"Pablo va a por Yolanda": las consecuencias políticas del cese de Enrique Santiago
La salida del líder del PCE de la Secretaría de Estado de la Agenda 2030 tiene implicaciones muy serias para Sumar. Constituye un paso más en la lucha por el nuevo espacio político y trae nuevas dificultades
En el último Congreso del PCE, celebrado hace dos semanas, Enrique Santiago dedicó parte de su intervención a alabar la tarea de Yolanda Díaz al frente del Ministerio de Trabajo. Se esperaba la asistencia de Díaz para apoyar la ratificación de Santiago como secretario general, dadas las buenas relaciones entre ambos, y como aval a la alianza con Sumar de cara a los siguientes procesos electorales. Sin embargo, nada salió según lo esperado. Díaz, quizá conocedora de la gran tensión que se estaba viviendo en la sala, optó por no hacer acto de presencia y dejó solo a su aliado. Santiago conservó el poder, pero en una votación muy ajustada, más de lo que se anticipaba, y mucho más de lo que él necesitaba.
Quien sí estuvo presente en el congreso fue uno de los hombres de confianza de Díaz, Ramón Luque, una persona con experiencia dilatada en el aparato, y que acudió a realizar las habituales tareas de fontanería. Luque supo, tras lo vivido en la sala y visto el resultado final, que el caballo ganador no lo era tanto, y que el plan iba a sufrir algunas modificaciones. También estaba allí para eso, para establecer nuevos puentes si fuera necesario.
Pablo Iglesias como actor principal
Pero hubo quien no solo tomó nota de ese día, sino que lo subrayó. El cese de Enrique Santiago tiene mucho de simbólico porque "demuestra la voluntad firme de Pablo Iglesias de conservar el proyecto político Unidas Podemos por encima de Sumar", aseguran fuentes de UP. Podrán aliarse, podrán formar parte de la misma coalición, pero son proyectos muy diferentes. Hay otras versiones mucho menos complacientes: "Pablo va a por Yolanda y este cese lo demuestra", aseguran fuentes del PCE. "Es una forma de atacar a Yolanda, Pablo va a por todas. Pone las cosas muy feas para las generales", señalan desde UP. Sea como sea, resulta significativo que, en estas lecturas del cese, el sujeto principal sea Pablo Iglesias, ya que todo el mundo en la izquierda da por descontado que quien sigue mandando en UP es Pablo Iglesias.
Santiago modificó su posición y se acercó a Díaz. En esa pelea cabe encuadrar su cese: "El giro hacia Yolanda se lo han hecho pagar"
Conviene señalar que UP está conformado ahora por distintas facciones, los y las fieles a Iglesias, y quienes han apostado por Yolanda Díaz. En ese segundo bloque está Izquierda Unida, con el ministro Garzón, y especialmente con quien representaba, tanto en IU como en el PCE, el papel de hombre fuerte, Enrique Santiago. Este fue el principal valedor del vínculo entre IU y UP, lo que le había generado algunos problemas internos. Pero, cuando llegó la hora de Sumar, Santiago modificó su posición y se acercó a Díaz. En esa pelea cabe encuadrar el cese, según afirman desde UP: "El giro hacia Yolanda se lo han hecho pagar".
A Díaz no le gusta perder
La cuestión no es solo que Santiago se hubiese alejado de quienes le nombraron secretario de Estado, sino que, como se demostró en el congreso del PCE, estaba débil. No tenía el respaldo de su partido. Pasó a ser una pieza fácil de cobrar.
Santiago seguirá como diputado en el Congreso y como secretario general del PCE, aunque hay quienes fijan su dimisión para otoño
Las consecuencias de este movimiento de cara a la conformación de Sumar son importantes, porque subraya la voluntad de los dirigentes de UP de no dar tregua a Díaz y de marcar el terreno a la ministra de Trabajo. Anticipa muchas tensiones en la coalición, con el telón último de una (poco probable, pero posible) ruptura. Y por ambas partes: si Iglesias está haciendo valer la posibilidad de que UP concurra en solitario, también es posible que Díaz dé marcha atrás en algún momento si la opción no se consolida. "A Yolanda nunca le ha gustado perder", afirman desde IU, y en algún momento volverá a utilizar ese comodín si es necesario.
Pero la salida de Santiago, que seguirá como diputado en el Congreso, y como secretario general del PCE (aunque hay quienes fijan su dimisión para otoño), introduce un problema más a la hora de configurar el espacio político unitario a la izquierda del PSOE. Y especialmente a la hora de conformar las candidaturas municipales y autonómicas.
Las dos ideas que pelean por el espacio
Dado que Díaz carece de un partido en el que apoyarse, precisa del sostén de las fuerzas ya existentes. La conformación de una alianza, que todos entienden tan necesaria como complicada, mostró su peor cara en Andalucía, tanto en los resultados como en la imagen pública que se ofreció, por lo que hubo una suerte de conjura para no repetir errores.
Sin embargo, conforme más tiempo pasa, mayores se hacen los problemas y más desafiante se vuelve Iglesias. El mismo fin de semana en que se presentaba Sumar en público, y que se celebraba el congreso del PCE, Podemos anticipaba que convocaría primarias para las autonómicas y municipales. Es decir, quería repetir la experiencia andaluza: que cada partido eligiera a sus candidatos y que, después, se pactasen entre las diferentes formaciones las listas definitivas.
Hay dos posiciones: o las listas se hacen entre partidos, o se regresa al 15-M y su municipalismo bajo el amparo y con el sello de Sumar
IU, que ha aprobado ya su reglamento para las primarias, prefería otro camino, como era la creación de un frente amplio, que aspiraba a liderar en muchos territorios, en el que participasen otras fuerzas políticas. Es decir, había dos ideas muy diferentes. La primera consistía en una coalición de partidos, la segunda un proceso de confluencias cuyas listas finales serían votadas por los simpatizantes: acuerdo entre partidos o regreso al 15-M y su municipalismo, bajo el amparo y con el sello de Sumar.
El ejemplo de Madrid
Era un proceso complicado de articular, sobre el que Yolanda todavía no se ha pronunciado, ya que se mantiene en una posición 'de escucha'. Y se vuelve más difícil porque, tras su ajustada victoria en el congreso, Santiago carece de la fuerza precisa para coordinar la acción del PCE y de IU. La consecuencia es que los barones territoriales de su partido, en lugar de la dirección central, serán quienes decidan las alianzas, diversas y a veces contradictorias, de cada pueblo y de cada región.
Un ejemplo de este enredo es Madrid. Díaz tiene como aliado principal a Más Madrid, la formación dominante en la capital, pero necesita integrar a UP en su doble vertiente, la de Podemos y la de IU. El objetivo sería un acuerdo, bajo el paraguas Sumar, que ejerciera de fuerza integradora de todas las izquierdas. Pero no es fácil. Díaz y Mónica García pueden entenderse sin problemas, pero las tensiones de Más Madrid con Podemos son notables, y la presencia de IU tampoco es bienvenida (no olvidemos que la coalición con IU fue uno de los grandes encontronazos entre Iglesias y Errejón). Se puede hacer un esfuerzo de integración, pero entonces la pregunta sería en qué términos. ¿Se harán listas para que voten los simpatizantes o será un acuerdo entre formaciones?
Ejercía de mediador entre IU y Podemos, y de jefe en IU. Nadie cubrirá sus funciones, lo que anticipa dificultades para Sumar
La segunda pregunta es con quién pactar. IU Madrid no va a respetar en el nivel autonómico y municipal las decisiones que se tomen a nivel estatal, y el secretario general carece del poder interno y externo para imponer un acuerdo general. De este modo, los acuerdos de Sumar con IU tendrían que producirse con una facción para las generales y con la contraria para las municipales y autonómicas. Y no es un ejemplo aislado: este tipo de enredos se repetirá en muchos territorios, cada uno con sus propios equilibrios de poder.
El liderazgo necesario
Santiago ejercía, en los buenos tiempos, de mediador entre IU y Podemos, y de jefe en IU. Al romperse las dos cosas sin tener un sustituto, la fragmentación aumentará, y Díaz no contará con una persona que pueda mediar entre IU, Podemos y Sumar. La nueva formación camina con demasiadas piedras en el zapato, por lo que esa ruptura que nadie dice querer no es en absoluto descartable, salvo que Díaz sea capaz de dar un golpe en la mesa y enderezar el rumbo. Eso también forma parte del liderazgo.
La última complicación es de otra índole. La agitación económica, social y geopolítica que estamos viviendo puede tener efectos sobre el momento de la convocatoria de generales. Aunque la opción aceptada es que Sánchez terminará la legislatura, también se baraja la posibilidad de un adelanto, ya sea antes de Navidad, mediante la unión de generales, autonómicas y municipales, en función de cómo transcurran los acontecimientos. En todo caso, sea cuando sea, Díaz no sabe de cuánto tiempo dispondrá, y esa es una dificultad añadida.
En el último Congreso del PCE, celebrado hace dos semanas, Enrique Santiago dedicó parte de su intervención a alabar la tarea de Yolanda Díaz al frente del Ministerio de Trabajo. Se esperaba la asistencia de Díaz para apoyar la ratificación de Santiago como secretario general, dadas las buenas relaciones entre ambos, y como aval a la alianza con Sumar de cara a los siguientes procesos electorales. Sin embargo, nada salió según lo esperado. Díaz, quizá conocedora de la gran tensión que se estaba viviendo en la sala, optó por no hacer acto de presencia y dejó solo a su aliado. Santiago conservó el poder, pero en una votación muy ajustada, más de lo que se anticipaba, y mucho más de lo que él necesitaba.
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