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Salvador Illa: "No habrá autodeterminación, pero sí consulta a los catalanes"
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Salvador Illa: "No habrá autodeterminación, pero sí consulta a los catalanes"

El primer secretario del PSC y líder de la oposición en Cataluña niega que los socialistas vayan a apoyar un referéndum de autodeterminación, pero sí apuesta por una consulta a los catalanes sobre acuerdos logrados entre sus partidos

Foto: El líder del Partido de los Socialistas de Cataluña, Salvador Illa. (Javier Luengo)
El líder del Partido de los Socialistas de Cataluña, Salvador Illa. (Javier Luengo)
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El líder del Partido de los Socialistas de Cataluña, Salvador Illa, es un hombre tranquilo que sabe mantener el autocontrol incluso en las situaciones más apuradas y tensas, fuera durante la pandemia entre 2020 y 2021, sea ahora en el difícil clima político catalán. Es un político de formación polifacética: licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, obtuvo también un máster en Economía y Dirección de Empresas por el IESE de la Universidad de Navarra.

Nació en 1966 en la Roca del Vallès (Barcelona), localidad de la que fue su alcalde. Su experiencia en la Administración se extiende también a la Generalitat y al ayuntamiento de la Ciudad Condal. En 2016 asumió la Secretaría de Organización del PSC y ya en 2020 negoció con Adriana Lastra y José Luis Ábalos el pacto con ERC que creó la mesa de diálogo y aseguró la abstención de los republicanos en la investidura de Pedro Sánchez.

Foto: Salvador Illa, nuevo ministro de Sanidad. (EFE)

El presidente del Gobierno le nombró ministro de Sanidad el 10 de enero de 2020 y al año siguiente le encomendó encabezar las listas de los socialistas catalanes en las elecciones autonómicas de febrero de 2021. Obtuvo un excelente resultado: el 23,04% de los votos y 33 escaños sobre 135, primera fuerza política de la comunidad, porque superó en papeletas a los republicanos. En diciembre de 2021, el PSC celebró un congreso extraordinario que le designó primer secretario del partido en sustitución de Miquel Iceta, actual ministro de Cultura y Deportes. En pleno debate sobre la reforma del Código Penal, mantuvo con El Confidencial una entrevista en la que toma posiciones.

PREGUNTA. La derogación del delito de sedición y la rebaja de las sanciones a la malversación, ¿son el resultado de una negociación con ERC o responden a claves diferentes?

RESPUESTA. Responden a una apuesta por la concordia, por la convivencia, por el reencuentro de los catalanes con nosotros mismos y con el resto de los españoles. La política del Gobierno de España es la correcta y da sus frutos. La reforma del Código Penal es una mirada al futuro que debe servir para pasar página de una década en Cataluña que ha generado malestar, empobrecimiento, ha dañado las instituciones y la convivencia, una década que la mayoría de los catalanes quieren dejar atrás.

placeholder Salvador Illa. (EFE/Andreu Dalmau)
Salvador Illa. (EFE/Andreu Dalmau)

P. Pero comprenderá usted que fuera de Cataluña, e incluso allí, la supresión de la sedición y la rebaja de penas de la malversación se interpreten como una contrapartida del Gobierno de Pedro Sánchez a ERC.

R. Puedo entender que alguien lo interprete y lo presente así, pero lo que mueve a tomar esta decisión sobre el Código Penal responde a la necesidad de tener una mirada de futuro y superar una etapa que ha sido muy mala para Cataluña y que tampoco ha sido buena para el resto de España. Es una medida generosa y que implica coraje político, que no es sencilla de tomar, pero creo que hace bien el Gobierno de España al impulsarla porque, insisto, hay que tener mirada generosa, aunque no ingenua, para superar una etapa que los catalanes queremos dejar a atrás.

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P. Pero entonces, ¿por qué esta reforma por el procedimiento de urgencia y mediante proposición de ley, sin los informes consultivos, en vez de hacerlo por proyecto de ley, conforme a una técnica legislativa más depurada? ¿Para que se puedan presentar a las elecciones determinadas personas?

R. Hay distintas posibilidades en cuanto a la tramitación de medidas como estas y no hay nada que impida que se haya utilizado este procedimiento. La legislación española es muy respetuosa con el derecho del sufragio pasivo. Esta reforma no va dirigida a una persona concreta, ni para que pueda o no presentarse a las elecciones. Y quiero dejar claro que nuestra Constitución permite defender todos los proyectos políticos, incluso aquellos secesionistas que quieren romper España. Lo que no permite es actuar unilateralmente, que es lo que se hizo. Y la unilateralidad seguirá teniendo sanción en el Código Penal y, al margen, está el artículo 155 de la Constitución, que permite cortar de raíz eventuales nuevos intentos secesionistas. La línea roja está en romper el marco de convivencia que todos nos hemos dado.

P. ¿Por qué no se ha introducido en la reforma del Código Penal en sustitución de la sedición un delito específico para sancionar hechos como los de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña, como el delito de referéndum ilegal o alta traición? Si nos homologamos a los países de nuestro entorno en sus códigos, hay tipos específicos para defender la integridad territorial y la forma de Estado, por ejemplo.

R. Se mantiene vigente el delito de rebelión, que es la máxima sanción y que implica el empleo de violencia. Y ahora hechos como los que vimos en Cataluña quedan tipificados como desórdenes públicos agravados, con una sanción importante. Creo que queda protegida la integridad territorial de España que yo defiendo, pero subrayo que hay instrumentos al margen del Código Penal para actuar. Y ya tenemos una experiencia de uso del artículo 155. Me parece el mecanismo más eficaz si volviera a haber conductas como aquellas. Yo no percibo en la sociedad catalana ningún clima que me haga pensar que los hechos de 2017 se puedan volver a producir en años.

"Hoy por hoy, la mayoría independentista no es operativa, no sirve ni para aprobar unos presupuestos; el Gobierno ha colapsado"

P. Pero el 155 es una medida política, ¿cuál sería entonces la sanción penal?

R. Me parece relevante que, si estos procesos unilaterales se pueden parar con una medida política que evite comportamientos delictivos, pues mejor. Si se hubiera activado antes el 155, por ejemplo, tras las penosísimas sesiones del Parlamento catalán del 6 y 7 de septiembre [cuando se aprobaron las llamadas leyes de desconexión], hubiéramos evitado hechos posteriores delictivos. Pero si se persistiera en esa actitud, creo que el Código Penal recoge tipos penales suficientes.

P. Ya sé que esta es una pregunta técnica, pero supongo que ustedes la habrán estudiado. Me refiero a que los tribunales entre ellos, el Supremo tendrán que recalcular las penas por sedición y malversación. ¿Usted cree que los hechos que motivaron la condena por sedición quedan subsumidos en el tipo de desórdenes públicos?

R. Tengo el máximo respeto a los tribunales de Justicia y no me veo con capacidad técnica para contestar adecuadamente a la pregunta que me hace, pero sí puedo asegurarle que esta reforma pretende que estos hechos queden tipificados de manera distinta, en los desórdenes públicos. No puede haber impunidad para quien ataque unilateralmente nuestro marco de convivencia.

"El problema en Cataluña es entre catalanes. Los catalanes tenemos visiones distintas de cómo debemos relacionarnos con el resto de España"

P. ¿Han hecho ustedes una evaluación sobre las posibilidades de excarcelaciones y revisión de penas de los condenados por sedición y malversación y las instrucciones pendientes por estos delitos?

R. Lo que me preocupa son los efectos que esta reforma tiene sobre la sociedad catalana y española, más allá de a quién beneficia. Cataluña está ahora mucho mejor que en 2017. La sociedad catalana tiene un verdadero anhelo por dejar atrás esta década perdida: por cansancio, porque hemos vivido una pandemia, porque estamos padeciendo un ataque a los valores europeos, porque hemos visto la necesidad de ir juntos los españoles y los europeos. Esta reforma da una señal a la sociedad catalana y española. Es verdad que son medidas generosas. Yo me apunto a la generosidad, pero sin ingenuidad.

placeholder Pere Aragonès y Salvador Illa, en el Parlament el mes pasado. (EFE/Alejandro García)
Pere Aragonès y Salvador Illa, en el Parlament el mes pasado. (EFE/Alejandro García)

P. La situación ahora, claro, está mejor que en 2017, pero la pregunta que se hace mucha gente es si esta mejoría no responde mucho más al fracaso y división del independentismo que a la política de desinflamación del Gobierno pactada con ERC para la investidura de Pedro Sánchez. Esto se ve como un resultado de la mesa de diálogo que usted negoció con Adriana Lastra y José Luis Ábalos y los republicanos.

R. Quizá lo uno tenga que ver con lo otro. Una actitud de confrontación genera por reacción la unión de los independentistas. Firmeza y diálogo, lo estamos viendo, han provocado la división del independentismo. Hoy por hoy, la mayoría independentista no es operativa, no sirve ni para aprobar unos presupuestos; el Gobierno ha colapsado. Firmeza y diálogo ayudan a dividir al independentismo, no la confrontación, porque les daría una razón para volver a unirse. Hay una cuestión que me entristece y que no está encarrilada: el diálogo entre catalanes. Y no lo hay porque los independentistas se empeñan en no reconocer lo obvio: el problema que hay en Cataluña es entre catalanes. El problema no es entre catalanes y el resto de los españoles. Los catalanes tenemos visiones muy distintas de cómo tenemos que relacionarnos con el resto de España. Hay una mayoría social —que no política— que quiere seguir formando parte de España, que desea la mejor Cataluña en la mejor España. A este diálogo interno hay, no solo reticencias, sino también resistencias. Pero este proceso de diálogo habrá que abrirlo. Porque, aunque los independentistas se empeñen en lo contrario, Cataluña es plural.

"Hay personas que persisten en mantener un planteamiento que fracasó hace cinco años y que siguen diciendo que hay que hacer lo mismo"

P. ¿Se va a celebrar una consulta en Cataluña?

R. Si fruto del diálogo entre catalanes y sus partidos se llega a un consenso y a un mínimo acuerdo sobre cómo organizar el autogobierno de Cataluña que competa a la comunidad catalana, estoy de acuerdo con esa consulta y me parecería bien. En ningún caso una consulta para una ruptura, para la autodeterminación. Por ejemplo, el Estatuto de 2006 no es el que votó la sociedad catalana [el Tribunal Constitucional declaró inconstitucionales algunos preceptos y estableció interpretaciones de otros; la sentencia se dictó en 2010, después del referéndum]. No veo inmediata esta consulta, pero puede ser objeto de discusión. En todo caso, los socialistas catalanes nunca vamos a estar por una consulta rupturista, de autodeterminación. No, no, ahí no vamos a estar. Pero una consulta para ratificar un acuerdo al que hayamos podido llegar los partidos políticos catalanes es una opción que entra en el marco de posibilidades que nosotros contemplamos. La ruptura es una línea roja para nosotros. Pero le insisto, debe empezar el diálogo entre catalanes.

P. Sin ERC y Bildu, Pedro Sánchez no hubiese sido presidente y sin su apoyo no habría prosperado la legislatura. ¿Cómo lo explicaría?

R. Lo explico con un recordatorio: se repitieron las elecciones generales. En abril de 2019, hubo un resultado que hacía posible una mayoría parlamentaria [entre el PSOE y Cs sumaron 180 escaños]. Todo el mundo recuerda por qué no fue posible articular esa mayoría. Y también se puede recordar qué le pasó a la formación política que se negó. Con los resultados posteriores, de noviembre de 2019, hubo que transitar por el camino posible.

P. Entonces, entiendo que usted no está de acuerdo con que este Gobierno es un Frankenstein.

R. Tuve el honor de que el presidente me nombrase ministro de Sanidad, estuve un año en un momento muy delicado. Mis expectativas sobre la coalición no eran excesivas. Entonces, casi nada era normal, vivimos circunstancias muy excepcionales, pero la coalición ha tenido un recorrido de tres años, tiene una hoja de servicios. Fue, insisto, el camino posible.

"Si saco más de 40 diputados, mi idea es intentar un Gobierno en solitario. Si algunos lo discuten, les recordaré que están gobernando con 33"

P. ¿Toda la responsabilidad es de Albert Rivera o hay alguna parte de responsabilidad de Pedro Sánchez en que no fraguase una coalición entre el PSOE y Cs?

R. En aquel momento se hablaba en un lenguaje que no me gustó nada, despectivo e irrespetuoso. Se utilizaron algunas expresiones (“la banda”) intolerables. El lenguaje político hay que cuidarlo más.

P. También le recuerdo que, en la misma noche electoral, ante la sede de Ferraz, se gritaba “¡Con Rivera, no!”.

R. Sí, pero en España hay dos formaciones políticas que han gobernado nuestra democracia. Y hay que tener una cierta altura de miras. En 2017, el PSOE y el PSC estuvieron donde tenían que estar en momentos complicados. Este es el ejemplo. En ocasiones, hay que estar por encima de las pequeñas cosas de partido. No hay que caer en el trazo grueso, en el insulto y en la descalificación permanente.

placeholder Illa, durante la reunión ejecutiva del PSC en octubre. (EFE/Enric Fontcuberta)
Illa, durante la reunión ejecutiva del PSC en octubre. (EFE/Enric Fontcuberta)

P. ¿Qué impacto puede tener en Cataluña el regreso de Marta Rovira o el de Carles Puigdemont, Comín, Puig, Ponsatí…?

R. Ninguno. Han regresado la exconsejera Meritxell Serret y Anna Gabriel.

P. Pero esos perfiles no tienen nada que ver con el de las personas que le he citado antes.

R. Me parece que la sociedad de Cataluña no está en esto; la ciudadanía de Cataluña no está en si vuelven o no vuelven. Está en cómo vamos a generar prosperidad, qué infraestructuras se van a construir, por qué estamos a la cola en energías renovables, cómo vamos a competir para que vengan a Cataluña los fondos NG, cómo hacemos para que el coste de la vida sea menos gravoso para las familias, por qué hay signos de tensión en la sanidad catalana y cómo los arreglamos. La gente la veo en esto.

P. Pero la imagen de una Marta Rovira o de un Oriol Junqueras en el Parlamento de Cataluña, me reconocerá que sería una imagen muy fuerte, que generaría perplejidad. ¿O no me lo reconoce?

R. Yo lo que le digo es que la gente en Cataluña mira hacia delante y algunas personas están en el resentimiento permanente, con una carga emocional importante. Quien no sepa sintonizar con los anhelos auténticos de Cataluña lo va a tener difícil para representar a su mayoría de ciudadanos.

"No creo que Aragonès esté en condiciones de acabar la legislatura en 2025. Es el Gobierno más débil de la historia de Cataluña, con 33 diputados"

P. Me resulta contradictorio que ustedes hablen de generosidad, pero que simultáneamente detecten que sigue habiendo resentimiento. ¿Qué reciprocidad existe a esa generosidad a la que usted alude de parte de los independentistas?

R. La de la mayoría de Cataluña que pide eso; es verdad que algunas personas concretas tienen reciprocidad baja, escasa e incluso nula. Allá ellos. No quiero señalar a nadie. Pero es verdad que hay personas que persisten en mantener un planteamiento que fracasó hace cinco años y que siguen diciendo que hay que hacer exactamente lo mismo. Yo creo que están fuera de la realidad. La mayoría ha visto que el procés no funcionó y hay que superarlo. La gente quiere medidas generosas de quien más puede: el Gobierno de España.

P. ¿Va a poyar el presupuesto del Gobierno de Pere Aragonès?

R. Estoy en disposición de negociarlo. Primero se me dijo que con “ustedes los socialistas, no”. Luego se me dijo que “antes prorrogarlos que con ustedes” y ahora quieren cerrarlos en una semana. Yo digo, abramos una negociación, vamos a trabajar con método y de tú a tú, porque tenemos 33 diputados en Cataluña. De igual a igual. No va a haber presupuesto porque el señor Aragonès ha tenido una actitud errática. No habrá una listita de 10 cosas para que incorpore ocho a mi presupuesto. En lo que dependa del PSC, Cataluña va a tener presupuesto, básicamente para rescatarla del fracaso del Gobierno del señor Aragonès.

Foto: Sesión de control en el parlament

P. Si el PSC sacase 40 o 42 escaños, ¿usted sería el presidente y haría un bipartito con ERC?

R. Si saco más de 40 diputados, mi idea es intentar un Gobierno en solitario. Ojo, que si algunos me lo discuten les recordaré que están gobernando con 33. Y si no puedo en solitario, buscaría los apoyos necesarios.

P. ¿Cree que se agotará la legislatura catalana?

R. No creo que esté en condiciones de acabar la legislatura en 2025. Es el Gobierno más débil de la historia de Cataluña, con 33 diputados y sin ser el partido con la mayoría del voto popular.

P. ¿Cuándo van a volver las empresas que trasladaron su sede a otras comunidades?

R. Entiendo que se producirá cuando haya un marco de estabilidad, no jurídica, que ya la hay, sino política. Voy a contribuir a que se haga lo antes posible desde el respeto de las decisiones que les corresponde tomar a los responsables de estas empresas. Me consta que su marcha fue en muchos casos dolorosa.

"Algunas personas concretas, a pesar de nuestra generosidad, tienen reciprocidad baja, escasa e incluso nula. Allá ellos. No quiero señalar a nadie"

P. ¿Collboni, alcalde Barcelona?

R. Es el hombre adecuado. Es un profesional, sabe llegar a consensos y Barcelona necesita una nueva etapa.

P. Una pregunta personal: ¿fue la pandemia la experiencia más dura para usted como ministro de Sanidad?

R. Sí, porque la trascendencia de las decisiones que hubo que tomar no tenía parangón con ninguna otra. Fue muy duro.

P. ¿Es usted un tarradellista, como se comenta en algunos ambientes en Cataluña?

R. Me gusta definirme como tarradellista, aunque eso conlleva siempre una significación. Porque mi mentor político fue Román Planas y Miró, el enviado especial del presidente Tarradellas. Su figura transmitió capacidad de pacto, sentido de Estado y unidad. Esos mensajes son necesarios en Cataluña. Su aportación fue decisiva en la democracia y aportó toda una gran experiencia y una manera de hacer política que hoy sigue vigente.

El líder del Partido de los Socialistas de Cataluña, Salvador Illa, es un hombre tranquilo que sabe mantener el autocontrol incluso en las situaciones más apuradas y tensas, fuera durante la pandemia entre 2020 y 2021, sea ahora en el difícil clima político catalán. Es un político de formación polifacética: licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, obtuvo también un máster en Economía y Dirección de Empresas por el IESE de la Universidad de Navarra.

Salvador Illa
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