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Quién gana con la polarización y por qué pierde el PP
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el objetivo de la tensión política

Quién gana con la polarización y por qué pierde el PP

La intensidad política de esta semana responde a diversas estrategias de confrontación, muy ligadas a los momentos de cada partido. Pueden resultar perjudiciales, pero hay quienes salen beneficiados de ellas

Foto: Irene Montero, en un acto de Podemos. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
Irene Montero, en un acto de Podemos. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
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La consideración de la violencia verbal como algo negativo para la convivencia, con efectos que enrarecen la esfera pública y deterioran la democracia, es un lugar común. El informe The Hidden Drug, publicado por la consultora Llorente y Cuenca (LLyC) y la asociación Más Democracia, es concluyente al respecto. Pero la pregunta última no tiene que ver con sus efectos sociales, algo sobre lo que hay consenso, sino con quién sale beneficiado con su utilización. En la medida en que forma parte de un posicionamiento político electoral, no es casual que reaparezca ahora.

La secuencia de acontecimientos se inicia esta semana en el Congreso con una evidente falta de respeto a Irene Montero por parte de Vox. La ministra de Igualdad reaccionó tildando de fascistas a los de Santiago Abascal y la polémica se extendió fuera del Congreso en forma de debate sobre el machismo imperante. Primero fue en su pugna con los medios, en la que Pablo Motos acabó teniendo un papel principal; más tarde, aumentó la presión acusando al PP de apoyar la cultura de la violación. Montero está en plena pugna con Yolanda Díaz y había iniciado un proceso de reafirmación de su liderazgo en la izquierda, de modo que una polémica intensa venía bien a ese propósito. Mientras tanto, en el otro lado del espectro político, Vox tuvo un incidente parlamentario por tildar de filoetarras a parlamentarios y el PP organizó una concentración en el Congreso para pedir la dimisión de Montero, a la que se sumó el partido de Abascal.

"PP y Vox han ido de la mano en una estrategia que crea un clima de excepción en el que los logros del Gobierno no pueden percibirse"

Estos hechos, rodeados de mucho ruido, han conformado la semana política española y cabe preguntarse por los motivos de tal enconamiento. Desde el lado ideológico izquierdo, la respuesta es evidente. El equipo de Yolanda Díaz señala a Vox como responsable, ya que "busca la degradación del debate parlamentario y la convivencia", lo que sirve para ocultar que el Gobierno "está cumpliendo objetivos a la hora de combatir la crisis y la inflación". En Ferraz amplían el foco y culpan "al PP y a sus socios de la ultraderecha, que llevan desde el inicio de la legislatura negando legitimidad a este Gobierno. Es como si dijesen que lo que votaron los españoles estuvo mal. Desde ese momento, el PP y Vox han ido de la mano en una estrategia que consiste en crear un clima de excepción en el que los logros del Gobierno de España no puedan percibirse por el ruido que ellos mismos crean".

El 'modus operandi'

Desde el otro lado, la perspectiva es obviamente distinta. Desde Vox apuntan un doble propósito en este incremento de la tensión. Por una parte, "Podemos necesita foco para coger fuerza y restar a Yolanda Díaz". Por otra, "el PSOE está en una estrategia de blanquear y legitimar a Bildu y a los separatistas pensando en la próxima legislatura. Es decir, quieren normalizar esta legislatura como 'modus operandi' para futuras. El primero en verlo fue Zapatero y Sánchez lo está desarrollando y consolidando".

"Montero va a lo suyo y busca que Sánchez no pueda desprenderse de ellos. Y ha conseguido eliminar a Yolanda Díaz como rival político"

En el PP coinciden en que Podemos sigue una estrategia autónoma de confrontación, en la que "Montero va a lo suyo y busca un nicho de mercado que garantice a su partido presencia parlamentaria, de modo que Sánchez no pueda desprenderse de ellos. En esa pelea, ha conseguido eliminar a Yolanda Díaz como rival político". Sánchez, aseguran las fuentes populares, "utiliza esta tensión para cumplir su objetivo, que es garantizarse el apoyo parlamentario con Podemos y el resto de socios, como Bildu y ERC".

Las dos visiones, más que enfrentadas, resultan complementarias: ambas resaltan el potencial extremista de los adversarios. La izquierda avisa sobre la deriva antiliberal de un posible Gobierno PP-Vox y la derecha acerca de los riesgos que supondría un nuevo Ejecutivo del PSOE con ERC y Bildu.

El adversario es imprescindible

En ese juego, avisan los de Abascal, "nosotros siempre vamos a ganar. Tenemos identificados a Sánchez, al PSOE y al resto de actores y conocemos la historia. No caemos en engaños, cortoplacismos o en discursos vacíos y estúpidos como afirmar ser hombres de Estado cuando lo están desmantelando o cooptando. Es decir, ganamos porque nuestras advertencias se cumplen, mientras que el PP está pendiente de lo que le dejan hacer el resto de fuerzas, porque las necesita para sentirse legitimado".

"Muchos de los problemas podían haber encontrado soluciones técnicas, pero deben ser escenificados como grandes cuestiones morales"

Joan Navarro, socio y vicepresidente de Asuntos Públicos de LLyC, señala que al ser los extremos políticos los beneficiados de la estrategia de confrontación, también Podemos obtiene réditos, ya que "construye su propia base electoral al incrementar la magnitud de los problemas que crean polarización. Muchos de ellos podían haber encontrado soluciones técnicas, pero deben ser escenificados como grandes problemas morales, lo que cohesiona a sus simpatizantes. Al mismo tiempo, señalan a un adversario, lo que es imprescindible". Esa dinámica se resuelve en una batalla polarizada "en la que ambos extremos ganan notoriedad".

Sin embargo, una conclusión de esta clase, según la cual los extremos salen ganando cuando elevan el tono, no termina de reflejar la situación española, cuyas especificidades son notables. En términos electorales, hay dos cuestiones que deben dilucidarse: cuál de los dos bloques, el de izquierda o derecha, será el ganador en las elecciones, y cuál será el reparto dentro de los bloques.

PSOE contra PP

Esa doble pelea provoca que las posiciones del PSOE y del PP de cara a la polarización sean diferentes. La dificultad para el PSOE está en recomponer su espacio electoral, porque si bien las encuestas muestran cierta recuperación en el voto socialista, los partidos a su izquierda no suman lo suficiente. En ese contexto, el escenario que propone Podemos le es útil, porque cohesiona al unir a PP y Vox, pero resulta perjudicial en términos de bloque. Existe el peligro de que Iglesias estire demasiado la cuerda, hasta el punto de romper relaciones con el bloque de Díaz, lo que tendría consecuencias electorales serias. Un ejemplo reciente de estas tensiones internas lo tuvimos en la despedida del diputado del PP Adolfo Suárez Illana. Mientras Pablo Echenique señalaba que la ovación del Congreso y su abrazo con Meritxell Batet generaban vergüenza ajena y desprestigio de la institución, desde el otro lado de su partido, el ligado a Díaz, se le agradecía su trabajo en la Cámara, y se le deseaba cariñosamente mucha suerte.

"Las hipérboles perjudican a un partido que quiere ser mayoritario, porque siempre tendrás a tu lado a alguien que será más agresivo que tú"

Para el PP, los problemas son otros, porque si bien el espacio de derechas crece en las encuestas, su posición dentro de él se ha frenado y Vox está recuperándose. La violencia verbal le viene mal cuando, aseguran fuentes populares, "tenemos que hacer el difícil juego de intentar sumar a los viudos de Ciudadanos, al votante urbano que no entiende nada de lo que está ocurriendo, y a los de los barrios periféricos de las grandes ciudades, a los que la izquierda ha dejado huérfanos, al mismo tiempo que no podemos desengancharnos de la derecha clásica para que Vox no crezca en exceso. Las hipérboles perjudican a un partido que quiere ser mayoritario, porque siempre tendrás a tu lado a alguien que será más agresivo que tú".

La prueba de que Sánchez sabe que la polarización potencia a Vox y mina al PP está en el tiempo en que el acuerdo con Feijóo parecía posible, y los pactos estaban a punto de firmarse. En esa época, Vox desapareció del discurso público del Gobierno, apenas se le mencionaba; y cuando ocurría, se le separaba claramente de los populares. Una vez que esa posibilidad se esfumó y Feijóo volvió al punto de partida, la polarización ha regresado.

De fondo, advierte Joan Navarro, están los efectos sociales. Al moralizar los problemas, se los conduce a términos maximalistas "que los convierten en una lucha entre buenos y malos. Cuando un asunto se hipersignifica, activa también al adversario, que reacciona poniendo la misma carga moral, lo que transforma una estrategia de activación en una batalla polarizada".

La consideración de la violencia verbal como algo negativo para la convivencia, con efectos que enrarecen la esfera pública y deterioran la democracia, es un lugar común. El informe The Hidden Drug, publicado por la consultora Llorente y Cuenca (LLyC) y la asociación Más Democracia, es concluyente al respecto. Pero la pregunta última no tiene que ver con sus efectos sociales, algo sobre lo que hay consenso, sino con quién sale beneficiado con su utilización. En la medida en que forma parte de un posicionamiento político electoral, no es casual que reaparezca ahora.

Partido Popular (PP) Pedro Sánchez Irene Montero
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