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Después de la política llega la táctica: cómo desplegar los Leopard en el frente de Ucrania
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Después de la política llega la táctica: cómo desplegar los Leopard en el frente de Ucrania

Todavía se desconoce cuándo, cuántos y qué carros llegarán finalmente. Pero, sobre el papel, podemos reflexionar sobre cómo se podrían organizar e intervenir en los combates

Foto: Almacén de Leopard 1 en Tournais, Bélgica. (Reuters/Yves Herman)
Almacén de Leopard 1 en Tournais, Bélgica. (Reuters/Yves Herman)
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Ucrania parece que ya ha conseguido lo que quería. Al menos, de momento. Los carros de combate occidentales marchan a la guerra y, a los ya anunciados Challenger 2 británicos se van a unir los Abrams estadounidenses y los esperados Leopard alemanes (y sus variantes internacionales). En EC Defensa, hemos analizado al detalle el Leopard 2, sus características, evolución y misión en el campo de batalla. El compromiso alemán de mandar estos blindados al frente, y su visto bueno a que los aliados hagan lo propio, tan solo cierra el primer capítulo de esta historia. Todavía se desconoce cuándo, cuántos y qué carros llegarán finalmente. Pero, sobre el papel, podemos reflexionar sobre cómo se podrían organizar e intervenir en los combates.

Este conflicto tiene una relación compleja con los números. Por un lado, resulta obvio que dar a conocer las cifras y modelos que se envían a Ucrania puede ser algo poco conveniente, dando al enemigo —Rusia, en este caso— detalles útiles que le permitan hacerse una buena composición de lugar sobre lo que se le viene encima (y planear cómo contrarrestarlo). Pero, al mismo tiempo, estamos ante una invasión bajo intensa cobertura mediática en el que resulta difícil ocultar todo aquello que no sea del más estricto carácter clasificado. Es, además, un conflicto de gestos y símbolos. De anuncios, discusiones y comparaciones sobre la rapidez y la intensidad del apoyo occidental al pueblo ucraniano. En qué y cómo se materializa ese apoyo se ha convertido en un elemento de política interna en todos los países salpicados por la refriega.

100, 300, ¿cuántos?

Los Leopard han sido paradigmáticos en este aspecto. Al debate sobre si enviar o no este material pesado a Kiev le sigue una acalorada discusión sobre los números: cuántos Leopard acabarán en manos ucranianas y de dónde vendrán. Por un lado, la cifra que manejan medios y expertos es de unos 100 ejemplares, lejos de los 300 que pide el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Los países que se van comprometiendo apuntan a cantidades modestas (España estaría dispuesta a mandar entre cuatro y seis unidades de Leopard 2, según publicó esta semana el diario El País), aunque todo suma.

Foto: Carro de combate ucraniano T-84, versión autóctona muy modificada del T-80 ruso. (US Army)

Pero las disquisiciones sobre los carros de combate tienen una peculiaridad respecto a otros envíos de armas. Se pueden mandar 50 o 50.000 lanzagranadas contracarro que, una vez aprendido cómo se emplean, el manejo va a ser siempre el mismo. Algo similar ocurre con las piezas de artillería o los sistemas antiaéreos, incluidos los famosos lanzacohetes Himars. Es obvio que, a mayor cantidad disponible en el arsenal, mayores serán sus efectos. Pero su forma de actuar seguirá siendo la misma, tan solo cambia el potencial impacto.

Con los carros de combate no ocurre lo mismo. Principalmente, porque estos blindados se deben utilizar en un número suficiente si se quieren explotar todas sus ventajas; sobre todo si su misión en Ucrania —como todo parece indicar— es el de permitir una ofensiva encaminada a recuperar el terreno perdido. Para lograr una ruptura en un frente fortificado y atrincherado, tal y como lo están preparando los rusos, se necesitan formaciones homogéneas. Esto es, batallones y brigadas dotadas del mismo o similar material. Lo contrario sería una pesadilla logística de tal calibre que podría llegar a comprometer incluso la operatividad y eficacia de una unidad dotada de material heterogéneo.

Hasta ahora, los ucranianos han formado sus batallones de una manera un tanto anárquica, combinando todo lo que tenían a mano. Si ahora reciben material occidental, sería muy contraproducente mezclar todas esas unidades y lanzar al combate batallones con unas compañías de Leopard o Challenger y otras de T-72 o T-84. Por eso, el envío de 14 Challenger 2 por parte del Gobierno británico, como explicamos en este análisis del momento, era un gesto de gran importancia política y un pobre valor operativo.

Por tanto, pensar en unidades acorazadas requiere contemplar unas cantidades mínimas. Hablar de 100 carros tiene sentido pues son con los que, en términos generales, se podría equipar una brigada. Esta cifra puede alcanzarse —e incluso superarse— en un plazo razonable con el compromiso de los países que ya han dado su visto bueno a mandar Leopard, a los que se podría unir algún otro.

Zelenski, mientras tanto, pide 300 ejemplares. Tampoco es una cifra casual. Con ella se podrían dotar tres brigadas acorazadas y sería el número ideal para hacer una ruptura convergiendo sobre un punto del frente ruso que estuviera bien defendido. En este sentido y siendo correcta esa proporción de fuerzas para un ataque, no necesariamente todas las brigadas tendrían que ser de material occidental y alguna de ellas, quizás no quede otro remedio, tendrá que utilizar material de origen soviético. Pero lo que está claro es que no valen decenas. Hacen falta un número suficiente.

¿Orgánica occidental o rusa?

La siguiente cuestión que nos podemos plantear, una vez se da por hecho que los Leopard llegarán al frente y –más o menos– de qué números hablamos en esta primera oleada, es saber cómo se organizarían y cómo desplegarían en Ucrania. La respuesta, sin embargo, no es inmediata. Es un tema complejo con muchas variables. Pero para empezar, es importante ver las diferencias entre la orgánica —es decir, cómo se estructuran las unidades— según las doctrinas OTAN y rusa.

La orgánica es muy variada, casi tanto como ejércitos hay, porque se adaptan a las peculiaridades de cada uno. Pero hay aspectos comunes. Empezando por abajo, lo más sencillo es la sección, que en las formaciones acorazadas occidentales se compone de cuatro carros de combate que actúan en binomios. Cada sección es mandada por un teniente o, en su defecto, un suboficial experimentado. Tres secciones forman una compañía, mandada por un capitán —que cuenta con un ejemplar adicional— y tres compañías formarían un batallón, mandado por un teniente coronel, también con su propio blindado. Por tanto, un batallón acorazado estaría formado por 40 carros.

Esto suele ser común en las organizaciones occidentales. Pero a partir de aquí, hacia estructuras superiores, la orgánica puede variar. En general, una brigada acorazada estaría formada por dos batallones acorazados, como el descrito antes, más uno mecanizado con una estructura similar, pero con blindados de infantería (IFV) como los Bradley, Marder o el español Pizarro, más un grupo de caballería dotado con elementos pesados y ligeros. Además, tendrían sus elementos de apoyo al combate, como son un grupo de artillería, defensa antiaérea, un batallón de zapadores y un grupo logístico, entre otros. En total reunirían 80 carros, 40 IFV y un número muy variable de artillería y resto de medios. Las brigadas mecanizadas contarían con dos batallones mecanizados y uno acorazado, lo que supone disponer de 80 IFV con su infantería más 40 carros de combate.

En la doctrina rusa, en cambio, las secciones son de tres carros, por lo que la compañía dispone de 10, el batallón de 31 y la brigada acorazada de 62. Aunque presente unidades menos potentes, ambas estructuras tienen sus ventajas e inconvenientes. Las secciones de cuatro son mejores para el combate porque se actúa por binomios, donde cada pareja se apoya mutuamente. Por su parte, la de tres tiene la ventaja de que es más fácil ejercer el mando de sección, al no tener que estar el líder pendiente de su binomio. Esta forma es más acorde con la mentalidad rusa, que concede poca iniciativa a los elementos bajo el mando. Los rusos compensan esta aparente debilidad en sus batallones y brigadas con la solución más sencilla: involucrar más en el combate. Esto no es malo por sí mismo, pues con unidades de menor dimensión se puede ganar en flexibilidad.

Los ucranianos tradicionalmente han adoptado la doctrina rusa por motivos evidentes, pero su claro giro hacia occidente desde 2014 y los continuos adiestramientos conjuntos con ejércitos OTAN, han hecho que ahora estén utilizando orgánicas OTAN incluso con material soviético, con secciones de cuatro blindados. Sin embargo, para organizaciones de entidad superior, siguen aferrados al modo ruso. Esto hace que mantengan una artillería muy potente asociada a sus brigadas, e incluso que éstas dispongan de cuatro batallones, en lugar de tres, lo que nos llevaría a brigadas acorazadas con un número teórico de 120 carros.

Pero los militares saben que, sobre el terreno, poco de esto se lleva a la práctica de manera rígida, porque en aras de la misión asignada, todo se adapta y modifica.

El mito de los BTG

Los rusos en esta guerra han cobrado cierta notoriedad al utilizar los llamados BTG (Battalion Tactical Group) o grupos tácticos de armas combinadas, en los que se mezclan medios acorazadas, mecanizados tanto de orugas como de ruedas, artillería, ingenieros y logística. La idea es buena, pero no se trata de ningún nuevo invento. El empleo de armas combinadas trata de aunar los diferentes equipos en unidades flexibles, de tal manera que maximicen su eficacia en combate. Esto se lleva haciendo por todos los ejércitos, y con distintos nombres, desde hace años. En España, por ejemplo, hablamos de los Grupos Tácticos para una entidad de batallón y Subgrupos Tácticos para las de menor tamaño.

Foto: El T-14 Armata por las calles de Moscú. (Vitaly V. Kuzmin)

Los BTG rusos se han formado por una compañía acorazada, dos de IFV de cadenas (con BMP) y una mecanizada de ruedas (con BTR). A esto habría que añadir un escuadrón de caballería (reconocimiento), una compañía contracarro, una batería de artillería ATP (autopropulsada), otra lanzacohetes y otra antiaérea. Esta formación —que adicionalmente recibe el apoyo de los regimientos de artillería independientes— puede actuar con autonomía, dispone de medios acorazados, de infantería de acompañamiento proporcionada por las compañías mecanizadas y de sus apoyos. Sin embargo, no les ha salido –hasta ahora– todo lo bien que debería.

El problema ha sido que, a la hora de formar estos BTG, se supone que las compañías y baterías que lo conforman provienen de organizaciones superiores, los regimientos, pero deben ser capaces de poderse coordinar entre ellos. Aquí, el sistema ruso de mando y control, así como las comunicaciones, fallaron por completo. Un factor que en los ejércitos OTAN se cuida con exquisito detalle, como ocurre en España, donde está a la orden del día el adiestramiento con Grupos Tácticos formados por elementos que se agregan de distintas unidades superiores.

En cualquier caso, todo esto es sobre el papel. La realidad de la guerra trastoca todo y, muy a menudo, la teoría poco se parece a la realidad. Es sabido, por ejemplo, que los ucranianos están combatiendo con batallones que solo disponen de 30 carros debido sobre todo a que cada vez escasean más. En España, sin ir más lejos, el Ejército de Tierra tiene cuatro brigadas pesadas, pero tan solo hay 200 Leopardo 2E, por lo que resulta fácil hacer las cuentas.

También hay que tener en cuenta otro factor importante: no subestimar a las fuerzas rusas. Han cometido errores, muchos y graves, pero han tomado medidas y el mando de Serguéi Surovikin antes y ahora el de Valeri Gerasimov, parece que han tenido sus efectos. Rusia sigue teniendo mucho material y muchos recursos. Se están fortificando en sus líneas actuales, lo están haciendo en profundidad y no renuncian a ganar más terreno. Lo tienen difícil y sufren enormes pérdidas, pero aún distan mucho de estar derrotados.

Ucrania parece que ya ha conseguido lo que quería. Al menos, de momento. Los carros de combate occidentales marchan a la guerra y, a los ya anunciados Challenger 2 británicos se van a unir los Abrams estadounidenses y los esperados Leopard alemanes (y sus variantes internacionales). En EC Defensa, hemos analizado al detalle el Leopard 2, sus características, evolución y misión en el campo de batalla. El compromiso alemán de mandar estos blindados al frente, y su visto bueno a que los aliados hagan lo propio, tan solo cierra el primer capítulo de esta historia. Todavía se desconoce cuándo, cuántos y qué carros llegarán finalmente. Pero, sobre el papel, podemos reflexionar sobre cómo se podrían organizar e intervenir en los combates.

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