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En España cada vez se dejan más cenizas en los tanatorios, ahora toca saber qué hacer con ellas
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¿Qué hacer con los ceniceros comunes?

En España cada vez se dejan más cenizas en los tanatorios, ahora toca saber qué hacer con ellas

Tanatorios, cementerios y funerarias buscan soluciones para una práctica que no para de extenderse. Las incineraciones se multiplican y muchos familiares prefieren no llevarse la urna a casa, por lo que se necesitan nuevos espacios

Foto: El cementerio de La Almudena en Madrid. (EFE/Daniel González)
El cementerio de La Almudena en Madrid. (EFE/Daniel González)

Marcelo Cornellá estaba hace unos meses en un velatorio cuando se fijó en un pequeño detalle. El tanatorio tenía un espacio lleno de modelos de urnas funerarias que estaban a disposición de los clientes. Se acordó del caso de un familiar y optó por preguntar a la recepcionista. "Le pregunté si tenían casos de personas que dejaban las urnas de sus familiares abandonadas en el tanatorio y no las recogían. Me contestó que había más casos de los que les gustaría", comenta. La respuesta le sorprendió, y Cornellá, presidente de la Asociación cultural de mayores de Fuenlabrada (ACUMAFU), decidió no quedarse ahí. Hace solo unos días, su asociación firmaba un llamamiento en el que avisaba de la situación: las incineraciones se multiplican en nuestro país, sin embargo, muchos de los familiares de los fallecidos prefieren no llevarse los restos y eso se está convirtiendo en un problema.

El mensaje, lanzado en colaboración con la Federación Española para la Defensa de las Personas Mayores, buscaba mostrar una dura situación que empieza a generalizarse, más aún desde la pandemia. Según el escrito, con este tipo de prácticas se está evitando cumplir con las últimas voluntades de los difuntos y generando problemas entre las familias. La patronal del sector funerario, Panasef, niega a El Confidencial que se abandonen urnas de forma sistemática o que haya un verdadero problema de espacio con las cenizas, pero lo cierto es que cada vez más ciudades españolas están viéndose obligadas a preparar espacios que permitan dar un final digno a esos restos humanos. Los bosques del recuerdo, monumentos o pequeños jardines se extienden para evitar que todo acabe en un cenicero común.

Foto: Los enterramientos van perdiendo peso. (EFE)

"Nosotros queremos poner de manifiesto una situación de la que se habla poco porque es duro, pero que es importante. En muchas ocasiones no se cumple con las últimas voluntades del difunto y se están viendo situaciones indignas con sus restos. Sobre todo lo contamos para que la gente que nos lee lo pueda evitar buscando en sus seguros y garantizando con ellos su final, que es algo relativamente sencillo", detalla Cornellá. Su llamamiento también tiene un mensaje para el sistema. "Cada vez es más caro morirse y por eso muchas familias se van a lo más sencillo y barato. Incluso sabemos de casos de familias que preguntan si optando por lo más barato pueden cobrar la parte proporcional que no gastan del seguro de decesos. Son situaciones duras, pero que existen y se deben conocer para hacer algo", añade su impulsor.

Sin ir tan lejos ni hablar de abandonos, lo contado por Cornellá se puede ver en decisiones tomadas por muchos ayuntamientos. Cáceres proyectó este verano su bosque de la Memoria para que la gente pueda esparcir allí las cenizas de sus difuntos y Córdoba prepara su apertura. Valencia optó por construir en 2016 un río seco con el mismo objetivo y muchas entidades privadas empiezan a apostar ya por este tipo de espacios. Aunque el caso más llamativo quizá sea el del Ayuntamiento de Palencia, que en 2020 construyó el Monumento Inacabado, una obra junto al cementerio en el que unas manos de bronce arropan bloques de roca construidos con todas las cenizas no reclamadas. Según contaban en El Norte de Castilla, es una solución para descongestionar los otros tres espacios que el cementerio tiene dedicados a estos restos, entre ellos el Jardín del Recuerdo, que llegan a llenarse.

placeholder Dos mujeres depositan flores en el Jardín del Recuerdo, del cementerio de la Almudena de Madrid. (EFE)
Dos mujeres depositan flores en el Jardín del Recuerdo, del cementerio de la Almudena de Madrid. (EFE)

Lo ocurrido en la capital castellana da una imagen del problema al que se enfrentan ahora espacios como los cementerios. Tradicionalmente pensados para la inhumación, ven que cada vez más personas optan por las incineraciones y finales alternativos. Pese a la clásica imagen de las personas llevando las urnas con los restos a un espacio determinado fuera de los muros del cementerio, los familiares cada día optan más por no hacer esa recogida y dejar la custodia de los mismos en el tanatorio.

El lugar típico para estas urnas son los columbarios, pero, como muestra el caso de Palencia, también estos huecos se llenan y obliga a los administradores a pensar en soluciones diferentes. Aunque, como señalan desde Panasef, más que falta de espacio, lo que hay es necesidad de reducir el coste económico. "Espacio en los cementerios hay, pero todo esto cuesta dinero y muchas personas optan por soluciones más económicas".

El 'limbo' de las cenizas

La necesidad de afrontar este problema y habilitar espacios es clara. Y solo siguiendo los datos de Panasef se entiende que aún haya instituciones preparándolos, porque la tendencia hacia la incineración es reciente. En 2005 en España el número de fallecidos que se incineraban rondaba el 16% del total, mientras que en 2020 ese número llegó al 45%. Según el estudio de la patronal, es una tendencia claramente urbana y hay ciudades como Málaga y Sevilla en las que el porcentaje ya supera el 70%. Sin embargo, el coste de la muerte hace que la solución ya llegue a todas partes. Según el análisis hecho por Panasef en 2021, la tendencia es que para 2025 el 60% de los fallecidos acaben incinerados.

Ese número es el que citan expertos como Diego Muro, uno de los impulsores del bosque del recuerdo privado Recordarium, como la cifra que ronda en la mayor parte de Europa, donde la incineración es desde hace tiempo la opción predilecta. Sin embargo, en España aún hay puntos a tratar. El de los espacios dedicados a los familiares que quieran esparcir las cenizas es uno, pero es que a nivel legal también quedan vacíos por llenar.

El miedo a que las urnas contaminen el espacio natural llevó a que países como Francia, Alemania y Austria prohibiesen desde 2007 que las familias dispongan de las cenizas fuera de los cementerios, pero en España no existe tal decisión. Aquí, según la normativa vigente, se pueden esparcir las cenizas en la naturaleza, conservarlas en una urna o dispersarlas en espacios específicos en los cementerios, salvo en vías públicas o parques, donde sí está prohibido, pero el problema viene con la propia urna, de ahí la decisión de otros países europeos.

También hay un vacío con qué hacer con las urnas que de verdad se abandonan, porque no se puede hacer nada con los restos si no se cuenta con el permiso expreso de la familia del difunto. Quedando la situación en un limbo legal. Algunos tanatorios ya apuestan por pedir a los familiares que firmen contratos expresos para qué hacer en caso de que no se reclamen las cenizas, dando todo el poder a la institución para esparcir las cenizas. En otros, como destacaba el periódico Ideal hace unos años, los recipientes acaban en almacenes de funerarias durante décadas a la espera de que o el familiar aparezca o se pueda hacer algo al respecto.

Por todo ello, Cornellá y su asociación llaman la atención y piden que se recuerde más a menudo este tipo de problemas. "Sé que son temas duros de tratar, familias que abandonan a sus difuntos, situaciones muy duras... pero existen y hay que decirlo. Porque todos tenemos últimas voluntades y queremos que se respeten", termina.

Marcelo Cornellá estaba hace unos meses en un velatorio cuando se fijó en un pequeño detalle. El tanatorio tenía un espacio lleno de modelos de urnas funerarias que estaban a disposición de los clientes. Se acordó del caso de un familiar y optó por preguntar a la recepcionista. "Le pregunté si tenían casos de personas que dejaban las urnas de sus familiares abandonadas en el tanatorio y no las recogían. Me contestó que había más casos de los que les gustaría", comenta. La respuesta le sorprendió, y Cornellá, presidente de la Asociación cultural de mayores de Fuenlabrada (ACUMAFU), decidió no quedarse ahí. Hace solo unos días, su asociación firmaba un llamamiento en el que avisaba de la situación: las incineraciones se multiplican en nuestro país, sin embargo, muchos de los familiares de los fallecidos prefieren no llevarse los restos y eso se está convirtiendo en un problema.

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