Podemos exige "respeto" a Yolanda Díaz mientras Iglesias ajusta cuentas con la vicepresidenta

El mitin de Podemos de este domingo debía ser un acto de rearme, pensado para lucir músculo e insuflar optimismo, pero la ofensiva contra Yolanda Díaz lo ha impregnado todo, convirtiéndolo más bien en un desafío y una advertencia a la vicepresidenta segunda. Presumiendo de apoyos internacionales, atribuyéndose en exclusiva los méritos del Gobierno de coalición, y vendiendo que están preparados para el ciclo electoral, los morados han evitado mencionar por su nombre a la que en teoría será su candidata a las generales, el elefante en la habitación.

En este pretendido "renacimiento", el partido morado ha exigido "respeto" a su teórica candidata, con diversas fórmulas, más o menos broncas. En las últimas semanas, sus dirigentes han asumido que no pueden marcar los tiempos a la vicepresidenta segunda en lo que toca a su hipotética candidatura para las generales, que tendrán que esperar hasta que Díaz quiera dar pasos, pero cada vez son más claros con sus críticas.

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Hoy, han dejado entrever que están listos para enfrentarse a cualquier escenario, con Pablo Iglesias afirmando que Díaz sigue siendo su candidata, pero sin dejar de advertir de que "Podemos tiene que ser respetada", poniendo así en pie a más de 1.200 simpatizantes y militantes en el teatro Coliseum de Madrid. Y sin dejar de lanzar dardos a la vicepresidenta, contra la que el exsecretario general morado y exvicepresidente segundo había arremetido en varias ocasiones, pero nunca con tanta virulencia.

Así, ha tildado de "estúpidos" a quienes piensen que a Díaz le irá bien en las elecciones generales aunque a Podemos le vaya "mal en las municipales y autonómicas", y ha afirmado que "no hay discurso más reaccionario" que el que señala que los partidos políticos son el problema —también en alusión a Díaz, que les atribuye un rol secundario en el nuevo ciclo político—. Hasta ha presumido de haber llevado al Gobierno a fuerzas que no compartían la "estrategia" de su partido, en referencia a Izquierda Unida. Podemos ha sido "generoso" y debe seguir siéndolo, aseguraba, sin dejar de marcar los límites a esa generosidad.

Todo, aprovechando para criticar la "ingenuidad estúpida" de quienes tuvieron miedo de posicionarse contra el envío de armas a Ucrania, o contra la OTAN, como sí hizo Podemos, de nuevo en alusión a la vicepresidenta segunda, que se desmarcó en esta materia. Hoy por hoy, Iglesias no cuenta con más cargos que la presidencia del Instituto República y Democracia, el think tank del partido, pero sigue gozando de gran predicamento, y su formación aprovecha su tirón en grandes actos como el de este domingo, o en mítines de campaña.

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Las alusiones a Díaz eran constantes, también en el discurso del cofundador del partido, Juan Carlos Monedero, hoy director del think tank: "Quien quiera liderar todo lo que no representan los viejos partidos tiene que estar a la altura de los retos y respetar a la fuerza política que más ha hecho desde la izquierda en la España reciente".

"Quien no respete a Podemos, a nuestra alegría y a nuestro dolor, a nuestros éxitos y a nuestros fracasos", "no puede entusiasmar a los que se emocionaron con el proyecto de Podemos, y se equivoca", apostillaba. "Siempre hemos querido sumar [una guiño al nombre de la plataforma de Díaz] y hemos luchado por la transversalidad y la centralidad. Pero siempre hemos dicho que la centralidad no es el centro", apuntaba.

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Todo, en un acto teóricamente pensado para insuflar oxígeno a los suyos tras unas primarias escasamente participadas, a apenas 7 meses de las elecciones autonómicas y municipales, en las que prevén negociar coaliciones con IU y otras fuerzas, y entre múltiples golpes de pecho. Y arropados, además, por dirigentes internacionales como el presidente chileno, Gabriel Boric (a través de un vídeo), con continuas alusiones a la victoria electoral de Lula da Silva en Brasil, y con distintos representantes de otras fuerzas de la izquierda lationamericana en el escenario.

De hecho, antes de las menciones a Díaz, la ministra de Igualdad, Irene Montero, se había hecho con buena parte de los focos. Entre consignas de los cerca de 1.200 asistentes, a favor de la ley trans o contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Montero atribuía a Podemos buena parte de las políticas del Gobierno de coalición; era la interviniente que más tiempo se mantenía en el atril, y la que tocó todos los palos: de la ley trans al enésimo pacto fallido entre PSOE y PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un fracaso que atribuía a que su partido no quiso "blanquear" el acuerdo "bipartidista" para renovar este órgano, "aceptando el veto a Victoria Rosell".

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En primera fila, la delegada del Gobierno contra la violencia machista, siempre en las ternas de Podemos para ser vocal del CGPJ, agradecía el respaldo de Montero, que no ha dejado de reivindicar "la audacia y la firmeza" de su partido, que les permitió llegar al Ejecutivo. La contraponía, además, al "cinismo y la hipocresía política y mediática que demasiadas veces nos dice que no se puede", por "pereza" o por "miedo a intentarlo". También en primera fila, la líder del partido, Ione Belarra, que ha interrumpido su permiso por maternidad para reaparecer, seguía en detalle su discurso, sin intervenir.

De cara al ciclo electoral, Podemos ha aprovechado para estrenar logo, anunciar sus candidatos en primarias -el viernes-, y para prometer dar la batalla a "aquellos que quieren matar a Podemos". Todo, mientras arremetían contra su candidata.