Podemos declara la guerra a Batet: "Queda como la peor presidenta del Congreso"
El partido morado lleva días arremetiendo contra la presidenta del Congreso, mientras Pablo Iglesias critica su "profunda incultura" y llama a dar la "batalla cultural"
Podemos ha declarado la guerra a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, a la que acusa de equiparar a los agresores —Vox— con los agredidos —ellos mismos—, tras varios incidentes que consideran claves y que aseguran que están haciéndole quedar "como la peor presidenta del Congreso". El primero, los insultos machistas de la diputada Carla Toscano a Irene Montero, y la respuesta "tibia" de quien ejercía la Presidencia entonces, Alfonso Rodríguez Gómez de Celís. El segundo, la respuesta de la propia Batet a la acusación de la ministra de Igualdad al PP, una semana después, cuando afirmó que fomentan "la cultura de la violación". Las palabras de Toscano y la posición de la mayoría de fuerzas en la Cámara Baja forzaron a endurecer la interpretación del Reglamento, hasta llegar a un extremo que consideran "ridículo", y que interpretan que supone comprar el marco ideológico de PP y Vox.
Los morados, otras fuerzas de su espacio político y hasta la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, han defendido que Montero aludía a un conocido concepto del feminismo. "Cultura de la violación" es un "concepto académico" y no una acusación de favorecer las agresiones sexuales, según su discurso. La ministra aludía a campañas de concienciación sobre violencia machista de los Gobiernos de Galicia y Madrid, en las que el foco estaba puesto "en las víctimas", "no en los agresores".
Hasta en Unidas Podemos hay quienes critican la agresividad empleada contra la presidenta de la Cámara, la voluntad de mantener la intensidad del conflicto o la forma en la que la titular de Igualdad eludió rebajar la tensión. "Minar la autoridad de la Presidencia no es una buena idea", asegura un diputado. Como él, otros parlamentarios interpretan esta subida de decibelios como un intento por acaparar los focos a costa de generar inestabilidad institucional, "ruido", por usar los términos de Díaz.
Que, inmediatamente después de estos hechos, la Presidencia vetara el uso de la palabra "fascistas", referido a Vox, o que abroncara a todos los grupos, equiparándolos, fue para ellos la gota que desbordó el vaso. El portavoz parlamentario, Pablo Echenique, denunció esta "incalificable" limitación "de la libertad de expresión"; el diputado Rafa Mayoral tiró de ironía para exigir a Batet que sea "menos monárquica y más democrática" en el Ejercicio de sus funciones, y el ex secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, reclamó su dimisión.
Iglesias, como ocurrió cuando su partido recrudeció las críticas sobre Díaz, marcó el camino en esta ofensiva a través de su pódcast, La Base, y de sus intervenciones en medios de comunicación. El viernes, criticó la "profunda incultura" de Batet, y tildó de "kafkiano" que en la Cámara no se permita utilizar la palabra "fascistas" para describir a "adversarios políticos". "Cuando Cayetana Álvarez de Toledo dijo que mi padre era un terrorista por repartir propaganda antifascista, no vi yo tanto furor en proteger, en este caso, al vicepresidente del Gobierno", apostilló.
"Por su parsimonia con la extrema derecha y su desprecio a la izquierda y al feminismo, parece más una presidenta de otros grupos parlamentarios más que del PSOE", apuntan desde el partido morado. El secretario primero de la Mesa de la Cámara, Gerardo Pisarello, y el secretario tercero, Javier Sánchez Serna, han sido los encargados de explicar en detalle esta posición en un artículo de opinión, con un tono más reposado, pero la arquitectura del mismo está construida sobre los postulados de Iglesias: El PSOE "se rinde" cuando PP y Vox "dan la batalla cultural", y la Presidencia está "humillando a la izquierda" cuando prohíbe el uso de la "palabra fascista", que diría el histórico líder de Podemos.
Los pulsos con la Presidencia se han reiterado esta semana; el diputado Pedro Honrubia fue llamado dos veces a la cuestión cuando intentaba explicar las campañas de Gobiernos conservadores, como el de Galicia, para desgranar el concepto que quiso explicar Montero. Sin éxito.
Según el diagnóstico de los morados, es Vox quien está cumpliendo con su propósito, minando el debate público y acaparando protagonismo para lograr un balón de oxígeno político, siempre instalados en la "impunidad". El artículo de Pisarello y Sánchez Serna, publicado en Eldiario.es, recuerda que la Presidencia nunca ha sancionado que los diputados de Vox no hayan publicado su declaración de intereses, y que tampoco adoptó "ninguna amonestación clara" contra el diputado de Vox al que se le ordenó abandonar la Cámara tras llamar "bruja" a la parlamentaria socialista Laura Berja. El diputado José María Sánchez García nunca acató esta orden.
Entre otros grupos —más allá del PP—, hay parlamentarios que señalan a Podemos por incrementar la tensión que ya se vive en la Cámara, por echar un pulso a la Presidencia. "Vox polariza. Quienes le para los pies no están en el otro polo, son demócratas", abundan los morados. Tampoco ven útil retirar un término como "fascista" del diario de sesiones, o borrar los insultos a Montero de este registro; la propia ministra de Igualdad pidió que se mantuvieran, como prueba de la "violencia política" ejercida por esa "banda de fascistas" en la Cámara. En su lugar, apuestan por "respetar la libertad de expresión", y solo sancionar "cuando se utilicen términos vejatorios a nivel personal". Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario, reclamó hace días una reforma que permitiera multar los insultos, y solo desde ERC mostraron cierto interés por su propuesta: sus señorías no dieron más pasos para explorar esta vía, y optaron por la "contención", incluidos los de Podemos.
La relación con Batet se torció para siempre cuando, hace apenas un año, la dirigente del PSC retiró el escaño al diputado morado Alberto Rodríguez, condenado por el Tribunal Supremo. Entonces ya pidieron su dimisión. Podemos amenazó con una querella que finalmente no llegó a interponer, pero nunca perdonaron a Batet esta actuación, nunca ocuparon el escaño de Rodríguez, y nunca han dejado de esperar que el Tribunal Constitucional se pronuncie favorablemente al recurso del diputado canario.
El abrazo a Suárez
Las hostilidades no quedaron aquí. El abrazo y la despedida de Batet a un emocionado y lloroso Adolfo Suárez Illana, que dejará pronto su escaño, mientras era ovacionado por la Cámara, también fueron criticados desde los perfiles en redes sociales de algunos dirigentes morados. Echenique llegó a referirse a este "abrazo y ovación" ante alguien que ha pasado tres años "sin dar un palo al agua" con las palabras "vergüenza ajena" y "desprestigio de la institución".
¿Que ocultas al Congreso de los Diputados que eres administrador de una empresa con 7,5 millones de euros en Andorra y te pegas tres años sin dar un palo al agua?
— Pablo Echenique (@PabloEchenique) December 1, 2022
Pues abrazo y ovación.
Qué vergüenza ajena y que desprestigio de la institución. pic.twitter.com/nwL96Ux5xa
Echenique obviaba, sin embargo, que el propio secretario general de su grupo parlamentario, Txema Guijarro, ya se había fundido entonces en un abrazo con el diputado del PP, al que agradeció su trabajo y le trasladó que había sido "un gusto poder conocerle". El portavoz de Unidas Podemos no hacía mención a este gesto ni a estas palabras, como tampoco lo hizo a quienes, entre sus filas, llamaban a rebajar el tono. O a la vicepresidenta Díaz, que el viernes reclamó evitar más sesiones "bochornosas", desistir de generar "ruido". En las filas moradas hay quienes reconocen que es una cuestión espinosa, pero las hostilidades contra Batet no han cesado en toda la semana.
Podemos ha declarado la guerra a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, a la que acusa de equiparar a los agresores —Vox— con los agredidos —ellos mismos—, tras varios incidentes que consideran claves y que aseguran que están haciéndole quedar "como la peor presidenta del Congreso". El primero, los insultos machistas de la diputada Carla Toscano a Irene Montero, y la respuesta "tibia" de quien ejercía la Presidencia entonces, Alfonso Rodríguez Gómez de Celís. El segundo, la respuesta de la propia Batet a la acusación de la ministra de Igualdad al PP, una semana después, cuando afirmó que fomentan "la cultura de la violación". Las palabras de Toscano y la posición de la mayoría de fuerzas en la Cámara Baja forzaron a endurecer la interpretación del Reglamento, hasta llegar a un extremo que consideran "ridículo", y que interpretan que supone comprar el marco ideológico de PP y Vox.