Dolores Delgado obtiene el ascenso a la cúpula fiscal en medio de la discrepancia

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ha decidido este jueves conceder a su antecesora y antigua jefa, Dolores Delgado, la plaza de fiscal de Sala a la que optaba junto a una veintena de candidatos. La posibilidad de un ascenso rápido había levantado suspicacias en la carrera, en la que se señalaban los mayores méritos y antigüedad de otros aspirantes y se dudaba de la imparcialidad para decidir sobre ella del nuevo jefe, su mano derecha en la anterior etapa. El nombramiento propuesto por el fiscal jefe se realizará en contra del criterio de la mayoría del Consejo Fiscal y situará a Delgado en la Fiscalía militar del Supremo pocos meses después de abandonar la dirección del Ministerio Público.

En su última etapa como fiscal general del Estado, el Gobierno ya introdujo una enmienda a una ley ajena a la carrera en la que se disponía que todos aquellos que hubieran ocupado ese cargo pasarían a ser fiscales de Sala tras su cese, es decir, miembros de la cúpula de la Fiscalía. Las protestas que levantó la iniciativa, tanto en el sector como en la política, fueron sonadas y el Ejecutivo acabó renunciando a la misma. Dos meses después, será designada para la primera vacante disponible en esa categoría entre críticas y suspicacias.

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Tras abandonar la dirección de la Fiscalía por motivos de salud, Delgado en principio debía incorporarse a su antiguo puesto en la Audiencia Nacional. En julio, aseguró que su plan era incorporarse a la plaza que abandonó hace años y este paso se esperaba para la primera semana de octubre. Muchos fiscales ya señalaron que cuenta con menos méritos que otros que se presentan a la máxima categoría y que su designación sería un dedazo en toda regla, recurrible ante el Supremo por quien se sienta agraviado.

A esto se suma que entre los otros 19 fiscales que aspiraban a acceder al mismo puesto también hay nombres de peso. Las fuentes consultadas destacan casos como el de Luis Rueda, que en la actualidad ejerce como teniente fiscal en el Tribunal de Cuentas y además es auditor militar. Este fiscal ha recibido el apoyo de todos los consejos de la Asociación de Fiscales, mientras que los dos de la UPF, la asociación de Delgado y de Rueda, han apoyado su ascenso. El pasado diciembre, la Asociación de Fiscales, mayoritaria en la carrera, ya elevó el tono después de que Delgado propusiera como fiscal jefe de la Fiscalía del Tribunal de Cuentas a Manuel Martín-Granizo en lugar de a Rueda. Entre los aspirantes al puesto, también se encontraban Carlos Bautista Samaniego, fiscal de la Audiencia Nacional, María Belén Suárez Pantin, fiscal de Anticorrupción y antigua teniente fiscal del departamento, e Isabel Rodríguez Mateo, fiscal del Tribunal Supremo que cubrió el caso de la Manada.

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La polémica está servida, pero fuentes del entorno de Delgado defienden que es habitual que todos los fiscales generales que se han encontrado en las mismas circunstancias que ella hayan obtenido una plaza superior en el primer concurso disponible tras su dimisión. Existen varios precedentes. El más reciente es el de María José Segarra, la primera fiscal general del Gobierno de Pedro Sánchez. Regresó a su plaza de Sevilla, pero, poco después, ascendió a fiscal de Sala. En los años noventa, se produjo una situación similar con Juan Ortiz Úrculo.

Por otra parte, oído el Consejo Fiscal celebrado este jueves, García Ortiz ha renovado en su puesto al actual jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Alejandro Luzón. No ha sido este el caso del hasta ahora teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, que será sustituido en contra del criterio del órgano asesor por una persona de la máxima confianza del fiscal general, la integrante de la secretaría técnica Marta Durantez.