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Lesmes dimite y obliga al PSOE y al PP a activar la renovación del CGPJ
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Crisis en el Poder Judicial

Lesmes dimite y obliga al PSOE y al PP a activar la renovación del CGPJ

El cese anticipado ha logrado retratar al Gobierno y al PP como los responsables de la situación y obliga a ambos a reaccionar para romper la parálisis del órgano

Foto: El presidente del CGPJ, Carlos Lesmes. (EFE/Mariscal)
El presidente del CGPJ, Carlos Lesmes. (EFE/Mariscal)

La paciencia de Carlos Lesmes se agotó este domingo. El grado de su hartazgo, que ha ido aumentando a lo largo de las últimas cuatro semanas, quedó resumido en unas pocas palabras de un discurso de despedida que quedará para la historia. Explicó que se va porque no quiere continuar siendo "cómplice" de una situación que "aborrece y que es inaceptable". Su cese anticipado ha logrado retratar al Partido Popular y al Gobierno como los responsables de una situación ya insostenible para el órgano de gobierno de los jueces y la Justicia en general. La decisión obliga a ambos a reaccionar, romper su parálisis y renovar, incluso en contra de su voluntad, el Consejo.

A pesar de que se ha tratado de un cese más que anunciado, que se ha ido desarrollando prácticamente a cámara lenta, los últimos movimientos del ya expresidente del Consejo General del Poder Judicial consiguieron desconcertar y, como resultado, su salida, anunciada en la tarde-noche de este domingo, llegó por sorpresa. La dimisión parecía inminente desde el pasado miércoles, pero la convocatoria de un pleno previsto para el próximo día 13 llevó a pensar a muchos que aplazaba su decisión. Nunca fue así. El presidente tuvo claro desde los primeros días de septiembre que su marcha, que había madurado durante el verano, era ya un hecho y si la demoró fue en la creencia de que los contactos discretos que mantenían socialistas y populares desde que se produjo la visita del comisario de la UE Didier Reynders podían dar algún fruto.

Foto: Carlos Lesmes. (EFE/Ballesteros)

Una vez más, como tantas otras, la promesa de reactivación de las conversaciones quedó en palabras y no hubo hechos. Y Lesmes no quiso prolongar la agonía, consciente de que se le estaba utilizando como una pieza más del ajedrez de la política judicial. La presa a cazar era, en este caso, el Tribunal Constitucional. Los cazadores, el Ejecutivo y el PP.

Si Lesmes seguía, el Gobierno mantenía viva la esperanza de lograr forzar una renovación del TC para alcanzar de forma inmediata el vuelco de la mayoría progresista. El pleno del 13 preveía hacer un último intento en ese sentido, tras la presión ejercida por el sector progresista frente al bloqueo que había impuesto el conservador. La elección de esos dos magistrados hubiera provocado, no obstante, un triunfo del plan del Ejecutivo, y los populares estaban dispuestos a responder perpetuando el bloqueo. La ecuación condenaba así al Consejo a permanecer maniatado para nombrar y en funciones lo que queda de legislatura.

Su continuidad suponía, por tanto, perpetuar la crisis y no resolverla. Y su salida, sin embargo, abre una ventana para el pacto, a regañadientes y con la nariz tapada, entre los dos principales partidos, condenados ahora a entenderse. El anuncio actuó como revulsivo casi inmediato. Pocos minutos después de que se hiciera pública la renuncia, que tendrá efectos desde este mismo lunes, tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo movieron ficha y anunciaron un encuentro en la Moncloa. El Consejo sin Lesmes tratará de mantenerse, pero no lo logrará. Se espera que en las próximas semanas comience un baile de salidas que previsiblemente provocará la desaparición completa del actual órgano. Aquellos que se queden tendrán que enfrentarse a la presión social y de sus propias asociaciones de jueces.

La carta de dimisión

Los rescoldos del Consejo afrontan, además, nuevas tensiones en un órgano ya roto por todas las costuras. La nueva situación, la era después de Lesmes, comenzará con discrepancia. Fuentes jurídicas informan a El Confidencial de que la carta de cese ya está lista hace días, a falta solo de firma y envío. En ella, en un último párrafo, se informa a los destinatarios, entre ellos Felipe VI y las Cortes, de que el sucesor natural para relevarle tanto en el Supremo como en el CGPJ es el presidente de la Sala Primera del Supremo, Francisco Marín.

En una situación en la que el puesto de vicepresidente se encuentra vacante hace años y no existe, por ello, el cargo natural para tomar el testigo, la sustitución de Lesmes en este cese anticipado es un nido de discrepancias. Una mayoría de vocales del Consejo no está dispuesta a asumir que sea Marín el que tome las riendas de los dos órganos y discute el criterio que quedó reflejado en un informe elaborado por la secretaría técnica.

"Muchos vocales creen que la presidencia del Consejo es independiente de la del TS y la responsabilidad de la decisión recae en ellos"

Lesmes y su gabinete técnico defienden que tanto la Constitución como la Ley Orgánica del Poder Judicial conciben la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial "como una titularidad conjunta e indisociable" que, por tanto, no puede ser ocupada por personas distintas. Concluyen así que Marín debe dirigir, de manera provisional y hasta que se renueve el órgano, las dos instituciones.

Sin embargo, muchos vocales no comparten este criterio y creen que la presidencia del Consejo es independiente de la del TS y la responsabilidad de la decisión recae, en exclusiva, en ellos. "Al presidente del Consejo lo eligen los vocales", repiten constantemente. Consideran que, al menos de momento, la vacante debería quedar cubierta por el vocal de más edad, que es el progresista Rafael Mozo. Extraen esta interpretación del artículo de la LOPJ que especifica que es este vocal quien preside el pleno constitutivo cuando se forma un nuevo Consejo.

Sea quien sea su sustituto, el propio Lesmes le auguró un duro mandato en su discurso de renuncia. "Perdida toda esperanza de rectificación", la hasta ahora máxima autoridad del Poder Judicial abandona el cargo ante una situación que "debilita y erosiona cada vez más a las principales instituciones de la Justicia española", ante un manoseo político que golpea al mentón "de nuestro Estado de derecho".

La paciencia de Carlos Lesmes se agotó este domingo. El grado de su hartazgo, que ha ido aumentando a lo largo de las últimas cuatro semanas, quedó resumido en unas pocas palabras de un discurso de despedida que quedará para la historia. Explicó que se va porque no quiere continuar siendo "cómplice" de una situación que "aborrece y que es inaceptable". Su cese anticipado ha logrado retratar al Partido Popular y al Gobierno como los responsables de una situación ya insostenible para el órgano de gobierno de los jueces y la Justicia en general. La decisión obliga a ambos a reaccionar, romper su parálisis y renovar, incluso en contra de su voluntad, el Consejo.

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