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Los políticos españoles no se parecen a los españoles: son mejores (o eso dicen)
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PERSONALIDAD DE POLÍTICO

Los políticos españoles no se parecen a los españoles: son mejores (o eso dicen)

Se parecen entre ellos aunque sean de partidos diferentes, pero no se parecen a ti: así son las personalidades de nuestros dirigentes

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Sergio Pérez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Sergio Pérez)
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Decía la célebre sentencia de Rebelión en la granja que todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Los que son iguales, tremendamente iguales entre sí, son los políticos españoles. Nuestros dirigentes son un grupo muy homogéneo, al menos en lo que se refiere a su personalidad. Para más inri, aunque se parecen mucho entre ellos, se parecen poco a sus votantes.

En otras palabras, si coge a Pedro Sánchez y a Alberto Núñez Feijóo y los sienta a una mesa, es probable que se comporten de manera más parecida que si coge a Sánchez y al votante socialista más recalcitrante, o a Feijóo y al señor gallego que le ha votado en las últimas cuatro elecciones gallegas. Es lo que cuenta una investigación publicada en Parliamentary Affairs a partir de encuestas realizadas con políticos y sus votantes: nuestros representantes en las cortes son más imaginativos y sociables que los españoles, y menos vagos y artísticos. O, al menos, eso es lo que responden cuando se pregunta a unos y a otros.

"Podemos es el partido que más se parece a su propio electorado"

Como resume su autora Carol Galais, doctora en Ciencias Políticas e investigadora Ramón y Cajal en el departamento de Ciencia Política y Derecho Público de la Universitat Autònoma de Barcelona, “la variable más explicativa es la de políticos frente a ciudadanos, es decir, hay una personalidad de político”. Cuando se le pregunta a los políticos que se definan, suelen destacar por considerarse más “sociables”, “imaginativos” y “concienzudos” que sus votantes… y menos “vagos”, “artísticos” y “reservados”.

Hay dos rasgos donde la diferencia entre políticos y electorado es sensiblemente amplia: la vagancia y la sociabilidad. Por supuesto, ellos son mucho menos vagos y más sociables que nosotros. “España es un país donde no debería tener tanta importancia la personalidad porque es un sistema personalista, por lo tanto, no tendrían por qué parecerse a nosotros ni parecerse entre ellos”, explica Galais. Así ocurre con los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, cuyos políticos no se parecen demasiado a los ciudadanos, pero, irónicamente, sí lo hacen entre sí: ambos son sociables y concienzudos.

El trabajo es resultado de un proyecto de investigación llevado a cabo por Xavier Coller, catedrático de Ciencia Política en la Uned, que cada varios años entrevista a diversos políticos españoles. En este caso, las 452 respuestas fueron obtenidas en los Parlamentos autonómicos y nacional entre abril de 2018 y enero de 2019, los meses en los que se llevó a cabo la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno español. Entre otras cuestiones, el cuestionario introducía los rasgos conocidos como big five (u OCEAN): reservado, vago, relajado, artístico, sociable, crítico (encuentra faltas en los demás), concienzudo, nervioso e imaginativo.

Tan solo hay algunos rasgos en los que influyen más las condiciones sociodemográficas (sexo y edad), como el nerviosismo. En el resto de casos, es más relevante para tu personalidad ser político o no serlo. Están hechos de otra pasta. El ejemplo que pone la investigadora es el de ser más o menos abierto, que en principio “podría parecer que podría está relacionado con ser de izquierdas, pero los resultados no dicen eso, dice que es más importante ser político o no serlo”, añade Galais. Como ocurre con otras cualidades positivas, como ser concienzudos o imaginativos, los políticos son más abiertos que usted. Estas diferencias son lógicas, recuerdan los autores, ya que en el sistema electoral se votan listas y no candidatos, por lo que los políticos no tienen tantos incentivos para parecerse a sus votantes. O al menos así era hasta ahora.

En la nueva política importan las caras

Los políticos de Ciudadanos tienen la sangre fría: puntúan muy bajo en nerviosismo y más alto en relajación. Los políticos del PP son menos artísticos y menos moralistas: recriminan menos los comportamientos erróneos a los demás que los políticos de otros partidos. Los del PSOE no destacan por ningún rasgo en particular. Y los de Podemos son los más vagos… O los que reconocen en voz alta ser más vagos.

¿Y sus votantes? Irónicamente (o no tanto, por su carácter generacional), los votantes del PP y del PSOE son los que comparten más rasgos personales.

"Los políticos de Ciudadanos son los que más se parecen entre ellos"

Los dos partidos en los que menos diferencias entre votantes y votados hay son, significativamente, Ciudadanos y Podemos, lo que para Galais da una buena pista de la nueva política y de sus electores. “Los políticos de Ciudadanos son los que más se parecen entre ellos, y Podemos es el partido que más se parece a su propio electorado”, explica. “Da que pensar, porque sugiere que, en el reclutamiento de estos políticos, su personalidad puede haber jugado un factor importante, cosa que no ocurría en los partidos más clásicos: entra en juego la mercadotecnia o aquellos perfiles políticos que pueden resultar mejor en los medios de comunicación”.

Una noticia no especialmente positiva, señala la politóloga, porque muestra que los electores de esos partidos se preocupan más por la personalidad de los líderes y menos por sus programas políticos de lo que cabría esperar. “Lo que dicen estos resultados es que algo está cambiando, tal vez no para mejor, porque parece incoherente, incluso preocupante, que los jóvenes voten respecto a esos criterios personales, a partir de los cuales infieren las políticas que pueden llevar a cabo”, valora Galais. “Por una parte, eso significa que los políticos elegidos son más diversos y parecidos al pueblo, pero también que están empezando a tener en cuenta cada vez más las características personales”.

placeholder El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. (EFE/Fernando Alvarado)
El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. (EFE/Fernando Alvarado)

El ejemplo más evidente en el sentido contrario, el de los partidos cuyos políticos no se parecen a sus electores, es el del PP. En concreto, los cargos populares son “menos vagos que lo que reconocen serlo sus votantes, bastante más reservados que sus seguidores, bastante menos nerviosos y bastante menos criticones con sus semejantes que sus votantes, que al mismo tiempo serían más moralistas”.

Una de las hipótesis es que el PP contenga tendencias más liberales dentro del partido que entre sus votantes, o que las distintas sensibilidades internas no se correspondan exactamente con las del electorado. “Estos resultados tal vez ya estaban aventurando que hay un sector del electorado del PP que estaba deseando un discurso más duro”, señala la politóloga en referencia al crecimiento de Vox, que, en las dos elecciones de 2019, un año después, batieron su récord en dos ocasiones consecutivas, con un 10,26% y un 15,29% de los votos.

Quedar bien en la foto

La pregunta del millón de euros es si es primero el huevo o la gallina. Es decir, si es la posesión de estos rasgos lo que lleva a determinada gente a la política o si es dedicarse a la política lo que provoca estos cambios de carácter. Galois no lo ve así: aunque no hay un seguimiento de los cambios de personalidad a lo largo de las legislaturas en el trabajo, “lo que dice la teoría es que la personalidad no cambia; es algo que se puede formar hasta cierto momento de la vida (algunos autores señalan como mucho hasta los seis años) y luego es la que es. Si eres una persona fría y poco artística, lo eras en su momento y lo eres ahora”.

"Cuesta reconocerle a un politólogo que eres más vago que tus votantes"

La encuesta se realizó a través de entrevistas personales, lo que puede dar a entender por qué algunos políticos pueden haberse echado encima un puñado de flores deshonestas, a pesar de que sus resultados estaban controlados y anonimizados para que fuesen imposibles de identificar. Es el efecto de deseabilidad social, que provoca que los entrevistados intenten quedar bien ante los entrevistadores.

“Como la mayoría se realizaron respondiendo en persona a un entrevistador, es posible que cueste reconocerle a alguien que probablemente sea politólogo que eres un poco vago, que criticas a tus compañeros o eres muy nervioso”, explica la profesora, que recuerda, no obstante, que los resultados están controlados para evitar ese efecto. “Hay un sexto factor además de los big five que no añadimos, que es el de la humildad, y que quizá podría explicar estos resultados”, concluye irónicamente.

Decía la célebre sentencia de Rebelión en la granja que todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros. Los que son iguales, tremendamente iguales entre sí, son los políticos españoles. Nuestros dirigentes son un grupo muy homogéneo, al menos en lo que se refiere a su personalidad. Para más inri, aunque se parecen mucho entre ellos, se parecen poco a sus votantes.

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