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Una limpiadora del Ayuntamiento de Verín y otros lobos solitarios del fuego
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Detenciones por los incendios

Una limpiadora del Ayuntamiento de Verín y otros lobos solitarios del fuego

"Culturalmente, no son personas con una orientación muy adaptada, incluso tienen algún problema de sociabilidad o relación con el entorno", cuenta el Fiscal General del Estado

Foto: Un incendio en Ourense. (EFE/Brais Lorenzo)
Un incendio en Ourense. (EFE/Brais Lorenzo)

El fuego ha sometido a Galicia a su peor verano desde el funesto 2006. En apenas mes y medio ardieron 43.000 hectáreas, con dos incendios, los de O Courel (Lugo) y Valdeorras (Ourense), convertidos en los más grandes de la historia en la comunidad autónoma desde que hay registros. En ese contexto, cualquier detención activa la curiosidad general. Como el que se produjo el pasado domingo en Verín (Ourense), cuando la Guardia Civil arrestó a la presunta autora de cinco incendios: una limpiadora del ayuntamiento de 50 años que había sido vista colaborando en las labores de extinción. Esta detención y otras practicadas en las últimas semanas abundan en la teoría más aceptada por los especialistas, que incide en el marcado carácter individual de la actividad incendiaria y en los trastornos psicológicos como factor de relevancia.

No son unos incendios cualesquiera los que se atribuyen a la operaria del ayuntamiento verinés. Fueron, de hecho, de los más grandes del verano, al converger en uno solo los cinco focos supuestamente provocados por ella. La tarde del 3 de agosto, las llamas cercaron Verín y provocaron un fuerte dispositivo que evitó que se ensañaran con las viviendas, pero no que arrasara 600 hectáreas. Se abrió entonces una investigación que desembocó en la detención de la presunta autora en su domicilio en Ábedes, un pueblo próximo a Verín que también se vio afectado por aquellos fuegos. Se le imputan cinco delitos de incendio forestal y otros siete de daños, ya que algunas viviendas y varios vehículos resultaron afectados.

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Los vecinos de Ábedes se preguntan por qué lo hizo. Según testimonios recogidos por la prensa local, la presunta incendiaria atraviesa una difícil situación personal y familiar. Y en este punto es donde su historia coincide con el relato marcado por la mayor parte de los especialistas que han estudiado el problema de los incendios. El monte arde con facilidad por muchas causas —abandono, sequía, calor—, pero alguien le prende fuego. Y en contra de la teoría propagada por abundantes autoridades políticas, no existen tramas, mafias ni grupos terroristas que lo planifiquen. Muy al contrario, es una actividad casi exclusivamente individual que responde a causas diversas, entre las que el trastorno mental y el alcoholismo figuran en lugar destacado.

Uno de los trabajos más exhaustivos sobre el problema y sus causas en Galicia es el realizado por la Guardia Civil en 2008. En Los incendios forestales en Galicia y su investigación, sus autores, Jesús M. Ponte y Carlos Bandín Buján, analizaron los 530 imputados y detenidos en el periodo 1998-2005 y dibujaron una tipología genérica. Lejos de pertenecer a organizaciones secretas, los que los provocan pertenecen básicamente a tres categorías: imprudentes, incendiarios y pirómanos.

El imprudente tipo sería un varón de más de 50 años, con nivel de estudios medio-bajo, frecuentemente agricultor o ganadero. Su principal característica es su escasa o nula conciencia ambiental "y de los efectos negativos del fuego en particular". El pirómano habitual es un hombre de entre 40-45 años que en un momento concreto de su vida "siente un placer extremo al contemplar un fuego". El incendiario, por último, tiene entre 35-50 años, reside en el lugar del siniestro o en zonas próximas y se caracteriza por un grado cultural bajo, sin cualificación profesional. "Ocasionalmente [presenta] cierto trastorno psicológico, leve retraso y/o adicción (alcohol, la más frecuente)", señalan los investigadores.

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Otra exploración de los incendios la lideró el hoy Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, fiscal de Medio Ambiente en Galicia entre 2004 y 2020. Sus averiguaciones de 2017, tras la ola de aquel otoño, le permitieron trazar un perfil incendiario muy similar al revelado en el informe de la Guardia Civil: "Culturalmente, no son personas con una orientación muy adaptada, incluso tienen algún problema de sociabilidad o relación con el entorno. Muchos ellos con problemas derivados del alcohol o también otras drogas, o algún problema mental o patología asimilables", declaró entonces.

El informe de García Ortiz, analizado en la comisión del Parlamento gallego que investigó los incendios de 2017, fue tajante: no hay "evidencias de la existencia de ninguna trama" incendiaria. Su estudio descartaba la actividad "delictiva homicida" denunciada por el entonces presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que llegó a plantear elevar el delito incendiario a la categoría de "terrorismo". "Hasta ahora, tras muchos años investigando, no hemos encontrado nada parecido a una trama, ni siquiera en la oleada del 2006", zanjó el fiscal. Sus palabras recordaban a las que había pronunciado Carlos Varela García en 2007, cuando ejercía la jefatura fiscal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG): "No hay tramas organizadas tras los incendios forestales que se registraron año pasado en Galicia".

El hoy presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, propuso elevar el delito de incendio a la categoría de terrorismo

El análisis de los fuegos de 2006, en el que colaboraron psicólogos de la policía y un equipo de investigación científica, reveló que el 94,2% de los detenidos como autores actuaron sin cómplices y el 92,8% lo hicieron sin coautores. Solo el 60% de los incendios fueron intencionados. El 38% del total tenía su origen en prácticas tradicionales inadecuadas, como la eliminación de matorral o de residuos agrícolas. Y casi la mitad de los incendios, el 48,77%, respondía a motivaciones desconocidas. Solo el 7% del total fueron provocados por pirómanos.

Las detenciones practicadas a raíz de los sucesos de este verano apuntan que poco ha cambiado. La misma semana que era detenida la vecina de Verín, caían otros tres sospechosos por quemar presuntamente el monte. Uno de ellos, un brigadista de 19 años. A los otros dos les atribuyen diez fuegos que arrasaron miles de hectáreas de monte entre 2021 y 2022. Pero ningún caso alcanzó la popularidad del de Miguel A. M. N., un funcionario de Vigo, ecologista y solitario, que fue detenido en plena ola de 2017, sobre el que cayó una enorme responsabilidad mediática y política. Después se sabría que todo se debió a un descuido al asar un chorizo. Pero la legislación contra incendios no perdona: Miguel fue encarcelado y condenado por el Tribunal Superior a nueve meses de prisión.

El fuego ha sometido a Galicia a su peor verano desde el funesto 2006. En apenas mes y medio ardieron 43.000 hectáreas, con dos incendios, los de O Courel (Lugo) y Valdeorras (Ourense), convertidos en los más grandes de la historia en la comunidad autónoma desde que hay registros. En ese contexto, cualquier detención activa la curiosidad general. Como el que se produjo el pasado domingo en Verín (Ourense), cuando la Guardia Civil arrestó a la presunta autora de cinco incendios: una limpiadora del ayuntamiento de 50 años que había sido vista colaborando en las labores de extinción. Esta detención y otras practicadas en las últimas semanas abundan en la teoría más aceptada por los especialistas, que incide en el marcado carácter individual de la actividad incendiaria y en los trastornos psicológicos como factor de relevancia.

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