Es noticia
Policía o imbécil, ¿qué prefieres descubrir de tu antiguo novio?
  1. España
MALA FAMA

Policía o imbécil, ¿qué prefieres descubrir de tu antiguo novio?

El vodevil del agente infiltrado nos advierte a todos de la imposibilidad de saber de verdad con quién nos acostamos

Foto: Agentes antidisturbios durante protestas en Via Laietana, Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta
Agentes antidisturbios durante protestas en Via Laietana, Barcelona. (EFE/Enric Fontcuberta

No se entiende muy bien el sentido de las querellas criminales que han interpuesto varias mujeres contra un hombre con el que se han acostado. Ellas no sabían que era policía, y por ahí su equipo jurídico arma todo un argumentario donde una relación amorosa rutinariamente olvidada revive de pronto transformada en un vendaval de “abusos”, “vulneración de derechos fundamentales” o “tortura”. Que un supuesto policía infiltrado en circuitos anticapitalistas catalanes mantuviera relaciones sexuales con hasta ocho mujeres militantes es lo de menos. Lo relevante aquí es que estas mujeres crean que los demás sí sabemos con quién nos acostamos. Nadie tiene ni idea de con quién se acuesta.

El policía infiltrado somos todos; y, de hecho, todas. Ignoro si hay alguien que empiece a ligar confesando en primer lugar sus defectos, que está en el paro, que comparte piso, que acabó tirándose los trastos con su ex o que es policía. Los atracadores de bancos también engañan a todas las mujeres con las que se acuestan, pues, con un atracador de bancos, nunca te acuestas, solo te casas. Los cuerpos se conocen mucho antes que las biografías, porque las biografías son largas y los cuerpos, ya ves tú, no dan para mucho más tras cuatro o cinco noches. En los tiempos muertos que deja el sexo, que son muchos, la gente habla, revela y, al cabo, se hace querer. Uno que te dice que es policía ya lo tendrías que querer mucho. Por ello, ese policía les hizo un favor a esas mujeres no contándoles la verdad. La verdad hubiera llevado al amor más puro y, seguramente, al final de su activismo.

Foto: Protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél en Cataluña. (EFE/Víctor Lerena)

Cuántas veces una mujer (por elegir un sujeto coherente con la historia que comentamos), cuántas veces, decimos, una mujer no se ha acostado, sin saberlo, con un hombre casado. Cuántas veces no lo ha hecho con un conocido de su peor enemiga, o con el nuevo socio de su ex, o con, en fin, la persona curricularmente menos adecuada. Si lo supiéramos todo de la gente, a lo mejor no nos acostábamos con nadie. Pasado un tiempo, todo el mundo votó a Vox o a Podemos, estuvo en la cárcel, abandonó a una mujer embarazada, despidió inmisericordemente a 20 trabajadores o participó del acoso a un compañero en el colegio. Nadie quiere acostarse con votantes de Vox/Podemos, acosadores escolares o personas sin casa propia. Por eso, no te lo van a decir lo primero de todo, el primer día y parando el buen rollo: “Oye, ¿sabes que yo acosaba a muchos niños en la escuela?”. “Oye, ¿sabes que soy policía infiltrado?”.

Impugnar el amor porque el otro no te contó lo que hubiera imposibilitado ese mismo amor no parece muy elegante. A lo mejor el policía pensaba contarlo si le querías lo suficiente, si el amor, ay, superaba las barreras políticas que, precisamente, constituían su mayor obstáculo. Estas mujeres se sienten engañadas, pero no como esas otras que son timadas en Tinder o Instagram por un chico guapísimo que, al cabo, les pide dinero. Se siente engañadas en el mismísimo amor, engañadas por la vida, de una forma indistinguible, de hecho, a cómo se sintieron cuando descubrieron que su ex (otro) era imbécil. Podríamos preguntarles, por tanto: ¿qué prefieres descubrir de tu ex, que era policía o que era imbécil?

Son agentes que se prestan a dilapidar su vida enfundándose un disfraz, a menudo en entornos peligrosos

En relación con alguien que entra en nuestra intimidad y, pasado un tiempo, la abandona, todos podemos llegar a sentir lo que estas mujeres: ¿cómo pude acostarme con él? Que la dimensión de su desespero parezca ahora gigantesca (¡un policía español en círculos activistas catalanes!) tiene que ver exclusivamente con esa querella criminal exageradísima que han puesto. Si no hubieran voceado judicialmente y para nada la desazón que les causa descubrir que un amante no era lo que parecía, ahora serían mujeres que saben que los amantes no son lo que parecen, en lugar de mujeres muy confundidas. Relaciones “sexo-afectivas” llaman sus abogados a quererse.

Por otro lado, hay que pensar en esa figura tan cinematográfica e increíble, la del policía infiltrado. Son agentes que se prestan a dilapidar su vida enfundándose un disfraz, a menudo en entornos peligrosos, sin contacto regular con sus familias o amigos y en virtud de gratificaciones que, por muy altas que sean, se nos antojan ridículas, dado el coste personal. Están perdiendo años de vida en una misión de máscaras.

Foto: Los policías se infiltraban en diversos movimientos pero llevaron demasiado lejos su trabajo (Reuters/Simon Dawson)

Así, sería un poco fuerte que le dijeran a un agente: “Te infiltras, pero no follas”, negándole, ahora sí, derechos fundamentales y desahogos perfectamente plausibles, con máscara o sin ella. ¿Acaso un agente infiltrado no tiene necesidades carnales? ¿Acaso es tan fácil ligar con una activista? Si nuestro hombre se acostó con ocho mujeres de aquellos entornos, a lo mejor es que estaba muy bueno, era muy majo y merecía todo el amor que pudieran darle. ¿Cómo decir que no al amor que te llega por todos lados?

Me parecería ya mucho pedirle a uno de estos sacrificados agentes.

No se entiende muy bien el sentido de las querellas criminales que han interpuesto varias mujeres contra un hombre con el que se han acostado. Ellas no sabían que era policía, y por ahí su equipo jurídico arma todo un argumentario donde una relación amorosa rutinariamente olvidada revive de pronto transformada en un vendaval de “abusos”, “vulneración de derechos fundamentales” o “tortura”. Que un supuesto policía infiltrado en circuitos anticapitalistas catalanes mantuviera relaciones sexuales con hasta ocho mujeres militantes es lo de menos. Lo relevante aquí es que estas mujeres crean que los demás sí sabemos con quién nos acostamos. Nadie tiene ni idea de con quién se acuesta.

Cataluña
El redactor recomienda