récord por parte de los grupos que gestionan las estaciones, unos 67,5 millones de euros, según la patronal del sector, la falta de nieve de diciembre y principios de enero dejó un agujero difícil de llenar. Los grandes grupos autonómicos pueden aguantar esos órdagos de la naturaleza, pero a los pequeños enclaves se les hace cuesta arriba. "Nosotros no nos negamos a ayudar, al final un pueblo como el nuestro quiere mantener esto abierto por las posibilidades que ofrece a todo el municipio más allá de lo que genere la estación, pero tenemos un presupuesto limitado", comenta Linares.

Lunada fue durante más de 25 años gestionada por una pequeña empresa, Deportes y Turismo Lunada SA (Detulsa), que la mantuvo abierta con continuidad, pero el Consistorio decidió en 2013 empezar a cobrar un canon que había sido aparcado y la empresa rompió el acuerdo. Decían que la estación no daba suficiente dinero, y desde entonces ninguna otra concesionaria ha mantenido el negocio en pie. "Uno de los problemas principales es la carretera, se llena de nieve, como se puede ver ahora, pero el Ayuntamiento no tiene dinero ni herramientas para limpiarla. Hemos pedido ayuda a la Junta, pero, como es un camino municipal, se lavan las manos. Quien se quede la concesión tiene que contar con esto. Y algo parecido pasa con los remontes, que habría que arreglarlos y mantenerlos".

placeholder Raúl Linares señala un cartel en la estación de esquí de Lunada que muestra todos los puntos de interés de su comarca. (G. C.)
Raúl Linares señala un cartel en la estación de esquí de Lunada que muestra todos los puntos de interés de su comarca. (G. C.)

El propio Consistorio pensó en hacer inversiones en la infraestructura (situada en un monte de titularidad pública) con la idea de que esta ganara atractivo, pero pronto se dieron de bruces con la realidad, para mover algo así necesitas inversiones que superan lo que un pueblo de unos 1.700 habitantes puede hacer. "Miramos lo de colocar un telesilla que pudiera subir hasta el Pico de la Miel y que desde ahí los esquiadores se repartieran a todas las pistas. Además, podría usarse en verano y las vistas al Cantábrico desde arriba son una pasada. Pero, echando cuentas, vimos que, por el número de pilonas y demás, costaría cerca de 500.000 euros". A día de hoy, la estación cuenta con cuatro grandes remontes, todos de arrastre con percha, y dos de los llamados babies. No son malas cifras para una estación pequeña, pero el mantenimiento es complicado. "Son antiguos, habría que renovarlos y tener personal de mantenimiento".

El cambio climático se acerca

Por último, Lunada, como la mayoría de estaciones pequeñas, tampoco cuenta con el marcapasos que hace que la mayoría de estaciones aguanten ahora mismo: los cañones de nieve. Ya se han hecho imprescindibles hasta en los Alpes, y pocas estaciones pueden mantener los 120 días de temporada que se calcula que debe aguantar una estación para ser rentable sin ellos.

El futuro no pinta mejor. Según una investigación de la Universidad de Waterloo (Canadá) publicada en 2018, solo 13 de las 21 sedes que han albergado los JJOO de Invierno en toda su historia mantendrían condiciones adecuadas para acogerlos en 2050. En el caso de los Juegos Paralímpicos de Invierno, que se celebran en marzo, solo 10 ubicaciones seguirían siendo fiables en poco más de 30 años.

placeholder Vista de la estación de esquí de Lunada este Miércoles de Ceniza. (Guillermo Cid)
Vista de la estación de esquí de Lunada este Miércoles de Ceniza. (Guillermo Cid)

En Espinosa, de momento, este año no tienen ese problema. Nieve hay, y aguanta, pero saben que llegará el día que no sea así. Justo este miércoles las previsiones hablaban de nuevas nevadas, por lo que un grupo de vecinos mira al cielo encapotado desde los soportales del ayuntamiento. "Dicen que viene nieve, pero hoy no creo, no hace mucho frío", comenta uno de ellos. El histórico pueblo, que mantiene a duras penas los 1.700 habitantes, convertido en un enclave turístico y de servicios (también aglutina algunos molinos de viento y pintadas de descontento con las eólicas), mira a Lunada como otro reclamo que ayude a evitar que esta parte de la España interior se termine de vaciar. "A ver si hay suerte y llega gente con ganas de aprovechar la oportunidad de la estación", comentan.

En este deporte parece que ya no basta con el dinero para funcionar, aunque, mientras Espinosa busca soluciones, a unos 5.000 kilómetros de distancia, en Arabia Saudí, están decididos a demostrar lo contrario. Con 500.000 millones de dólares sobre la mesa han prometido crear una estación de esquí en pleno desierto. Aún no se sabe cómo serán los remontes o los accesos.

Este Miércoles de Ceniza, en la pequeña carretera municipal que serpentea bajo el portillo de Lunada, solo se escucha el crujir de cuatro raquetas que marchan sobre el manto de nieve que lo cubre todo. Dos las lleva el alcalde de Espinosa de los Monteros, Raúl Linares, y las otras este periodista. "Es raro que no haya nadie por aquí hoy, supongo que habrá sido por la previsión del tiempo, habitualmente está lleno", comenta el primero. Con la alfombra blanca y el silencio sepulcral, es difícil imaginarlo, pero este enclave de los valles pasiegos burgaleses lleva décadas siendo un lugar clave para todos los amantes del esquí alpino del norte de España. Al final del camino, ahora casi enterrada, se encuentra una de las estaciones de esquí con más solera de la meseta peninsular. Cerrada desde 2019 y con dificultades desde mucho antes, espera a que alguien vuelva a ponerla en marcha.

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