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Los 50 días que acabaron con 20 años de mentiras del asesino de Juana Canal
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Los 50 días que acabaron con 20 años de mentiras del asesino de Juana Canal

Registros, llamadas a su entorno y pinchazos telefónicos permiten describir la personalidad de Jesús Pradales y el camino que le llevó a confesar tras casi dos décadas

Foto: El autor del crimen, Jesús Pradales, a su llegada al Juzgado tras ser detenido. (EFE/Raúl Sanchidrián)
El autor del crimen, Jesús Pradales, a su llegada al Juzgado tras ser detenido. (EFE/Raúl Sanchidrián)

"El segundo mandamiento es 'no tomarás el nombre de Dios en vano', ¿lo sabías?". Jesús Pradales se cansó de las insistentes preguntas de su actual mujer. Ella le pedía una y otra vez que le diese alguna garantía de que él no había matado a Juana Canal como decían las noticias y apeló a sus creencias religiosas. "Tú crees mucho en Dios, júramelo por él". "Te he dicho siempre que los juramentos vienen del Diablo", le contestó. Jesús Pradales no confesó el crimen hasta varias semanas después, cuando fue detenido. El sumario del caso recoge numerosos detalles que describen la personalidad de este homicida, un hombre que presumía de saber de memoria los diez mandamientos, pero se olvidó del quinto: 'no matarás'.

Pradales fue la última persona que vio con vida a Juana Canal. La mató y la hizo desaparecer en febrero de 2003. Primero discutieron en su casa de la calle Boldano del distrito madrileño de Ciudad Lineal. Ya sin vida, la llevó hasta una finca que tenía su familia en un pueblo de Ávila para enterrarla para siempre. A los hijos de su víctima, fruto de una relación anterior, les dijo que habían discutido y su madre se había ido, que les había abandonado. El octavo mandamiento dice "no mentirás". Los chicos tenían 16 y 18 años y el suceso marcó sus vidas. El mayor, Sergio, no dejó de dar tumbos hasta que su cadáver apareció hace unos años en Galicia.

El más pequeño, Óscar, tiene ahora 35 años. Su familia lleva días sin poder hablar con él porque no contesta a las llamadas. En su entorno lo achacan a una medida de autoprotección frente al ruido mediático provocado por la resolución de la investigación sobre la muerte de su madre, que nunca les abandonó. La clave fue que un viandante se topó en 2019 con un cráneo y una tibia en la pista forestal de Ávila donde Jesús enterró a Juana Canal. El análisis de los restos dio como resultado el ADN de la mujer que llevaba alrededor de 20 años desaparecida. "Hace difícil que incluso un animal de los que frecuentan la zona los hubiera podido trasladar simultáneamente desde una zona alejada del cuerpo hasta un lugar común", señala uno de los informes policiales.

placeholder Juana Canal. (Cedido)
Juana Canal. (Cedido)

El 8 de septiembre, los miembros de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional y de la Guardia Civil de Ávila pidieron al Juzgado que les autorizase a escuchar las llamadas de Jesús Pradales. El permiso de la jueza puso el inicio de una recta final para el principal sospechoso de 50 días que terminaron con su arresto el pasado 26 de octubre y su confesión en las horas posteriores. Se terminaban así casi 20 años de años de mentiras en torno a un crimen que estuvo muy cerca de quedar impune.

En esos 50 días la Policía y la Guardia Civil volvieron a la zona de campo de Ávila a buscar más pruebas, justo cuando la prescripción amenazaba con sumar este caso a la lista de crímenes perfectos de la crónica negra española. En ese momento, Jesús Padrales ya tenía pinchado el teléfono. Por eso en el sumario aparecen las conversaciones con su actual mujer, María Candelas Y. K. Según la familia de Juana Canal, Jesús Pradales comenzó esa nueva relación sentimental a los pocos meses del crimen. El 30 de septiembre fue un día intenso de llamadas. María Candelas tenía puesta la tele en casa cuando las noticias contaron que las fuerzas de seguridad habían vuelto a registrar la finca familiar en la localidad abulense de Navalacruz. También registraron el piso de Ciudad Lineal que compartieron Jesús y Juana.

"Sales en la tele, dicen que eres el sospechoso"

"Están todos asustados, mi madre llorando porque han visto las noticias. Sales en la tele, dicen que el único sospechoso eres tú. Pon las noticias", le avisó su mujer al otro lado de la línea. Cuando los investigadores pidieron la autorización judicial para intervenir el teléfono de Pradales (6XXXXXX42), querían saber cómo reaccionaría a la reactivación del caso. Esperaban que cometiera algún fallo en sus conversaciones. Pero al hombre todo le hacía mucha gracia y no dejaba de reírse ante el nerviosismo de su pareja. "Jesús, ¿qué hago ahora? Dicen que la han visto en Ávila, Jesús, que la han encontrado en una finca en Ávila, donde tenéis la finca vosotros".

Al otro lado de la línea, el autor de la muerte de Juana Canal trató de quitarle hierro: "Alguna vez nos hemos pasado por allí, ¿no? ¿Entonces?" (...) Me extraña que la hayan encontrado en la finca, ahora lo miraré yo a ver el mapa. Yo no he hecho nada". Pero estas palabras no lograron calmar a su pareja. Jesús Pradales se integró en su familia política, que se ganan la vida como feriantes saltando de pueblo en pueblo con un puesto de comida ambulante siguiendo el calendario de fiestas patronales de Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Cambió el piso de Ciudad Lineal por una casa unifamiliar en Fuente el Saz, donde fue arrestado la semana pasada. Cuando vivía con Juana Canal conducía un taxi y ahora arrastra un camión decorado con una hamburguesa gigante que ofrece todo tipo de comida rápida, incluidos kebabs. Estaba tan orgulloso de su negocio que la furgoneta es su última foto en el estado del WhatsApp.

La policía trató de dar con el taxi con el que se ganaba la vida hace veinte años. De su análisis podría extraerse algún tipo de rastro biológico. Era un Skoda Octavia. Su último dueño es un ciudadano árabe residente en Madrid, pero el coche fue dado de baja para exportación en 2007. Su último rastro aparece en República Checa. Todos en la familia de su actual pareja sabían del pasado de Pradales con Juana Canal, pero no que él fuese el culpable de su desaparición. Por eso la noticia cayó como una bomba. "Mi madre aquí llorando porque lo ha visto en la tele. ¿Ahora qué hago? No es de risa, tío, no es de risa", le dijo María Candelas. A su lado, su hijo, le recomendó esconder "el dinero" por si acudía la policía a registrarles la casa. "A ver si va a ser verdad", se le escuchó desconfiar al hijo al otro lado de la línea.

Se mofó de su víctima: "la Mellada"

Con el teléfono en la mano y con Jesús Pradales al otro lado de la línea, la mujer salió en defensa de su pareja. Le contestó a su hijo que las noticias no eran ciertas, que fue "papi" quien dio parte de la desaparición de Juana Canal y que al poco tiempo la vieron con otro hombre "haciendo cosas en un portal". Ya fuera del alcance de terceros, la mujer también demostró sus dudas. Ella sí sabía que al menos hubo una pelea en la casa de la calle Boldano antes de que se perdiese el rastro de Juana Canal: "¿Tú me lo juras, Jesús, que a lo mejor un empujoncito…" Mientras, el homicida se mofaba de su víctima a la que llamaba "la Mellada". "Ay niña si es que sacáis las cosas de quicio", insistía Pradales.

placeholder Agentes de la Guardia Civil y de Policía Nacional baten el terreno en la zona de Navalacruz (Ávila). (EFE/Raúl Sanchidrián)
Agentes de la Guardia Civil y de Policía Nacional baten el terreno en la zona de Navalacruz (Ávila). (EFE/Raúl Sanchidrián)

La actitud de su actual pareja era de dependencia absoluta a juzgar por los comentarios que obran en los documentos. "¿Qué hacemos Jesús si te llevan pa la…", "¿Ahora qué hago?", "niño, yo te creo, lo que me digas", "te quiero mucho, Jesús, yo no puedo", "ten cuidado"... María Candelas, sevillana de 46 años, tenía algún motivo para sospechar a partir de su propia experiencia. En el caso consta al menos una detención policial a su esposo por malos tratos contra ella. Sucedió en Getafe el 18 de abril de 2006, solo tres años después de matar a Juana Canal. La estaba agrediendo en la parte de atrás de una gasolinera en presencia de dos menores, sus hijos. Además le constaba otra detención por un delito contra la seguridad del tráfico. Este periódico ha tratado de hablar con María Candelas, pero en su móvil salta siempre el contestador.

Junto a las noticias que le señalaban como el sospechoso, Pradales y su mujer tenían otro motivo de preocupación. La policía llamó el 3 de octubre a los padres de él para citarles a declarar. "Que tenga cuidado tu padre a ver qué dice, Jesús", le advirtió ella. El testimonio de los padres es importante para la coartada de Jesús Pradales. El ahora detenido dijo que discutió con Juana Canal la noche del sábado 22 de febrero y que después se marchó al domicilio de sus padres. Según su versión de entonces, tuvo tiempo para volver a su casa. Al ver que no estaba Juana, dejó una nota para sus hijos. En ella le explicaba que habían discutido y su madre se había ido. No se había llevado ni su bolso, ni su teléfono ni la documentación. A los investigadores les extrañó esta versión. Si fue hasta Ávila para deshacerse del cadáver, era difícil que le hubiese dado tiempo a hacer tantos desplazamientos.

Con su víctima recién enterrada en una zona de campo, acudió a la comisaría de Policía de Carabanchel para poner una denuncia contra ella. Le acusó de todo tipo de lesiones, pero el parte médico que aportó apenas presentaba unos arañazos y una quemadura. Ese mismo día pasó otra vez por la casa de la calle Boldano para dejar sus llaves y no volver más. En ese momento estaban en la casa el hijo y una sobrina de Juana Canal. Según declararon entonces los jóvenes, Jesús Pradales ni siquiera preguntó si había vuelto la que hasta ese fin de semana había sido su pareja. Nunca colaboró con su búsqueda, siempre rechazó hablar con sus hermanas. Tan solo llamó a uno de sus hijos para reclamarle dinero.

"Jesús Pradales ni siquiera preguntó si había vuelto la que hasta ese fin de semana había sido su pareja. Nunca colaboró con su búsqueda"

De la documentación se desprende que las peleas y los malos tratos eran una constante en el piso de la primera planta del número 2 de la calle Boldano, donde la pareja vivía de alquiler. Antes había residido ahí una señora que se llamaba María. La policía interrogó a un vecino del bloque que relató un comentario que le escuchó a su madre hace veinte años en su casa: "...si María tenía problemas y discusiones en su casa con los que han venido ahora [en alusión a Juana y Jesús] hay más lío". Más lío es un eufemismo que quiere decir gritos y golpes constantes en una época en la que la sociedad estaba más acostumbrada a mirar para otro lado ante los malos tratos en el ámbito del hogar.

La Policía y la Guardia Civil procedió a arrestar a Pradales el pasado 26 de octubre. El Juzgado de Instrucción número 3 de Ávila decretó su ingreso en la prisión local de Brieva. El auto los justifica en el riesgo de fuga. Se le acusa de un delito de homicidio en el ámbito de la violencia de género penado con hasta 15 años de cárcel. "No debe olvidarse la alarma social creada al respecto", añade. Junto al cúmulo de pruebas recabadas, la magistrada María José Juanes García destaca las dos declaraciones prestadas desde su arresto. Jesús Pradales admitió que discutió con Juana Canal, que le dio un golpe con el brazo y que cayó al suelo inconsciente.

"Ay… tengo ganas de comer lentejas, ¿qué quieres que te diga?", replicó ajeno a la cuenta atrás que había echado a andar

Pasó un tiempo sin socorrerla y cuando se dio cuenta de que estaba muerta "procedió a deshacerse del cadáver, manipulando el cuerpo, lo trasladó a Navalacruz y finalmente lo enterró, indicando a los cuerpos de seguridad el lugar". La metió en la bañera y con un cuchillo la cortó en dos mitades a la altura de la cintura. La introdujo en dos maletas para trasladarla en su taxi hasta Navalacruz. Allí cavó dos hoyos, sacó los restos mortales de las maletas y enterró el cuerpo sin vida de Juana Canal. En su defensa dice que el golpe con el brazo durante la discusión fue fortuito y con el único objetivo de apartarla, no de matarla. La jueza no se cree esta versión. Recuerda que está acreditada la pelea porque una dotación policial acudió esa noche a la casa.

Casi dos décadas después de aquello, Jesús Pradales se reía cuando su actual pareja le pedía una prueba de que él no había sido. "Ay… tengo ganas de comer lentejas, ¿qué quieres que te diga?", replicó ajeno a la cuenta atrás que había echado a andar y que culminaría con su arresto.

"El segundo mandamiento es 'no tomarás el nombre de Dios en vano', ¿lo sabías?". Jesús Pradales se cansó de las insistentes preguntas de su actual mujer. Ella le pedía una y otra vez que le diese alguna garantía de que él no había matado a Juana Canal como decían las noticias y apeló a sus creencias religiosas. "Tú crees mucho en Dios, júramelo por él". "Te he dicho siempre que los juramentos vienen del Diablo", le contestó. Jesús Pradales no confesó el crimen hasta varias semanas después, cuando fue detenido. El sumario del caso recoge numerosos detalles que describen la personalidad de este homicida, un hombre que presumía de saber de memoria los diez mandamientos, pero se olvidó del quinto: 'no matarás'.

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